Nacionales
Entrevista nunca publicada
David Lebón: “No tiene que haber guerra en la música”
Entrevista inédita al flamante ganador del Gardel de Oro con varias observaciones interesantes sobre el rock y la industria.
“Dejé de tomar alcohol viviendo en Mendoza. Todo el mundo me cargó por eso, pero me hizo muy bien”. Las palabras son acompañadas por la gesticulación de una mano. Con la otra, en cambio, sostenía una taza de té en el camarín minúsculo de un canal de cable en el que David Lebón estaba por realizar un show en vivo.
Corría el año 2002 y el "Ruso" había vuelto a Buenos Aires después de un doble exilio: por un lado, el geográfico, en Cuyo; pero también el discográfico. Su entonces reciente álbum “Yo lo soñé” acababa con una década de silencio después de “Nuevas mañanas”, publicado en 1992, aunque en aquel año el lanzamiento había quedado virtualmente silenciado por el contemporáneo regreso de Serú Girán.
“Volver a grabar fue difícil porque las compañías estaban mal y ninguna me podía poner lo que yo quería. En ese sentido soy inquebrantable: el tema de que no haya mosca para mí no es una traba. Vengo de una época en la que no había un centavo y las cosas se hacían igual porque sobraban ganas y público. Ahora me alié con una agencia, conseguimos la plata y se grabó en 16 días, un récord, aunque terminamos muertos”, decía.
Como sea, a partir de entonces David retomó su vínculo porteño, la edición de discos (los propios, dos compartidos con Pedro Aznar y numerosos convites) y una ascendencia en distintas generaciones de músicos que derivó en Lebón & Co, su disco de re-versiones propias con invitados ilustres (de Ricardo Mollo, Andrés Calamaro, Fito Páez y Eruca Sativa hasta Julieta Venegas, Lisandro Aristimuño o el español Leiva) que acaba de ser premiado como álbum del año y, por ende, lo consagró con el Gardel de Oro 2020.
En esta entrevista hasta ahora inédita el "Ruso", ofrece interesantes observaciones que toman notable actualidad sobre las canciones, los discos, la industria y los enfrentamientos estilísticos que en su época fueron “música complaciente versus música progresiva” y hoy se disfrazan de “rock versus trap”.
- En la década del ’80 llegaste a publicar ocho discos solistas, además de los de Serú. ¿Por qué este silencio de casi diez años entre 1992 y 2002?
Porque las compañías discográficas cambiaron, apareció otra música que vendía más y nos corrieron. Pero no me pasó solo a mí. Aunque esto se va a terminar, acordate de lo que te digo. Todas estas cosas ya no tan nuevas van a cambiar porque, atrás de esto, hay una cuestión de plata constante Yo sé que hay otros artistas como yo que que somos inquebrantables y que no vamos a entrar en el ese juego de “tenés que vestirte así y cantar así” para ganar más plata.
- Igualmente ahora aparecen sellos independientes y mecanismos autogestivos que quizás en tu época no estaban tan divulgados…
Lo que yo siento es que hay una pequeña guerra, como lo fue en otra época, entre lo comercial y lo progresivo, en la cual no estoy metido. ¡Nunca tendría que haber existido eso! La música es música, y la gente tiene que elegir lo que más le guste. Vos no tenés ninguna razón ni permiso para correr a alguien y decir “esto no y esto sí”, porque seguiríamos como en la época de la represión.
- ¿Te sentiste presionado alguna vez por una compañía?
¡Siempre me sentí presionado! Ellos piensan que tienen la razón… y yo también creo que la tengo yo. Entonces siempre va a pasar eso en cualquier tipo de conversación que tenga, con la diferencia de que esto no es como el huevo y la gallina: la música es parte de nosotros y tipos como yo somos como el ABC. Es decir: tenemos que estar, porque es cómo hacer desaparecer a Los Beatles de escena y que alguien pregunte cómo empezó esto y le pongas a cualquiera.
- ¿Cómo ves tu repertorio, en retrospectiva? ¿Existe el temor de que el pasado siempre le dé sombra a tus canciones nuevas?
Todos pasan por experiencias que ya tienen que parar, aunque no por eso voy a dejar de hacer “Seminaré”. Hay músicos que no quieren tocar ciertos temas porque dicen que ya son viejos y no tienen ganas. Pero yo creo que al público hay que darle lo que pide, salvo ciertas cosas, jaja.
- ¿En qué cosas sos intransigente?
Estoy en contra de muchas cosas, aunque con el tiempo me voy moderando. En “El tiempo es veloz” canto: “Perdóname, amor, por tanto hablar / es que quiero ayudar al mundo cambiar / qué loco”. ¡Yo ya no puedo cambiar nada! Lo que sí puedo es tratar, desde mi lugar y con mis armas, que son la guitarra y las letras, hablarte de amor y hacerte olvidar por una hora y media de todos los quilombos que tenés. Porque cuando termina el show, o cuando termines de ver una película, o de leer un libro, los quilombos van a volver. Y cuando se vayan esos, van a volver otros. ¡Así que no te preocupes tanto, jaja! Yo ya soy abuelo, así que cuando a través de los años te calmás un poco, dejás que el mundo haga lo que tenga que hacer. (www.REALPOLITIK.com.ar)
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