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11 de febrero de 2021 | Opinión

Caos Milagro Sala

Siga el lawfare

En una clara jugada política, la Corte Suprema rechazó un recurso de queja de Milagro Sala y se negó a revisar su condena.

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por:
Alberto Lettieri

Adaptando la letra de un clásico candombe rioplatense, podría caracterizarse la contienda entre la Justicia y el cristinismo con el estribillo “Siga el lawfare, siga el lawfare / Con ardiente frenesí”, sin temor a equivocarse.

La saga de Milagro Saga registró un nuevo capítulo este jueves, cuando la Corte Suprema de Justicia, en un fallo de doce páginas fimado en forma digital por Carlos Rosenkrantz, Ricardo Lorenzetti, Horacio Rosatti, Elena Highton y Juan Carlos Maqueda, rechazó por unanimidad la revisión de una pena de dos años que le impusiera la Justicia de Jujuy a la dirigente social, en una causa caratulada como de “amenazas”. Con la negativa del supremo tribunal nacional, la condena quedó firme.

A contrapelo de lo aceptado por altos tribunales internacionales, la Corte Suprema argenta determinó que "no se ha demostrado mínimamente la conformación de alguno de los supuestos habilitantes de la competencia extraordinaria de esta Corte", reafirmando la posición expresada por el procurador Interino, Eduardo Casal.

Los hechos que motivaron el inicio de la causa se produjeron en 2014, cuando se le atribuyó a Milagro Sala una amenaza de “poner una bomba” en una comisaría jujeña durante una manifestación a la que no había asistido. ¿Cómo hizo Milagro Sala para amenazar desde una marcha en la que no participó? Uno de los tantos misterios a los que nos tiene acostumbrados la Justicia argentina, que bien se ha ganado el premio al poder más cuestionado de la república.

La sentencia original había condenado a la referente de la Tupac Amaru a tres años y dos meses de prisión, pero luego el Tribunal Superior de Justicia jujeño la rebajó a dos años.

En el escrito presentado por la defensa de Milagro Sala se argumentaba que en la causa "se hallaban comprometidas las garantías constitucionales de debido proceso, derecho a controlar la prueba de cargo, doble instancia y afectados los principios de inmediación, oralidad y lesividad" y se denunciaba la "arbitrariedad" de la sentencia. Ambos argumentos fueron aceptados por varios tribunales internacionales, pero para la Justicia argentina carecen de entidad.

"El planteo se basa en meras afirmaciones genéricas desprovistas de peso para desvirtuar las razones por las que el homologó la condena" el Tribunal Superior de Justicia jujeño, aseguró la Corte Suprema. "Los agravios de la parte no se dirigen contra la sentencia dictada por el superior tribunal provincial sino contra lo sostenido en una decisión anterior, es decir, aquella que resolvió condenar a Sala”, concluye.

La sentencia de la Corte Suprema sólo puede ser leída como una respuesta a las expresiones del cristinismo, que incluyeron una movilización a tribunales al momento de cumplirse cinco años de la detención de Milagro Sala. En la oportunidad se arrojaron miles de bolsas de residuos contra “el basurero de la democracia”, según la definición de los manifestantes.

La decisión incrementa la presión sobre el presidente Alberto Fernández, ya que el cristinismo y las organizaciones de derechos humanos exigen un cambio radical en el poder judicial y la sanción de un indulto para posibilitar la libertad de los presos políticos.

“El lawfare nació con Macri y continúa con Alberto”, afirmó, indignado, un referente de derechos humanos. “Si antes podía hablar de ‘detenciones arbitrarias’, hoy ya no puede negar que su gobierno tiene presos políticos”, remató.

El accionar de la Justicia argentina ha sido condenado en diversos tribunales y foros especializados internacionales, al comprobarse que no existieron las garantías mínimas del debido proceso, sin que esto implicara expresarse respecto de la culpabilidad o inocencia de los afectados. Pero esta cuestión hace demasiado ruido, no sólo en los medios opositores sino también al interior del propio Frente de Todos, donde se explicitan notorias diferencias sobre la evaluación del tema y las maneras de resolverlo.

Un célebre pensador liberal y tercer presidente de los Estados Unidos afirmó: "Cuando la injusticia se convierte en ley, la rebelión se convierte en deber”. Viniendo más hacia el presente, Carlos Menem sentenció: “Para mis enemigos, la ley. Para mis amigos, la Justicia”. El caudillo riojano sabía perfectamente por qué lo afirmaba. (www.REALPOLITIK.com.ar)


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