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16 de marzo de 2021 | Nacionales

Martín Soria, nuevo ministro de Justicia

¿Un gesto de rebeldía de Alberto?

La semana pasada, Alberto Fernández anticipó el recambio de titular en la cartera de Justicia. Afirmó que su socia de toda la vida, Marcela Losardo, se encontraba “agobiada”. Llamó la atención que, teniendo en cuenta su discurso de promoción de los derechos de género, comunicara la novedad el 8 de marzo. Justamente en el día de la Mujer.

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Según los trascendidos de su entorno, Cristina no sólo habría exigido la renuncia de Losardo, sino también la fecha para hacerla efectiva. Nada menos que el día Internacional de la Mujer. Aunque claro, para el cristinismo sólo existe una mujer: la jefa. De algún modo constituía un presente. Como también lo había sido la entrega de la cabeza de Ginés en otra fecha conmemorativa.

En la entrevista con el periodista militante K, Gato Sylvestre, el presidente tiró una serie de nombres de posibles reemplazos, entre ellos uno que destacó: el de Martín Soria, diputado nacional y ex intendente de General Roca (Río Negro). Sin embargo los días pasaban y la designación no se producía. Muchos entendieron esto como un gesto de debilidad presidencial, de comprobación de que los nombres que le acercaba a Cristina para su aprobación eran rechazados. Por esta razón comenzaron a circular nuevas candidaturas, como las de Anabel Fernández Sagasti o de Marisa Herrera, dos miembros plenos del Instituto Patria.

Ante la insistencia de su entorno, Alberto insistía en que el paso del tiempo sólo lo favorecía, ya que demostraba que él era quien tenía la lapicera. Nadie entendía este razonamiento, hasta que finalmente ayer se produjo la designación de Martín Soria. Hoy trascendió la clave que permite entender ese argumento: el presidente esperaba que su candidato fuera sobreseído en la causa que se tramitaba en su contra en Comodoro Py, por el cobro de “aportes voluntarios” por un monto de 450 mil dólares a miembros de su gabinete durante su desempeño en la intendencia de General Roca.

Más allá de lo que sostengan los medios opositores, Martín Soria nunca fue cristinista. Su padre, Carlos Soria, se ubicó en las antípodas del kirchnerismo, salvo en algún momento de intimidad compartida.  Y hasta su denuncia por el desempeño irregular del presidente del Consejo de la Magistratura, cuando visitaba a Mauricio Macri en la Casa de Gobierno antes de que se concretaran las movidas más importantes contra Cristina en el marco del lawfare, tampoco se había preocupado mucho por la reforma judicial. Entre los quince proyectos que presentó como diputado nacional, ninguno se relaciona con el área de Justicia.

En este contexto, la decisión de Alberto puede leerse como un intento de mantener su limitada autoridad marcando límites a ambos lados de la grieta. Para el del cristinismo, designando a un candidato que no figuraba en la lista que le acercó la vicepresidenta. Para el de los promotores del lawfare, produciendo un nombramiento que, al menos en los anuncios, implica una reafirmación de los conceptos vertidos durante su discurso de apertura de sesiones de este año.

Alberto cenó con Cristina el jueves y le comunicó su decisión. La vicepresidenta no se mostró entusiasmada con el nombre de Martín Soria. En su debilidad, Alberto seguía oponiéndole resistencia. Llamativamente el sábado el presidente era agredido en su visita a Chubut. Y los encargados de “desinformar” a la Casa Militar –que se ocupa de la seguridad presidencial- fueron figuras destacadas del cristinismo de Chubut y Río Negro. ¿Fue una advertencia?

Del otro lado de la grieta, para la Corte Suprema Martín Soria “encarna la confrontación y dificulta del diálogo”. Su adversario rionegrino histórico, Alberto Weretilneck, “Soria es violento, improvisado, es una persona sumamente agresiva”.    

El propio Martín Soria anunció, en sus primeras declaraciones como ministro, que no deben esperar de él la promoción de indultos. “La vicepresidenta quiere que la misma Justicia la libere de culpa y cargo”. ¿Eran las palabras que quería escuchar Cristina?

Si bien, en sus inicios, Martín Soria tuvo un breve paso por Comodoro Py, no es un experto en justicia. De este modo, su designación entra en sintonía con la afirmación de Alberto de que él no precisa un ministro de alto vuelo, ya que es su área de experticia. Cree que él mismo puede ser el ministro informal.

El interrogante que se plantea es si, atendiendo a la sinuosa trayectoria del nuevo ministro, es posible asegurar que se contentará con ser la cadena de transmisión de las decisiones presidenciales o ensayará un juego propio. (www.REALPOLITIK.com.ar)


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