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12 de marzo de 2021 | Historia

Tras el descubrimiento del nuevo continente

España y su estrategia de conquista del Río de la Plata

La estrategia de la corona española se modificó una vez que se concretó la conquista del Perú (1533). A partir de entonces, España decidió obtener rápidos beneficios económicos vendiendo títulos de propiedad al mejor postor, denominados “capitulaciones”, sobre tierras a conquistar.

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por:
Alberto Lettieri

Al año siguiente, Pedro de Mendoza adquirió los derechos de propiedad sobre el norte del actual territorio argentino, en tanto Simón de Alcazaba accedió a la propiedad de las tierras patagónicas. Tiempo después, Pedro de Gamboa obtuvo los derechos sobre la zona comprendida entre el estrecho de Magallanes y el Polo Sur.

Pedro de Mendoza organizó una gran expedición compuesta por catorce navíos y más de mil doscientos efectivos, con el fin de conquistar y tomar el control efectivo de las tierras que había adquirido. También incluyó numerosas yuntas de caballos y de vacas, para impulsar su cría en territorio americano. El 2 de febrero de 1536 fundó Santa María de los Buenos Ayres. Aunque existen dudas al respecto, su ubicación oficial se ha establecido en el actual parque Lezama. La fundación se justificaba por razones estratégicas: defender el Río de la Plata de nuevas expediciones de conquista portuguesas. Así fue que se construyó un precario fuerte rodeado por un muro de tierra de casi dos metros de alto, y una fosa protectora. Al interior del fuerte se levantaron numerosos ranchos de barro y paja y cinco iglesias.

Si bien en un primer momento se establecieron relaciones cordiales con los querandíes o pampas, los habitantes nativos que incluso hasta abastecieron de alimentos a los españoles, pronto las exigencias de los invasores superaron las posibilidades de aprovisionamiento que podían afrontar las tribus locales, nómades y con una economía de subsistencia basada en la caza, la pesca y la recolección de frutos.

La ciudad servía como base para la organización de expediciones que buscaban satisfacer la ambición de oro y plata de los conquista-dores. Juan de Ayolas remontó el Paraná y fundó el fuerte Corpus Christi cerca del destruido asentamiento de Sancti Spiritus. El 2 de febrero de 1537, Ayolas continuó con la navegación hacia el Norte (hasta el actual Paraguay), donde fundó Candelaria. Luego continuaría su marcha hacia el Alto Perú en busca de la Sierra de la Plata, que en realidad no era otra cosa que el Cerro Potosí. Ayolas dejó a cargo del asentamiento de Candelaria a su lugarteniente, Domingo Martínez de Irala.

Unos meses después, Mendoza, gravemente afectado en su salud, decidió volver a España y designó a Ayolas como gobernador delegado de Santa María de los Buenos Aires. Pero como Ayolas no estaba presente en el momento de la transmisión del mando, Mendoza delegó provisoriamente el cargo en Francisco Ruiz Galán. La sífilis acabó con la vida del conquistador en medio del océano, por lo que la Corona dictó una real cédula el 12 de septiembre de 1537, en la que se disponía que, en caso de la muerte de Ayolas, la ciudad de Santa María de los Buenos Ayres designaría a su propio gobernador mediante el voto de los vecinos.

En tanto, desde Candelaria, Domingo Martínez de Irala y Juan Salazar de Espinoza avanzaron hacia el Noreste, tratando de alcanzar por esa ruta la Sierra de la Plata. En su avance, el 15 de agosto de 1537, Espinosa fundó el fuerte de Asunción. Ayolas, luego de atravesar por primera vez el Chaco y llegar al actual territorio boliviano, regresó en 1838 al fuerte de Candelaria, al que encontró abandonado. Poco después los nativos organizaron un ataque que le costó la vida.

Como es de imaginar, este desenlace provocó un conflicto por la sucesión en la gobernación de Buenos Aires. Mientras Ruiz de Galán pretendía continuar al mando de la ciudad, Irala exigió el cumplimiento de la real cédula, accediendo a la gobernación desde su residencia en Asunción. Los alimentos empezaron a escasear y los españoles encabezaron una cruel matanza de nativos, en consonancia con el trato habitual que los europeos cristianos dispensaron a los pueblos americanos. “De los nuestros cayeron unos 20 y de los de ellos como mil”, afirma el soldado y cronista Ulrico Schmidl, que participaba de la expedición, en su diario de viajes. Sin embargo, y a diferencia de lo sucedido en otros lugares de nuestro continente, los querandíes, guerreros por naturaleza, hábiles en el manejo del arco y flecha, lanzas y boleadoras, defendieron con valor y decisión su territorio y pusieron cerco al asentamiento. “Los indios con fuerza y gran poder –señala este cronista– nos atacaron a nosotros y a nuestra ciudad de Buenos Aires en número de 23.000 hombres”.

Los españoles, víctimas del hambre, recurrieron al canibalismo. Mientras tanto, los ataques nativos se multiplicaban, lo que vino a sumarse a la escasez de alimentos, provocando la abrupta disminución del número de habitantes. Irala se rindió ante la evidencia y dispuso el despoblamiento de Buenos Aires en 1541. La ciudad fue destruida por los nativos y los habitantes la abandonaron retirándose a Asunción, proclamada ciudad por el propio Irala el 16 de septiembre de ese mismo año. Justamente Asunción sería la experiencia fundacional más exitosa de la invasión española en la zona atlántica de América del Sur, y se convertiría en “madre de ciudades”, ya que desde allí se impulsaría la conquista del litoral argentino, el Paraguay, el Uruguay y Santa Cruz de la Sierra (Bolivia).

Pese a que la Corona remató amplias extensiones de tierras americanas entregando a cambio “capitulaciones”, amplias zonas del continente quedaron al margen de la dominación colonial, como por ejemplo la Patagonia, el Gran Chaco y la llanura pampeana.

En la región de la Patagonia, el intento de conquista terminó de manera trágica. La expedición de Simón de Alcazaba, que arribó al golfo de San Jorge (Chubut) a inicios de 1535, fundó inicialmente el fuerte de Nueva León. Desde allí se organizaron varias expediciones, pero ninguna obtuvo resultados significativos. Finalmente, el hambre y la hostilidad de los nativos y del medio hicieron estragos entre los invasores. Por último, los escasos sobrevivientes se amotinaron, asesinaron a Alcazaba y se convirtieron en piratas.

En el caso del estrecho, Pedro Sarmiento de Gamboa, al mando de una misión de reconocimiento territorial organizada por el virrey del Perú, fundó en 1580 los asentamientos de Filipolis (en homenaje al rey Felipe) y Nombre de Jesús, en el estrecho de Magallanes. Sin embargo, el clima áspero y los frecuentes ataques de los corsarios ingleses –que incluso secuestraron al propio Gamboa– motivaron el fracaso del emprendimiento. (www.REALPOLITIK.com.ar)


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