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29 de enero de 2021 | Cultura

Aniversario

Sokol y los Stones, un solo corazón

En otro aniversario de su nacimiento, recordamos esta increíble anécdota del cantante de Las Pelotas reflejada en su reciente biografía. 

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por:
Juan Provéndola

En 1995 ocurrieron dos hechos que marcaron hitos en la historia tanto política como cultural de Argentina. En mayo, Carlos Menem ganó las elecciones y se convertiría en el primer presidente que logró completar dos mandatos constitucionales consecutivos. Pero tres meses antes, otra noticia copó casi toda la atención del país: los Rolling Stones llegaban para presentar su disco Voodoo Lounge. Como si esto fuera poco, el encuentro entre Menem y los músicos consolidó aún más a través de una inolvidable foto el carácter histórico de ambos sucesos.   

Más de tres décadas después de su formación, el grupo británico tuvo el tan esperado debut en tierras donde se les prodiga tanto cariño y se les reconoce tanta influencia. El tour, que servía para presentar el disco de estudio número 22, fue durante mucho tiempo récord absoluto en cantidad de espectadores y tickets vendidos. Dentro de ese contexto (el rote incluyó cinco continentes), Buenos Aires fue la segunda ciudad en la que más veces tocaron: cinco en total, tan solo debajo de los siete conciertos ofrecidos en Tokio.

Todos los shows se realizaron en el estadio de River (luego repetirían en 1998 y en 2006, mientras que en 2016 su paso por Argentina sería en el Estadio Ciudad de La Plata). Y, como en cada escala de los Stones por el lugar que fuere, concitó notable interés la decisión de los artistas soportes, de las bandas encargadas de telonear semejante visita.

Pappo solista y Los Ratones Paranoicos parecían dos elecciones razonables y hasta obvias: el primero se crió escuchando a esa generación del rock británico, mientras que los segundos se habían convertido, a esa altura, en auténticos embajadores criollos del sonido y la impronta stone. Lo que sorprendió, en cambio, fue la inclusión de Las Pelotas, banda por demás respetada pero, a la vez, alejada de esa subcultura insuflada en todo el mundo por Mick Jagger y compañía.

En su reciente libro “Alejandro Sokol, el cazador”, el escritor y docente Isaac Castro refuerza esta idea indicando que “varias versiones se tejieron al respecto, entre ellas que fueron los propios Rolling Stones quienes, tras haber escuchado material de la banda, decidieron invitarlos, pese a que su estilo no fuera tan afín al suyo”.

Pero eso no es todo. Y ni siquiera lo más colorido e interesante. Es que en la biografía dedicada al cantante de Las Pelotas, Castro profundiza algo que se daba por cierto pero no se conocía en profundidad: la relación personal que el propio Sokol llegó a entablar con los Stones durante aquellas cinco noches de febrero de 1995 en River. “Me crucé con Jagger en un pasillo. Nos encontramos las caras y le dije: “¡Hey, Mick!, y él me respondió: “Hi…”. ¡Una sencillez!”, había contado con naturalidad el Bocha en una entrevista de esa época que es citada en el libro. 

Entrevistado por Isaac Castro, el asistente Ariel Echeverría dijo que después de la prueba de sonido, Sokol “me pidió que lo acompañara, nos metimos en el sector restringido y justo apareció Keith Richards rodeado por guardias de seguridad. Alejandro con su inglés criollo interactuó con él y ahí me pidió que le alcanzara su mochila, la abrió y entonces le hizo un presente. Richards quedó petrificado. “¡Oh, man!”, decía. Entonces me pidió que le preparara un fernet. Yo abría las botellas como si fuera un mago”. 

“El custodio de Richards parecía un ninja que en cuanto viese algo raro te tiraría una cerbatana”, continúa Echeverría. “Le alcancé el vaso a Alejandro, le convidó a Keith y ahí me dio la mano. Al otro día, estábamos en el mismo lugar y cuando llegó Richards y lo vio, abrió los brazos y le gritó “¡The Boch!”, como si lo conociera de toda la vida y fuesen amigos de siempre. Yo no lo podía creer”.

La foto que ilustra esta nota sirve como fiel registro de lo contado: efectivamente, el legendario guitarrista inglés luce tan contento como el (también legendario) cantante argentina. Con su impronta informal y despojada de ataduras, el Bocha no sólo logró llegar a estas leyendas del rock mundial: incluso se dio el lujo durante el show de Las Pelotas de desplazarse una y otra vez por la pasarela que estaba montada exclusivamente para el uso de Jagger, quien esa noche -y quizás por única vez en aquella gira mundial- debió compartirla con quien horas atrás le había compartido esa bebida mezclada con cola. (www.REALPOLITIK.com.ar)


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