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1 de junio de 2021 | Internacionales

Tercera ola en puerta

Bolsonaro aprueba la realización de la Copa América en Brasil a pesar de la grave situación sanitaria

La sede de la Copa América sigue estando en duda. Más allá de los anuncios realizados por la Confederación Brasileña de Fútbol y la CONMEBOL –entidad organizadora del evento–, no está claro aún que finalmente sea Brasil el país de su realización.

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Con 2012 muertos y 79.670 contagiados sólo en las últimas 24 hs, el país vecino ya suma 461.057 fallecimientos y 16.471.600 de casos positivos. Y, como si esto fuera poco, las fronteras se encuentran cerradas para el ingreso de viajeros de cualquier país del mundo.

La realización de la Copa América, en el pico de la pandemia en América Latina y en el continente más afectado por el COVID a escala mundial, resulta claramente un despropósito que sólo se comprende por la danza multimillonaria de intereses que rodea a la competencia. 

Las sedes iniciales, Colombia y Argentina, resignaron su organización a consecuencia del rechazo que generó en la opinión pública la alternativa de circulación por el subcontinente de planteles, allegados y periodistas, en el mismo momento en el que se debate la profundización de las restricciones y la presencialidad escolar y laboral. Primero fue el gobierno de Colombia el que se bajó, apenas unos días después de que el presidente Iván Duque Márquez presionara a su par argentino para su confirmación. La situación interna colombiana, sumada al impacto del COVID, le terminaron torciendo el brazo.

En la Argentina, como sucede con cualquier tema de agenda, la realización de la Copa América cayó en la grieta. Era una flagrante contradicción la decisión inicial del gobierno de Alberto Fernández de seguir adelante con la organización en solitario la competencia, tras la defección del país co-organizador, y la oposición salió a facturarle esa inconsistencia. Hasta el propio Mauricio Macri trató de sacar rédito, dando un giro de 180 grados respecto de sus declaraciones habituales, para tomar partido por dar un paso al costado. El gobierno nacional, cuando vio que ni propios ni ajenos lo acompañaban, finalmente anunció –entre gallos y medianoche– el pasado domingo la resignación de la iniciativa. Demasiado tarde, tal vez, ya que le implicó un nuevo costo autoinflingido.

Inmediatamente después de conocida la decisión argentina, la Confederación de Fútbol de Brasil le ofreció a la CONMEBOL convertirse en sede. Inmediatamente se le adjudicó, y de Paraguay –residencia oficial de la entidad– empezaron a emitirse las declaraciones públicas de agradecimiento a Jair Bolsonaro

Pero había un problema: la Confederación Brasileña había actuado por su cuenta, sin consultar al gobierno de su país, justo en el momento en el que las restricciones federales se incrementaban a la vista del hundimiento en las encuestas de Bolsonaro, a consecuencia de la posición de prescindencia absoluta en el combate contra la pandemia que sostuvo hasta hace muy poco.

Por esta razón, mientras que la CONMEBOL y la Confederación Brasileña de Fútbol celebraban la realización de la competencia, el jefe de Gabinete de Brasil, Luiz Eduardo Ramos, salió a desmentir tanta algarabía, informando que no hay nada definitivo y que, en caso de que finalmente se lleve a cabo, habría que aplicar protocolos estrictos, sin asistencia de público y previa vacunación de todas las delegaciones. Y, además, esto implicaría evaluar la modificación las políticas de cierre total de fronteras que está vigente. 

"Todavía no hay nada cerrado, quiero dejar esto de forma bien clara. Estamos en medio del proceso. Pero no vamos a rehuir la demanda, en caso de que sea posible de atender", anticipó el jefe de Gabinete. 

Otro punto en cuestión es el de las sedes propuestas, ya que una de las que propuso la Confederación es nada menos que Manaos, una de las más afectadas por el COVID y donde se generó una de las nuevas y más contagiosas cepas del virus. 
"Las sedes serán responsabilidad de la CBF. De acuerdo con la elección de las sedes, ellos consultarán con los Estados", señaló Ramos.  

Si bien de las declaraciones del jefe de Gabinete brasileño parece desprenderse que finalmente habría una resolución favorable a la realización de la Copa América, para todos los gobiernos significa un presente griego, que implica más compromisos y riesgos que rédito concreto. Sin embargo, el vil metal siempre termina imponiendo su lógica, sin importar los costos. (www.REALPOLITIK.com.ar)


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