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11 de junio de 2021 | Nacionales

Otro papelón y van...

Alberto Fernández y los errores que le cuestan caro al gobierno

Felicitó a Pedro Castillo por su elección como presidente de Perú, cuando aún resta la proclamación de su victoria por parte de la Justicia Electoral. Alberto Fernández no se lleva muy bien con los códigos de la diplomacia internacional y sólo consigue provocar rechazos y condenas por todas partes.

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“Le expresé mi deseo de que unamos esfuerzos en favor de América Latina”, comunicó el presidente argentino, sin importarle que el conteo de los votos todavía no había concluido. “Somos naciones profundamente hermanadas”, sentenció Alberto. Le faltó afirmar que los peruanos también habían venido de los barcos, para demostrar esa filiación común.

Al momento de la felicitación oficial del primer mandatario argentino, se llevaba contabilizado el 99,1 por ciento de las actas, que le otorgaban a Castillo un 50,2 por ciento de los votos, mientras que Keiko Fujimori, de Fuerza Popular, sumaba un 49,8 por ciento. Una diferencia de apenas 71 mil votos, que si bien algunos observadores consideran como irreversible, puede dar lugar a acciones judiciales por parte de los derrotados.

No le importó esta situación a Alberto Fernández, quien, en tono festivo, comunicó: “Celebro que el querido pueblo peruano enfrente el futuro en democracia y con solidez institucional”.

Tampoco tuvo en consideración que Fujimori había anunciado que pediría la nulidad de unos 200 mil votos y que su equipo se encontraba haciendo un “seguimiento a todo el proceso de observación que se está haciendo de este proceso de impugnación (revisión), que son 1.200 actas, que esperamos luego sean contabilizadas en el recuento final del Jurado Nacional de Elecciones”.

“Si sumamos 802 mesas en las que se han presentado solicitudes de nulidad que más o menos representan 200 mil votos, y le agregamos las 1.200 actas observadas que representan 300 mil votos, aquí todavía están en juego 500 mil votos, medio millón de votos a nivel nacional que creemos que es fundamental que se analicen para el recuento nacional que tiene que llevar a cabo el Jurado Nacional de Elecciones”, aseguró la hija del ex presidente peruano que, como su padre, afronta también procesos judiciales por corrupción y lavado de dinero.

Pedro Castillo fue mucho más juicioso que el presidente argentino, y llamó a “la paz y tranquilidad” para no caer “en provocaciones de quienes quieren ver este país en el caos”. Y aseguró: “Sigamos firmes y alegres en esta lucha final que es de todos los peruanos”, arengó.

El presidente del Jurado Nacional de Elecciones, Jorge Luis Salas, se mostró sorprendido por la magnitud del reclamo de Fujimori, ya que en las elecciones de 2016 “solo se presentaron cuestionamientos contra 29 mesas”. Sin embargo, la opinión prevaleciente es que las variaciones en la contabilización de los sufragios resultaría insuficiente para modificar el resultado definitivo.

El clima social es tenso. En Lima se suceden las manifestaciones de ambos espacios, que incluso han llegado a provocar enfrentamientos e incidentes. En este contexto enrarecido el presidente argentino se consideró autorizado para proclamar la victoria de uno de los contendientes, por encima de las autoridades electorales y judiciales designadas por la Constitución peruana.

La respuesta del gobierno actual de la nación hermana no tardó en responder ante la intromisión de Fernández, y presentó una nota formal de queja a través del ministerio de Relaciones Exteriores.

“Ante las expresiones del señor presidente de la República Argentina, Alberto Fernández, efectuadas en la fecha, el gobierno del Perú se ha visto en la obligación de entregar una nota de protesta al embajador de la República Argentina, indicando que los resultados finales de las elecciones generales 2021 aún no han sido anunciados por las autoridades electorales de nuestro país”, puntualiza el comunicado.

En el entorno del presidente argentino dejaron trascender que su intervención fue una acción preventiva, para impedir que la derecha peruana recibiera el apoyo de sus aliados internacionales para obtener en los estrados judiciales la victoria que el pueblo le había negado. Sólo un día después de su papelón en la conferencia con el presidente español, Alberto Fernández decidió ponerse el traje de justiciero para irrumpir en la vida política interna de otro país latinoamericano.

No hay caso. No aprende, ni quiere hacerlo. (www.REALPOLITIK.com.ar)


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