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7 de marzo de 2021 | Nacionales

Esta vez fue en Mendoza

Alberto Fernández se disparó de nuevo en los pies

Si algo parece definir al estilo de gobierno de Alberto Fernández es la improvisación. Marchas y contramarchas son la característica, que dejan como saldo una caída abrupta en su imagen a nivel nacional, que ya estaría por debajo de los 28 puntos positivos. Su viaje a Mendoza para participar de la Fiesta de la Vendimia no fue la excepción.

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El viaje de Alberto fue un trámite. Mal preparado y sin un norte fijo, nada podría haber salido bien. Tratándose de una provincia opositora, con un peronismo partido y muchas resistencias al reemplazo de Guillermo Carmona por Anabel Fernández Sagasti en la presidencia del PJ, quiso ser conciliador, fiel a su estilo tradicional. Pero el antecedente de su duro discurso contra la Justicia y los medios opositores con que había iniciado las sesiones del Congreso Nacional apenas un par de días atrás no lo ayudó. Quedó una imagen de ambigüedad, de un gobernante que ha perdido el rumbo.

El gobernador Suárez no la tenía mejor. Sabe que tiene que apretar el torniquete de la confrontación, tal como se lo imponen los sectores más duros de la coalición, ya que las condiciones estarían dadas para que Anabel Fernández Sagasti tenga puesta en cuestión su continuidad en el Senado en las elecciones de este año. Juntos por el Cambio podría llegar a quedarse con todo en Mendoza. No es momento para tibios.

Presidente y gobernador se reunieron brevemente –apenas unos veinte minutos-, durante el viaje que compartieron desde el aeropuerto hasta la sede del INTA, en Luján de Cuyo. No daba para más. Encima, la combi disminuía la velocidad reiteradamente para que el presidente pudiera saludar a los pocos simpatizantes que se apostaron a esperar su paso. Sólo hubo tiempo para que Alberto confirmara que el proyecto de Portezuelo del Viento seguiría adelante. Suárez no quería hablar para no dar lugar a interpretaciones conciliadores y el presidente no tenía nada para decir. Además, llevaban casi tres horas de retraso, algo bastante común cuando el presidente participa de algún evento, pero nada habitual en la tradicional provincia cuyana.

Desde 2011 ningún presidente había asistido a la Fiesta de la Vendimia. Era la oportunidad para sumar puntos. Pero otra vez Alberto la desaprovechó, y al hablar frente a los productores vitivinícolas lamentó la caída en el consumo de vino en el último año. Paradójicamente, ese consumo viene cayendo en la última década, pero en 2020 invirtió la tendencia y se incrementó considerablemente. Para los mendocinos quedó clara la ignorancia del presidente sobre la situación del sector. Gol en contra.

También echó por tierra las expectativas de los organizadores del evento, que esperaban un  anuncio sobre la continuidad del financiamiento del Programa de Apoyo a Pequeños Productores Vitivinícolas (PROVIAR), sostenido por el BID y que respalda la realización de obras de riego. Suárez sacó el tema durante su mensaje, Alberto se olvidó de confirmar el anuncio.

El gobernador mendocino aprovechó la tribuna para reclamar sobre el reparto de recursos nacionales. Afirmó que la provincia sólo recibió lo que le correspondía por ley y que había sido muy marginada en la distribución de los Adelantos del Tesoro Nacional (ATN) y del Fondo Fiduciario de Desarrollo Provincial durante la cuarentena. Sólo sorprendió a Alberto, ya que lo viene reclamando hace tiempo.

Después vinieron los gestos conciliatorios habituales. Suárez instó a cerrar la grieta para combatir la pobreza. El presidente no esperaba manifestaciones opositoras y no las hubo. Los únicos sinsabores provinieron de su improvisación y de sus propios errores.

Mientras esto sucedía en Mendoza, Cristina Kirchner fulminaba a la Corte Suprema y a losjJueces de Comodoro Py en su alegato y comenzaban a circular insistentes rumores sobre la renuncia de la ministra de Justicia, Marcela Losardo. La ocupación del gobierno nacional por cuadros cristinistas le plantea un problema y una gran oportunidad a la vez a Suárez. El problema radica en que necesita de votos del Frente de Todos para conseguir aprobar la reforma constitucional en la provincia, cuyo debate se reiniciaría en el mes de abril. Si la confrontación se incrementa, le resultará muy difícil. Pero, a la vez, ese aumento de la temperatura política favorecería el caudal electoral de Juntos por el Cambio en las elecciones de este año, hasta el punto de comprometer la reelección de Fernández Sagasti en el Senado.

El 55 por ciento de los mendocinos tiene una pésima opinión sobre la gestión de Alberto y estaría dispuesto a aplicarle un voto castigo. La Vendimia le dio la oportunidad al presidente de recomponer su imagen. Pero la hundió aún más. (www.REALPOLITIK.com.ar)


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