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21 de mayo de 2021 | Pelota dividida

El fútbol y sus épicas

Rompieron el micro, casi no llegan, se cambiaron en un colectivo de línea... y ganaron

En diciembre de 1997, Defensores de Belgrano vivió una situación similar a la que padeció River y también sumó tres puntos para una temporada inolvidable.

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por:
Juan Provéndola

En 1995, Defensores de Belgrano vivió uno de los momentos más angustiantes de su historia: asfixiado por deudas millonarias y al borde de la quiebra, un grupo de jóvenes hinchas tomaron la dirección del club para sanear las cuentas y evitar la venta del histórico estadio en el barrio porteño de Núñez, una de las zonas más caras de toda la ciudad de Buenos Aires (y, por ende, tentación de negocios inmobiliarios).

Superado ese trance traumático, Defe pudo volver a concentrarse en la parte deportiva para armar un plantel competitivo, ya que en simultáneo convivía con el fantasma del descenso a la C como producto de algunos campeonatos magros. Así, construyó una memorable campaña en la temporada 1997/1998 en la que estuvo a poco de salir campeón y subir al Nacional B.

Pero en medio de la satisfacción y las expectativas sucedió un hecho insólito que casi le hace perder un partido... sin siquiera jugarlo. Ocurrió el viernes 16 de diciembre de 1997, ocasión de la penúltima fecha del torneo Apertura de aquel año. 

"Teníamos que jugar contra el CADU de Zárate en su cancha del barrio de Villa Fox y fuimos con el transporte que nos llevaba, un humilde micro son calefacción ni aire acondicionado", recuerda Mariano Provéndola, quien entonces tenía 21 años y pertenecía a la mencionada joven Comisión Directiva que salvó al club de la quiebra y de perder su estadio en Avenida del Libertador y Comodoro Rivadavia, frente a la ex ESMA. "Pero a unos 25 kilómetros de Zárate el micro comenzó a echar humo. Así que nos salimos de la Panamericana para ver qué pasaba".

"Todos nos bajamos, el que manejaba se puso un mameluco y dijo: 'tranquilo, ya lo arreglo'. Revisó el motor, luego se tiró abajo abajo del micro... pero no arrancaba. El tiempo empezaba a jugarnos en contra y teníamos que pensar en alguna alternativa. El club venía de pasarla muy mal, nuestra administración era austera y encima no estaban divulgados los celulares. Era muy difícil comunicarse", explica Mariano, quien viene de una familia muy vinculada al Dragón: su abuelo Mario Provéndola había sido directivo y también Director Técnico, mientras que su primo segundo Ernesto "Pirulo" Camino es una de las glorias históricas del club (a pesar de jugar de zaguero, está entre los diez máximos goleadores gracias a su habilidad tanto en el juego aéreo como en la ejecución de tiros libres). 

"Así las cosas, no nos quedó otra que ir a buscar paradas de colectivos. En ese entonces no existía la tarjeta SUBE, así que nos pusimos a juntar monedas. Pero nadie paraba. Claro: éramos como veinte. ¿Quién nos iba a subir? ¡Ibamos a rebalsar los bondis!", se ríe Provéndola. Hasta que en el momento de máxima tensión, se produce el milagro: "Enganchamos un Expreso Paraná, el 228, que estaba fuera de línea. Es decir, vacío. Curiosamente, ese servicio tenía los micros pintados de rojo y negro: los mismos colores de Defensores".


La otra "figura" del partido: el 228 que le permitió a Defensores llegar a Zárate.

"El 228 tenía un ramal que iba de Puente Saavedra hasta Zárate, pero iba por calles paralelas a la Panamericana y muy lentamente. Como se estaba haciendo la hora del partido, los once titulares se fueron cambiando en el viaje, entre los asientos, poniéndose hasta los botines. El colectivero nos dejó a dos cuadras del estadio de Zárate, y así como estaban vestidos, los jugadores caminaron y entraron a la cancha para jugar, porque le pedimos a los de CADU los quince minutos de tolerancia pero nos lo negaron". 

Así, con tan solo once tipos vestidos de futbolistas en un micro y sin ningún tipo de precalentamiento, Defensores de Belgrano llegó al límite del tiempo... y ganó el partido. El histórico Hugo Rodríguez fue el capitán, mientras que Jorge Barrone y Martín Delorenzo marcaron los goles para un 2-0 que marcó la suerte de ambos. Es que, al final de la temporada, el Dragón clasificó al reducido por el segundo ascenso (llegó a la última fecha del Clausura 1998 con chances de ser campeón y subir directo al Nacional B), mientras que el CADU terminaría bajando a la C. (www.REALPOLITIK.com.ar)


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