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Mientras Guzmán defiende en solitario la economía argentina y Frigerio convoca a la unidad de la dirigencia, Alberto Fernández continúa pensando que la situación no es tan grave.
El ministro de Economía de la Nación, Martín Guzmán, parece querer enfrentar una ofensiva nuclear con un revolver de cebitas. Este viernes, el ministro Martín Guzmán ensayó una conmovedora defensa de la economía argentina, asegurando que "no va a haber devaluación" y que "va a continuar la depreciación del peso ante el dólar por la inflación, como hasta ahora", al tiempo que anticipó que el gobierno elabora "un programa fiscal plurianual" de "como mínimo tres años". En este programa se trabaja con el FMI y oportunamente será enviado para su tratamiento al Congreso de la Nación.
"Ha habido desanclaje de las expectativas que implica una brecha alta. Apuntamos a estabilizar la brecha y después bajarla. No es algo que se pueda bajar de un día a otro. El índice de precios no se ha movido con el dólar blue y el dólar CCL. Ha ido de la mano del dólar oficial”. Queda claro que el ministro no hace las compras en el supermercado, ya que las góndolas registraron aumentos de entre el el 10 y el 40 por ciento, y en algunos productos como la carne y el tomate, mucho más aún.
“También tenemos superávit comercial, no hay pagos de deuda externa y, a pesar de lo que se dice, hay 41.000 millones de dólares de reserva de los cuales una parte son depósitos encajados por alrededor de 12.000 millones de dólares”, a lo que se suman los controles de capitales. Su voz suena en solitario frente a la mayoría de economistas que aseguran que ya se habrían utilizado divisas de los particulares (encajes) para afrontar pagos oficiales.
Guzmán aceptó que la brecha cambiaria “genera una expectativa de devaluación que no se condice con la circunstancia que enfrentamos en el frente externo”. Sin embargo, aseguró que el tipo de cambio oficial seguirá “de la mano de los precios” y consideró que “a pesar de que hay una brecha que genera ansiedades importantes y nos ocupa fuertemente, tenemos las condiciones y los instrumentos para continuar con las políticas cambiarias que venimos llevando adelante y no hacer una devaluación”.
Las palabras del ministro sonaron escasamente creíbles, más allá de su sinceridad. De hecho, el mercado le respondió con un nuevo incremento del dólar blue, que cerró a 194 pesos por unidad. Su tarea, por cierto, es muy difícil. La economía arrastra la catástrofe de los años del macrismo, a los que se les sumó la cuarentena, y no está seguro de cuánto puede confiar en el respaldo del presidente, quien, mientras lo empodera por un lado, continúa con sus ofrecimientos a Roberto Lavagna y a Martín Redrado para un eventual recambio.
Mucho más duro fue Rogelio Frigerio, quien aseguró que el gobierno "no le encuentra la vuelta a esta situación" y que "se está encerrando sobre sí mismo".
"Lo que está viviendo la Argentina y lo que va a vivir en el corto plazo es algo muy difícil. Se está viendo una caída en el nivel de actividad que nunca se había visto. Pensemos que, en el segundo trimestre de este año, la Argentina cayó lo que cayó durante todo el año 2001, que es lo que uno tiene en la memoria como la anterior gran crisis que sufrimos en nuestro país".
Frigerio fue uno de los señalados por el ex presidente Mauricio Macri al momento de echar culpas y responsabilidades para tratar de reconstruir su deshilachada imagen, aunque su gestión contó con la aprobación de la mayor parte del arco político y es uno de los pocos sobrevivientes con credibilidad intacta del gobierno de Cambiemos.
"Yo creo que la Argentina está viviendo momentos muy complejos. Esta es la peor crisis que ha tenido la sociedad en toda su historia y desde la política tenemos que ser muy responsables, prudentes, en momentos tan difíciles, de tanta incertidumbre, miedo y congoja en la mayoría de la sociedad”, aseguró Frigerio.
Fiel a su habitual lógica del diálogo y el acuerdo democráticos, señaló que "los problemas que tiene la Argentina son de una complejidad tal que es difícil que los resuelva, que es casi imposible a esta altura que los resuelva una sola facción política y hay que convocar a todo el pensamiento nacional a ver cómo resolvemos estos problemas que nos acompañan desde hace tanto tiempo, más de medio siglo".
E inmediatamente realizó un llamamiento a la conciliación y a la unidad, más allá de los límites partidarios o de los Frentes políticos, para tratar de sacar a flote a la Argentina en su momento económico y social más oscuro.
"Creo que hemos probado muchas cosas. Hasta ahora no hemos podido traccionar todos para el mismo lado, sentarnos en una mesa a discutir en qué nos podemos poner de acuerdo. Hemos dedicado mucho tiempo a ver en qué nos diferenciamos. Y de nuevo, ninguno ha probado, cuando le tocó, tener la capacidad de resolver por sí solo estos problemas que se vienen repitiendo desde hace tantas décadas. Creo que es hora de probar si nos juntamos, si realmente traccionamos todos para el mismo lado, si nos sentamos en una mesa a ver en qué nos podemos poner de acuerdo, creo que tenemos una posibilidad. Hasta ahora por lo menos no la hemos explorado. Lo otro en general lo hemos explorado todo y no ha salido bien”.
Más allá de los distintos enfoques, Guzmán y Frigerio coinciden en la necesidad de establecer una agenda compartida y acuerdos y políticas consensuadas a mediano plazo para tratar de evitar la anomia. Ambos tienen en claro la gravedad de la hora y la necesidad de que la política de inmediatas respuestas y se ponga a la altura del desafío.
Por estas horas, el único que parece creer que se pueden seguir dilatando las cosas y esperar a los meses de marzo o abril de 2021 para que lleguen las nuevas liquidaciones de divisas de las cosechas es Alberto Fernández. Ya las últimas encuestas indicaron que el 63 por ciento de la sociedad cree que no tiene plan económico ni idea respecto de cómo salir adelante. El problema es que es el que toma las decisiones en última instancia. (www.REALPOLITIK.com.ar)
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