Vaciado de poder: Sólo dos gobernadores cumplieron el pedido de Alberto Fernández

Nadie, dentro del círculo más íntimo del presidente Alberto Fernández, podría haber vaticinado que tan sólo un año después de tener un 80 por ciento de imagen positiva, hoy la Casa Rosada fuera un sitio desierto de poder para la mayor parte de los gobernadores argentinos. Algo se hizo mal, o tal vez mucho, para que ésta sea la realidad que golpea hoy a la gestión nacional.

Dentro del Gabinete, según supo REALPOLITIK, existen algunos diálogos que se encuentran truncos. Un ejemplo claro de ello fue la declaración del ministro de Educación nacional, Nicolás Trotta, asegurando que las clases presenciales no estaban en peligro, menos de 48 horas antes de que el primer mandatario las diera por suspendidas durante quince días.

La respuesta que tuvo el pedido que surgió hacia los gobernadores desde la Quinta de Olivos, de imitar las medidas tomadas en el territorio de AMBA fue otra señal inequívoca de vacío de poder. Fernández insistió que tanto en el resto del país como en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires se suspendan las clases presenciales hasta el 30 de abril y se adopten medidas restrictivas para la circulación. Todos simularon no haberlo escuchado.

El malestar en Olivos es palpable. Ya nadie pareciera hacerle caso al presidente. Lejos, muy lejos, quedó la imagen de ese Fernández intrépido y decidido que tomó las riendas de una cuarentena anticipada en marzo del 2020. Hoy se palpita un hombre dubitativo, temeroso, que se explica una y otra vez a sí mismo en entrevistas radiales, dando excusas y tratando de convencer a sus súbditos de sus propias decisiones.

En conjunto, los gobernadores no tomaron con agrado el haberse enterado de las nuevas medidas del presidente por televisión. No las consultó en privado con ninguno, y sólo lo siguió el gobernador de Catamarca, Raúl Jalil, el único en suspender las clases presenciales. Horas después, se adhirió el siempre alineado Axel Kicillof, aunque incluso dentro de su propio territorio aun tiene que lidiar con focos rebeldes.

La posición de los gobernadores en general, según supo REALPOLITIK, es ambigua. Ninguno quiere tener problemas con Alberto Fernández, pero pocos lo respetan lo suficiente como para seguirlo a ojos cerrados en todas sus decisiones. “Los gobernadores huelen la debilidad como los tiburones la sangre”, admitió un funcionario de Casa Rosada a este medio. Y la posición del presidente hoy es notablemente más débil que hace un año. Incluso en las encuestas, su imagen se viene derrumbando indeteniblemente desde noviembre del año pasado.

Tanto, que a pesar de la cuestionada gestión de su antecesor Mauricio Macri, hoy el grueso de las culpas por la crisis económica recae sobre sus espaldas casi exclusivamente. En este escenario, los gobernadores hicieron lo que mejor les sale: dar una respuesta políticamente correcta,  y luego hacer lo que quieran.

En este sentido, los primeros mandatarios de Mendoza, Santa Fe, Córdoba, Chubut, San Juan, Jujuy, Entre Ríos, La Pampa y tantos otros, manifestaron su solidaridad con el presidente Fernández y hasta algunos fueron más lejos, asegurando su apoyo a las medidas. Sin embargo, ninguno las practicó en su territorio, a pesar de que el presidente lo pidió explícitamente.

Vaciado de poder, con la imagen de su gestión en el piso histórico y con comerciantes, empresarios y colegios privados rebelándose a sus medidas, el presidente se acerca sigilosamente a una elección de medio término que pareciera mucho más compleja de lo que imaginó. Lo tildaron de títere de Cristina Fernández y ahora le dieron la espalda por decidir en soledad. En la oscuridad de los pasillos de la Quinta de Olivos, finalmente, la falta de una estrategia política clara quedó expuesta a la luz. (www.REALPOLITIK.com.ar)

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