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7 de noviembre de 2020 | Historia

La aventura de las Fuerzas Armadas

La guerra de Malvinas 

En diciembre de 1981 asumió la presidencia el general Galtieri, con la intención de recomponer el terrorismo de estado. Para eso necesitaba una causa común de magnitud tal que le propiciara la adhesión de los argentinos. 

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por:
Alberto Lettieri

El acceso a la presidencia de los Estados Unidos del republicano Ronald Reagan propició un retorno a la política del garrote, que parecía clausurada por Carter. Reagan apoyó a los gobiernos “duros” de la región y levantó las sanciones por violaciones a los derechos humanos impuestas por su antecesor. 

Este gesto, en conjunción con la acción de oficiales y tropas argentinas en centroamérica en apoyo de las políticas norteamericanas, hizo imaginar a Galtieri el absurdo proyecto de una alianza estratégica más plena entre ambas naciones. 

Galtieri fue seducido por la propuesta de la Marina de recuperación de las Islas Malvinas. El marco externo se consideraba altamente favorable, y la causa malvinense parecía la única capaz de devolver a la dictadura el respaldo social alcanzado gracias al mundial 78. Apenas iniciada la operación bélica, la sociedad brindó un apoyo mayoritario, incluyendo al amplio arco de partidos políticos y sindicatos que, tres días antes, habían soportado una terrible represión durante una marcha de protesta. La adhesión popular canalizaba un sentimiento nacional que fue privilegiado sobre el hecho de estar acompañando una medida de la dictadura. 

El 2 de abril de 1982 se produjo el desembarco militar, y al día siguiente se declaró la soberanía argentina sobre las Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur. El general Mario Benjamín Menéndez fue nombrado gobernador. La reacción del gobierno conservador británico, conducido por Margaret Thatcher, no se hizo esperar. También en su caso la guerra significaba un fabuloso factor legitimador, para su falta de popularidad tras la aplicación de un drástico programa neoliberal en Gran Bretaña. El 3 de abril, Thatcher se dirigió a la población inglesa para anunciar la creación de un gabinete de guerra y la organización de una fuerza especial, al tiempo que dispuso el alistamiento inmediato de la fuerza naval. También se delimitó una zona de exclusión marítima alrededor de las islas, donde deberían realizarse los combates. 

La Comunidad Europea le brindó su solidaridad a Inglaterra y el Consejo de Seguridad de la ONU declaró a la Argentina país agresor exigiendo su inmediato retiro de las islas. Los Estados Unidos, lejos de apoyar a Galtieri, aplicaron una sanción económica a nuestro país y ofrecieron asistencia logística a su aliada en la OTAN, Gran Bretaña. El 4 de abril el gobierno inglés envió 108 buques de guerra al Atlántico Sur. El 2 de mayo fue hundido el crucero General Belgrano fuera de la zona de exclusión establecida por los propios ingleses. Los combates aeronavales también dejaron en evidencia la superioridad británica. 

El 14 de junio Galtieri anunció la rendición. Seiscientos cincuenta argentinos, muchos de ellos adolescentes, más de un millar de heridos y mutilados y graves daños económicos fue el costo de la aventura de las Fuerzas Armadas. (www.REALPOLITIK.com.ar)


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