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4 de octubre de 2020 | Nacionales

Un caso único

La odisea argentina de comprar 200 dólares

En prácticamente todo el mundo, la compra de la divisa es libre. Incluso en la mayoría de los países sudamericanos, incluyendo a Cuba. Las restricciones y condiciones argentinas provocaron una confusión oficial que generó ridículas situaciones a los compradores.

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En prácticamente todo el mundo, quien desea comprar dólares simplemente va a su banco y los adquiere por ventanilla o, si le resulta más cómodo, en forma remota desde su casa. Incluso en países sudamericanos, que cargan con la pesada etiqueta del subdesarrollo, el acceso a la divisa es absolutamente libre. En Bolivia, Brasil y Chile, por ejemplo, no hay ningún tipo de restricción. Incluso en Cuba se pueden comprar dólares sin límites y sólo con un impuesto total del 10 por ciento.

En Argentina comprar dólares es una verdadera odisea, no exenta de detalles pintorescos e insólitos. El gobierno de Alberto Fernández, bajo la tutela del ministro Martín Guzmán, fijó un límite de compra de 200 dólares mensuales con una serie de condiciones que implican que sólo 4 millones de argentinos puedan acceder a la transacción.

Luego de pedir a los argentinos “acostumbrarse a ahorrar en pesos y dejar los dólares para la producción”, el presidente Fernández ratificó las siete restricciones que deben enfrentar aquellos que deseen acceder a la moneda norteamericana.

Según lo dispuso el gobierno nacional, no pueden acceder a la compra de dólares quienes sean beneficiarios de cualquier plan social o incluso del IFE. Tampoco los cotitulares de cuenta bancaria, ni los que hayan refinanciado cuotas de créditos personales, prendarios, hipotecarios o incluso el saldo de la tarjeta de crédito. Lo mismo corre para los tomadores de créditos UVA y para aquellos que no tengan ingresos declarados.

Una vez sorteadas las siete restricciones, hay que pagar los impuestos. El impuesto País corresponde a un 30 por ciento del valor en pesos, y las ganancias, o también llamada Percepción RG 4815/2020, es del 35 por ciento. De este modo, un dólar oficial que cotiza a 76 pesos se termina pagando en la práctica a 132.

Lo inusual de las medidas de Alberto Fernández golpea de lleno a los sistemas informáticos de los bancos, las tarjetas de crédito e incluso de los propios organismos oficiales como AFIP y ANSES, que no están programados para comportamientos tan zigzagueantes. Como consecuencia, se suscitan situaciones de lo más insólitas.

Recientemente, un cliente bancario relató su epopeya en su cuenta de Twitter: “La tarjeta de crédito me cobró 3,06 pesos menos del total. Me inhabilitaron para comprar dólares y me refinanciaron el saldo en 9 cuotas de 0,34 más intereses. Este país es un chiste”.

Visto como una inversión, como una postural cultural de la sociedad argentina o como un capricho que nos acompaña desde siempre, la fiebre argentina por el dólar pareciera lejos, muy lejos de encontrar su final. Mientras tanto, el gobierno continúa navegando en un embravecido mar de decisiones contradictorias. (www.REALPOLITIK.com.ar)


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