Nacionales
Políticos ricos, pueblo pobre
Las fastuosas propiedades de la “Década Robada”
Mansiones de millones de dólares, yates de lujo, chacras de 5 hectáreas, canchas de fútbol y caballerizas, son tan sólo algunos de los lujos de los principales políticos de la década K. El lado B de un relato que se esconde detrás de planes sociales y negocios con el estado. Lo que Jorge Lanata bautizó como la “Década Robada”.
Entre todas las variantes posibles de los regímenes políticos denominados populistas que hubo en la historia de la humanidad, desde los que hubo durante décadas en el norte de África hasta los incontables presidentes y dictadores que lo practicaron en América Latina, todos tuvieron en común una única variable: llevar adelante medidas populares que sostienen al pueblo en una “miseria digna”, como diría el popular personaje de Luis Brandoni en Esperando la Carroza, mientras los políticos se enriquecen de forma escandalosa.
Un breve recorrido por la historia patrimonial de los principales dirigentes políticos kirchneristas, desde el secretario privado Daniel Muñoz, pasando por el polémico Enrique “Pepe” Albistur, hasta el joven Máximo Kirchner, quien no tuvo un trabajo registrado hasta los 38 años y tan sólo en seis años reunió una fortuna declarada en 291 millones, es un paseo por la historia contemporánea de un país que pareciera haber naturalizado la corrupción como parte regular de sus vidas.
Sería imposible abarcar en un solo artículo periodístico el historial de enriquecimiento de todos aquellos que posaron su mano en la meca de oro que fue el kirchnerismo, por lo que sólo podemos citar algunos ejemplos.
El ex titular de la AFIP, Ricardo Echegaray, comenzó a trabajar junto al matrimonio Kirchner en el año 2003 con un patrimonio declarado de 168 mil pesos. Hoy, es un multimillonario retirado con lujosas casas en el country Talar del Lago I, Nordelta y hasta un coqueto piso en el complejo Manantiales de Punta del Este.
Una de las casas de Ricardo Echegaray.
Enrique “Pepe” Albistur, quien llegara al mundo de la publicidad en vía pública de la mano del kirchnerismo, según sus propios allegados, “con una mano atrás y otra adelante”, fue imputado por enriquecimiento y defraudación a la administración pública. Nada pasó, y hoy continúa manejando los hilos del mismo rubro desde la mansión más fastuosa del country Grand Bell, en La Plata, y le prestó su departamento privado en Puerto Madero al propio presidente Alberto Fernández. En una de esas paradojas que rayan la ironía tan propias del kirchnerismo, su esposa Victoria Tolosa Paz dirige desde la misma mansión el llamadoConsejo del Hambre.
La casa del clan Albistur.
Quien fuera el ministro de Planificación Federal, luego procesado y detenido Julio De Vido, llegó al kirchnerismo con monedas en los bolsillos y hoy tiene una verdadera mansión en el country Puerto Panal, de Zárate, con un lago privado, una caballeriza, una pajarera y cancha de fútbol propia.
La casa de Julio De Vido.
El ex secretario de Transporte Ricardo Jaime llegó pidiendo permiso y hoy tiene un yate privado, una casa en un barrio privado de Villa Carlos Paz con bajada privada al lago San Roque, tres casas en el country Cuatro Hojas. Fue condenado tres veces por corrupción y defraudación al Estado. Todo lo compró, según aseguró, con su salario de funcionario público.
Uno de los envidiables bienes de Ricardo Jaime.
Juan Manzur se ganó la lotería con el kirchnerismo. Ex ministro de Salud de Cristina Fernández de Kirchner y actual gobernador de Tucumán, una de las provincias más pobres del país, declaró 28 propiedades a su nombre y según inspectores de la AFIP que lo investigan actualmente, su patrimonio alcanzaría los 1.000 millones de pesos.
Una de las casas de Manzur.
Incluso aquel que cumplía roles menores, que ni siquiera llegaba al cargo de funcionario, se veía favorecido por “el toque de Midas”, como se conoció al efecto de llegar a conocer a algún dirigente de peso kirchnerista. El secretario privado de Néstor Kirchner, el fallecido Daniel Muñoz, era un hombre humilde. Al morir, se había transformado en multimillonario y propietario de, entre otras tantas propiedades, una casa de 1.000 metros cuadrados construidos en una coqueta zona del barrio de Saavedra. Su esposa debió fugarse de la Justicia poco tiempo después.
Una de las propiedades de Daniel Muñoz.
Máximo Kirchner, quien nunca trabajó hasta los 38 años, se compró una lujosa chacra de 5 hectareas en 2.2 millones de dólares en el mismo country, Puerto Panal, que Julio de Vido.
La mansión de Máximo Kirchner.
La fortuna de Máximo se encuentra entrelazada con la de su madre, Cristina Fernández y la de su hermana, Florencia Kirchner. Según los interventores que estudian las numerosas causas penales que rodean a la familia, su fortuna ascendería a los 42 millones de dólares, y eso sin tener en cuenta los 27 inmuebles que aún restan cotizar.
Es imposible mencionar en un solo artículo la totalidad de las fastuosas propiedades de la dirigencia kirchnerista, pero lo cierto es que se cuentan por montones.
La casa de Luis Morghenstein, el ex intendente de Las Talitas, la ciudad más pobre de Tucumán.
El hotel Mora en Santa Cruz, ligado a Ricardo Barreiro, el jardinero K.
La casa del ex jefe de Gabinete sciolista, Alberto Pérez, en el exclusivo Country Abril.
La casa de Daniel Scioli en Villa La Ñata.
La casa de Katya Daura, ex titular de la "Casa de la Moneda".
La casa de Luis Lobos, ex intendente de Guaymallén.
Una de las propiedades de Raúl Copetti, ex tesorero del Frente para la Victoria.
Otra casa del jardinero Ricardo Barreiro, en El Calafate.
La propiedad de Romina Picolotti, ex secretaria de Medioambente de Néstor y Cristina Kirchner, en Palm Beach, USA.
La casa del polémico Sergio Schoklender.
La hostería Sur 54 Lodge, en Tierra del Fuego. Una de las propiedades de Fabián Gutierrez, ex secretario Privado de CFK.
Una de las propiedades del ex gobernador de Entre Ríos, Sergio Urribarri.
Los ejemplos se repiten, interminables, desde las más altas esferas del poder político hasta los rincones más recónditos de la administración pública. Desde los amigotes del presidente de turno al funcionario provincial que pide un 30 por ciento “para los muchachos”. Mientras tanto, cientos de miles de militantes continúan bajo el frío, repartiendo panfletos, repitiendo hasta el cansancio el discurso aprendido de memoria, sosteniendo una estructura corrupta, a cambio de planes sociales y una mano del puntero de turno. (www.REALPOLITIK.com.ar)
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