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1 de junio de 2021 | Opinión

Argentina y el mundo

Una política exterior bipolar

El nuevo multilateralismo ha definido la política exterior de los países de Latinoamérica y el mundo, en especial a la República Argentina, dado que desde la toma de posesión del presidente Alberto Fernández, su política exterior ha dado pasos que resultan ser incomprensibles para muchos e inentendibles para otros.

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por:
Junior Pérez

Para un mejor entendimiento de la sintomatología “bipolar” de esta política exterior, tenemos que enfocarnos en varias vertientes tales como: búsqueda de apoyo con los países del Club de París y el Fondo Monetario Internacional; negación de la vacuna producida en laboratorios estadounidenses o ingleses; reflejo de una mejor alianza estratégica y científica con Cuba, Rusia y China; condena de los actos defensivos del estado de Israel contra Hamas; y el desacuerdo con la demanda interpuesta al régimen de Venezuela por violación de los derechos humanos, así como un sinnúmero de acciones geopolíticas que han marcado un vasto desconocimiento del gobierno respecto al manejo de la política exterior.

Todos estos sucesos ocurridos en los últimos días en materia exterior, han dejado a la nación con una distancia bien marcada con los grupos de los países en vía de desarrollo y las potencias del mundo desarrollado, con una ideología afianzada en el libre mercado. Esto refleja en el ámbito exterior la figura del presidente Alberto Fernández que cada día va representando más los intereses de Beijing, Moscú, Caracas y La Habana feudal de los Castro. La alianza estratégica con este bloque, integrado por muchos países pertenecientes a los “no alineados”, va a reflejar un retroceso en lo que concierne a cómo se visualiza a la Argentina en el mundo, dejando atrás los factores de incidencia que tenía este gigante sudamericano en las decisiones importantes concernientes a los cambios rotundos de la globalización a principios de siglo.

Los constantes tropiezos en materia de deuda que han permeado en el desarrollo de este país, han bloqueado el importante uso que pudo haberle dado a sus recursos científicos y naturales. Esto también apunta a los gobernantes que han ocupado el sillón de Rivadavia, que han tenido dentro de sus planes de gobierno una política de endeudamiento. Fruto de estos planes inconsistentes y poco confiables, la República Argentina no goza de un crecimiento exponencial desde el año 2010.

Sin embargo, esto no viene aconteciendo solo en los últimos gobiernos locales, sino gestión tras gestión, lo que deja entrever que no han puesto un piso a la política de endeudamiento, dejando de lado la visión de “achicar” o disminuir el gasto público, lo cual llevaría a que el gobierno pueda dar respiros a una gestión de cambio y con igualdad para todos.

Ojalá puedan surgir nuevos liderazgos con un más matiz confiable, para poder dirigir los destinos de la nación de la bandera azul celeste y el sol radiante en el centro. Ojalá Argentina pueda volver a recrear los años de gran crecimiento y avance para convertirse en un actor clave y estratégico en la región, para terminar así con esta “bipolaridad” que ha caracterizado a sus últimas gestiones gubernamentales.

 

(*) Junior Pérez es comunicador y analista internacional.


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