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2 de abril de 2021 | Historia

Aniversario

Guerra de Malvinas y economía. La debacle de la dictadura cívico - militar

En diciembre de 1981 asumió la presidencia el General Leopoldo Fortunato Galtieri, con la intención de recomponer el terrorismo de estado. Para eso necesitaba una causa común de magnitud tal que le propiciara la adhesión de los argentinos.

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por:
Alberto Lettieri

El acceso a la presidencia de los Estados Unidos del republicano Ronald Reagan propició un retorno a la política del garrote, que parecía clausurada por Carter. Reagan apoyó a los gobiernos “duros” de la región y levantó las sanciones por violaciones a los derechos humanos impuestas por su antecesor. Este gesto, en conjunción con la acción de oficiales y tropas argentinas en Centroamérica en apoyo de las políticas norteamericanas, hizo imaginar a Galtieri el absurdo proyecto de una alianza estratégica más plena entre ambas naciones.

Galtieri fue seducido por la propuesta de la Marina de recuperación de las Islas Malvinas. El marco externo se consideraba altamente favorable, y la causa malvinense parecía la única capaz de devolver a la dictadura el respaldo social alcanzado gracias al Mundial 78. Apenas iniciada la operación bélica, la sociedad brindó un apoyo mayoritario, incluyendo al amplio arco de partidos políticos y sindicatos que, tres días antes, habían soportado una terrible represión durante una marcha de protesta. La adhesión popular canalizaba un sentimiento nacional que fue privilegiado sobre el hecho de estar acompañando una medida de la dictadura.

El 2 de abril de 1982 se produjo el desembarco militar, y al día siguiente se declaró la soberanía argentina sobre las Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur. El general Mario Benjamín Menéndez fue nombrado gobernador. La reacción del gobierno conservador británico, conducido por Margaret Thatcher, no se hizo esperar. También en su caso la guerra significaba un fabuloso factor legitimador, para su falta de popularidad tras la aplicación de un drástico programa neoliberal en Gran Bretaña. El 3 de abril, Thatcher se dirigió a la población inglesa para anunciar la creación de un gabinete de guerra y la organización de una fuerza especial, al tiempo que dispuso el alistamiento inmediato de la Fuerza Naval. También se delimitó una zona de exclusión marítima alrededor de las islas, donde deberían realizarse los combates. La Comunidad Europea le brindó su solidaridad a Inglaterra y el Consejo de Seguridad de la ONU declaró a la Argentina país agresor exigiendo su inmediato retiro de las islas. Los Estados Unidos, lejos de apoyar a Galtieri, aplicaron una sanción económica a nuestro país y ofrecieron asistencia logística a su aliada en la OTAN, Gran Bretaña.

El 4 de abril el gobierno inglés envió 108 buques de guerra al Atlántico Sur. El 2 de mayo fue hundido el crucero General Belgrano fuera de la zona de exclusión establecida por los propios ingleses. Los combates aeronavales también dejaron en evidencia la superioridad británica. El 14 de junio Galtieri anunció la rendición de las Fuerzas Armadas. Seiscientos cincuenta argentinos, muchos de ellos adolescentes, más de un millar de heridos y mutilados y graves daños económicos fue el costo de la aventura de las Fuerzas Armadas.

NUEVAS ETAPAS DEL NAUFRAGIO ECONÓMICO

En lo económico, Galtieri eligió como ministro de Economía a Roberto Alemann, quien ya había ocupado ese cargo con Frondizi y se había manifestado como crítico de la realización del Mundial 78. La elección no podía ser auspiciosa: al asumir Alemann y presentar a su equipo, Martínez de Hoz, que se encontraba en el lugar, los definió como “mis mejores muchachos”. Alemann centró su acción en la política antiinflacionaria, aplicando una devaluación implícita de la moneda mediante la reunificación del mercado cambiario. Simultáneamente mantuvo el atraso en las tarifas públicas, frenó la emisión monetaria y puso fin a la absorción de las deudas privadas por el estado. En varias cuestiones retornó a los planteos de Martínez de Hoz: amplió el IVA a los últimos bienes exceptuados (alimentos y medicamentos), y subió su tasa al 12 por ciento, se aplicaron derechos a las exportaciones manufactureras (con lo que se equilibraban los beneficios que se les habían otorgado en la gestión anterior a cargo de la UIA), en tanto el congelamiento salarial afectó severamente el poder de compra de los trabajadores, que debieron soportar una inflación mensual del 7 por ciento. Las primeras protestas sociales no tardaron en es-tallar.

Con el inicio de la guerra de Malvinas, la Comunidad Económica Europea instrumentó sanciones contra la Argentina. Alemann, en tanto, apuntó a cuidar las reservas controlando los pagos al exterior, pero no afectó los intereses británicos en el país. Asimismo devaluó el peso el 16,5 por ciento, puso trabas a las importaciones que no fueran indispensables e incrementó los impuestos sobre las naftas, los cigarrillos y las bebidas, profundizando la recesión.

Tras la derrota de Malvinas, el nuevo presidente, Reynaldo Bignone, designó como ministro de Economía a José María Dagnino Pastore y a Domingo Felipe Cavallo como presidente del BCRA, quienes mantuvieron una fuerte confrontación en cuanto al rumbo de la política económica. Los productos agrícolas habían caído el 16 por ciento en el mercado internacional, y se registraba un enorme drenaje de divisas de los países latinoamericanos. Entre 1982 y 1985 salieron de la Argentina, el Brasil, México y Venezuela 63.800 millones de dólares, 18.600 millones más que los que habían ingresado, básicamente por préstamos, entre 1978 y 1981. En agosto de 1982 México se declaró en cesación de pagos y generó una corrida que se denominó a nivel mundial como “la crisis de la deuda”.

Dagnino Pastore perdió la pulseada y fue reemplazado por Jorge Wehbe, quien renegoció vencimientos con el FMI y aplicó algunas medidas de coyuntura, hasta la transmisión del mando a la UCR.

LA RETIRADA

El fracaso de Malvinas profundizó la crisis de las Fuerzas Armadas y abrió el juego para el inicio de la transición democrática. La sociedad ocupó entonces con determinación el espacio público: el reinado del miedo estaba liquidado. La Junta Militar se disolvió y el 1 de julio de1982 el Ejército designó como presidente al general Reynaldo Bignone, que tendría a su cargo la implementación de la salida democrática. (www.REALPOLITIK.com.ar)


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