Preocupación de gastronómicos y hoteleros ante la posibilidad de un nuevo cierre en la provincia

Uno de los voceros más duros de las medidas de aislamiento anunciadas por el gobernador Axel Kicillof a lo largo de todo el 2020 fue sin dudas el viceministro Nicolás Kreplak. Durante los últimos diez meses, fue uno de los más férreos opositores a la flexibilización de la cuarentena y alertó –una y otra vez –contra los riesgos de cualquier tipo de reunión, aunque ésta sea llevaba adelante con protocolos y distanciamiento social.

El gobierno decidió dar inicio a la temporada de verano, de forma excepcional, el 1 de diciembre, lo que adelantó también las cifras a tener en cuenta a la hora de mantener la flexibilización o volver a un régimen más restrictivo. En el lapso de tiempo trascurrido desde entonces, ocurrieron cuatro hitos que marcaron un severo riesgo para el nivel de contagios. La muerte de Diego Armando Maradona, cuyo velorio ocurrió en los últimos días de noviembre, por lo que los datos duros comenzaron a llegar entrado diciembre; la votación de la ley del aborto, que motivó una movilización masiva de ambos bandos, en las que no hubo ningún tipo de protocolo; Navidad y Año Nuevo.

Los resultados de estos cuatro hitos, hasta el momento, vienen siendo preocupantes. La tendencia de las últimas semanas, que marcaba un descenso en los contagios de un 1 por ciento diario y sostenido, volvió a revertirse con un aumento considerable. Kreplak no dudó en resaltar la situación y asegurar que se están evaluando “tomar medidas fuertes” para evitar la tan temida segunda ola.

Esta misma semana comenzarán las reuniones entre autoridades del ministerio de Salud bonaerense y numerosos intentes de la provincia de Buenos Aires. Si bien la mayoría de los jefes comunales no impondrían grandes condiciones a un endurecimiento de la cuarentena, son los de los municipios costeros los que deberán negociar la letra chica del acuerdo.

En los municipios más convocantes de la provincia, como Villa Gesell, Pinamar y Mar del Plata, propusieron restringir la nocturnidad y evaluar nuevos protocolos en playas y restoranes. La súplica es no cerrar todo en plena temporada de verano. “Ciudades como las nuestras se mantienen todo el año con los meses de verano. Obligarnos a cerrar sería una catástrofe económica”, aseguró uno de los asesores del intendente de Pinamar, Martín Yeza.

En este contexto, gastronómicos y hoteleros comenzaron a comunicarse entre sí y concertar reuniones por videollamadas para preguntarse novedades y ponerse de acuerdo en pautas a seguir. “Muchos de nosotros hicimos contratos de alquiler hace cuatro o cinco años, que no incluyen ninguna cláusula por pandemia. Invertimos todo lo que tenemos y sólo nos queda el resto de enero y febrero para recuperar parte del dinero. Si nos dejan sin turistas, nos llevarían a la quiebra”, aseguraron en contacto con REALPOLITIK.

La cuestión a evaluar –y por ello las reuniones –es el punto justo en el que calibrar los ajustes. El gobierno jugó muy fuerte a la recuperación de éstos municipios con el programa Previaje, propuesto por el ministro de Turismo, Matías Lammens, que devuelve un crédito fiscal de hasta el 50 por ciento del gasto turístico. Volver atrás y cerrar todo sería impensable y costaría numerosos millones que, hoy por hoy, el gobierno no se puede dar el lujo de perder.

Por otro lado, los intendentes entienden que las medidas deben tomarse de inmediato, dado que no hay tiempo que perder o se comenzaría, otra vez, a correr a la pandemia por detrás. (www.REALPOLITIK.com.ar)

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