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13 de enero de 2021 | Nacionales

El gobierno de Alberto Fernández

Sin plan y sin poder

Avanzó sobre Vicentín y debió recular. Impulsó una reforma judicial y hasta fue descalificado por la vicepresidenta por su carácter conservador. Prometió millones de vacunados para diciembre y ahora evalúa aplicar una sola dosis de la Sputnik V5. 

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Instó a los intendentes a resistir contra la ofensiva de La Cámpora en la provincia de Buenos Aires, y terminó operando para que Máximo sea el próximo presidente del PJ provincial. Cerró las exportaciones de maíz y debió volver a abrirlas. El presidente afirmó que no le gustan los planes. El problema es que parece carecer de brújula.

El cerebro estratégico del gobierno de Mauricio Macri, Jaime Durán Barba, lo definió en una frase: “Cristina Kirchner es la persona que ha tomado el poder en Argentina”. No parece que esa ofensiva haya tenido aún un éxito total, pero el problema es que los gestos de rebeldía de Alberto terminan en mayores claudicaciones. Un presidente que no manda en un sistema presidencialista expone siempre al riesgo de la anarquía. Para suerte de todos, ni el oficialismo ni la oposición apuestan a ella. Nadie quiere comprarse la herencia de un gobierno y de un estado desvencijado e impotente cuando les llegue la hora de asumir el mando. La cuestión es que, si el gobierno actual no comienza a demostrar mayor decisión y capacidad de mantener las iniciativas que impulsa, el descrédito total llegará de todos modos. Aunque nadie de la dirigencia política lo desee.

La prohibición de las exportaciones de maíz y su desenlace demuestran una línea de acción que es ya característica de esta gestión: tira títulos todo el tiempo, comunica pésimamente y las iniciativas que toma no consiguen ser sostenidas y lo obligan a dar marcha atrás. Pero ese retorno no es gratuito, ya que implica altísimos costos políticos.

La ofensiva sobre Vicentín lo expuso a la condena de prácticamente todo el mundo rural, de la Justicia y de la oposición. Incluso también de muchos indecisos que habían puesto sus expectativas en Alberto Fernández. La actitud gatopardezca con los intendentes amenaza con la multiplicación de listas vecinales en las próximas elecciones que serán cruciales para el gobierno nacional. La prohibición de las exportaciones de maíz le implicó un lock out del campo. Ahora que el gobierno decidió dar marcha atrás, la medida de fuerza continúa. Ni qué decir si la campaña masiva de vacunación de convierte en otra promesa diluída por el viento.

El argumento de la patronal agraria es bastante simple: impusieron una prohibición en vano, con eso hicieron subir los precios aún más, y ahora se les impone a cambio un límite para las exportaciones que no permitirá superar las 30 mil toneladas de exportación diarias del ciclo 2019/20. "Vuelven a imponer un cepo al mejor estilo Guillermo Moreno”, editorializó Buryaile, ruralista, ex ministro de Mauricio Macri y actual diputado nacional de Juntos por el Cambio. La Mesa de Enlace mantiene el paro. Con su actitud timorata el gobierno sólo consiguió agregar nuevos problemas a los preexistentes.

Cada medida de la gestión nacional parece adoptada para consolidar a la oposición.  Entronizó a Rodriguez Larreta como candidato opositor, consiguió hacer olvidar la catástrofe sanitaria, económica y financiera generada por el gobierno de Cambiemos. Se puso en contra a la mayoría de los intendentes peronistas.  El eventual fracaso de la campaña de vacunación lo pondría contra las cuerdas. No debe pasar.

Lo peor es que no sólo articula y potencia a la oposición, sino que también divide dentro de la propia coalición del Frente de Todos. La actitud y las declaraciones formuladas sobre el caso de los presos políticos no cayeron nada bien. El financiamiento de los medios y empresas opositoras a través de la pauta publicitaria y las ATP, tampoco. Al presidente se lo ve débil, desmejorado en su aspecto. Su última decisión sobre la pandemia fue un verdadero papelón: anunció un toque de queda y terminó reculando en ojotas. Nadie está dispuesto a cumplir sus órdenes: ni gobernadores, ni intendentes, ni la sociedad en su conjunto.

¿Hasta cuándo podrán sostenerse estas conductas del gobierno sin afectar su estabilidad? La credibilidad la perdió casi por completo. El problema es que los daños no recaen sobre Alberto, sino sobre la gobernabilidad argentina.

Toda la dirigencia lo ha advertido. No hace falta conspirar. Sólo hay que dejarlo hacer. (www.REALPOLITIK.com.ar)


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