El mercado argentino languidece entre el rechazo a Alberto Fernández y el lockdown europeo

Ante un panorama macroeconómico negro, Estados Unidos tocó records de subsidios por desempleo, que en el país del norte consisten en 600 dólares semanales hasta por seis meses y ya llegaron a acumularse 898 mil nuevas solicitudes en sólo una semana, lo que llevó a 50 millones el número de norteamericanos desempleados.

En Europa, nuevos rebrotes de coronavirus con epicentros en el Reino Unido y España causaron una gran preocupación entre los expertos de la OMS, y provocó un endurecimiento en las medidas de precaución en toda la región. Bares, restaurantes, colegios y celebraciones volvieron atrás con sus aperturas, y hasta algunas ciudades instauraron un polémico toque de queda, especialmente en Francia, en donde paradójicamente el ex presidente Mauricio Macri había asegurado que “se respira libertad”.

En este contexto global, Argentina dejó de ser un modelo a seguir a partir de la cuarentena anticipada, para ser uno de los fracasos más estruendosos de la lucha contra el coronavirus. De 214 países que actualmente luchan contra el virus, Argentina ocupa el preocupante sexto lugar y se espera que en los próximos días supere a España.

El mercado argentino, en consecuencia, intensificó la tendencia bajista que comenzó, naturalmente, en el mes de marzo, lateralizando en las últimas ruedas sin lograr definir el rumbo. Desencantados con las decisiones del ministro de Economía Martín Guzmán, los inversores decidieron retirarse del panel líder a la espera de mejores tiempos.

En efecto, los inversores domésticos e internacionales mantuvieron conversaciones con Guzmán, de las que salieron decepcionados. El rumbo incierto de la economía argentina es preocupante y afecta el humor de los mercados. Una inflación descontrolada, el precio de los bonos, un dólar que demuestra una y otra vez que no obedece a los deseos del gobierno de Alberto Fernández y la marcada desconfianza de la propia sociedad argentina, dieron como resultado una oscilación entre el desinterés y las predicciones apocalípticas.

Tal vez sea porque de a poco y con resultados concretos, como las restricciones caprichosas del Banco Central o los fallidos incentivos a las liquidaciones del campo, se va cristalizando el peor escenario: el gobierno no tiene un plan ni una estrategia para enfrentar una de las crisis financieras y cambiarias más graves de su historia. (www.REALPOLITIK.com.ar)

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