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25 de noviembre de 2020 | Nacionales

Aristocracia moderna

El Congreso argentino cuesta cuatro veces más que las monarquías inglesa y española juntas

A pesar de no trabajar durante, al menos, 16 de las 52 semanas del año, los diputados y senadores argentinos se encuentran entre los más caros del planeta, con un gasto promedio de 3.7 millones por semana y planteles de hasta setenta empleados por legislador.

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Los senadores de Argentina gastan 3.7 millones de pesos por semana durante las 52 semanas del año, pero en los últimos cuatro años sólo trabajaron, en promedio, entre 35 y 42 semanas anuales.

Los diputados nacionales, por su parte, reciben un cuantioso porcentaje de los 32.000 millones de pesos anuales en concepto de “formación y sanción de leyes”, pero muchos de ellos atraviesan la totalidad de su mandato habiendo presentado uno o ningún proyecto de ley. Dos datos que pintan de cuerpo entero al Congreso Nacional de Argentina, uno de los más caros del planeta.

Desde los tiempos de la emancipación continental, los pobladores de éste lado del Atlántico señalaron con el dedo a las monarquías, cuestionando a los países que gastan fortunas en sostener familias que, según la visión americana, contribuyen en poco y nada al progreso de sus países. Sin embargo, los números marcan que ninguna familia real del planeta -ni siquiera la británica, que resulta ser la más “cara”- le cuesta tanto a su país como los largamente criticados diputados y senadores argentinos.

En España, por ejemplo, éste año se debatió nuevamente la prórroga del presupuesto del año 2018 hasta que finalmente se lo actualizó. En ese documento, se estableció el concepto de gastos por la “Casa de su Majestad el Rey”. En pocas palabras, todos los años se asigna una cantidad de euros que la familia real española podrá gastar a lo largo de los siguientes doce meses. Éste año se le asignó 7.8 millones de euros, pero luego se actualizó a 8.731.245. Trasladados a dólares, la casa real española gasta unos 11 millones al año.

La monarquía más cara del planeta es, sin dudas, la británica. En total, la corona británica le “cuesta” al Reino Unido unos 82.2 millones de libras esterlinas, equivalentes a 104 millones de dólares. Esto se conforma con una subvención de 49.3 millones y una cantidad adicional de dinero para reservar el palacio de Buckingham por un total de 32.9 millones. Además, a esos costos se le suman unos 4.6 millones para cubrir los viajes oficiales, unos 2.3 millones para el servicio de limpieza y 1.7 millones en comida y bebida.

En total, la corona española le cuesta a España unos 11 millones de dólares, y la británica le cuesta al Reino Unido unos 104 millones de dólares. Son 115 millones para sostener a la totalidad de la maquinaria monárquica de dos países durante un año. Llevados a pesos, valor oficial, conforman unos 10.000 millones.

¿CUÁNTO CUESTA EL CONGRESO ARGENTINO?

En comparación, según el último presupuesto elaborado al respecto, correspondiente al 2020 y con el aumento del 53 por ciento para el 2021, el Congreso de la Nación le cuesta a los argentinos unos 40.000 millones de pesos. Más específicamente, 40.273 millones.

En promedio, cada senador tiene la irrisoria suma de setenta empleados y cada diputado otros veinte. En concepto de “formación y sanción de leyes nacionales”, los diputados y senadores insumen un total de 32.585 millones de pesos anuales. El resto va a parar a “otros conceptos”, en los que se engloba la biblioteca, la imprenta, ayuda social, defensoría y comisiones de revisión, monitoreo, seguimiento, control e implementación.

En promedio, cada senador consume 193 millones de pesos por año, mientras que un diputado “sólo” 1,2 millones. La suma provoca preocupación cuando, por ejemplo, se entiende que cada senador gasta unos 3.7 millones de pesos por semana durante las 52 que tiene el año, teniendo en cuenta que al menos 16 de esas 52, ni siquiera concurre a trabajar.

Casi como por arte de magia, la lectura de estos números provoca un asalto de imágenes legislativas: un diputado besando los pechos de su novia en plena sesión, otro que presentó a su figura de cartón para llenar su banca, decenas que se quedan dormidos, se olvidan de votar o que sientan en su banca a un “diputrucho” para apretar el botón por ellos y tantos otros que, teniendo los viáticos por viajes pagos, ni siquiera se molestan en ir al recinto. Postales, tan sólo, de un país que se empeña en señalar con el dedo al otro lado de las fronteras y repartir culpas entre sus ciudadanos, mientras de éste lado, la clase política, una de las más caras del planeta, hace agua por todos lados. (www.REALPOLITIK.com.ar)


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