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7 de septiembre de 2021 | Nacionales

El post albertismo

Los “tres mosqueteros”

No es un secreto para nadie que la relación entre Cristina Kirchner y Alberto Fernández está estallada. Hacia afuera tratan de mostrarse unidos, pero cada vez les sale peor.

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La reiteración de que jamás traicionará a su vicepresidenta que realiza el presidente cada vez que tiene un micrófono a mano demuestra que Cristina ya no le cree nada de lo que dice. Como a un marido infiel al que su pareja dejó de tomar en serio sus promesas de que ya no reincidirá, la vicepresidenta no quiere ni que se lo nombren.

El OlivosGate fue el punto de inflexión. El definitivo. Con las elecciones legislativas comprometidas, Alberto se enterró solito, sin que la oposición tuviera que mover un dedo. Sus excusas fueron aún peores y, aunque se desdijo de la declaración inicial de que la culpa era de Fabiola Yáñez, ya se había cavado su propia fosa. Un ser lábil, dispuesto a entregar a su compañera con tal de salvar su pellejo.

Desde el cristinismo más consistente hacen extensivo el pedido de renuncia a los funcionarios más próximos al presidente. El jefe de Gabinete, Santiago Cafiero; el secretario general de la Presidencia, Julio Vitobello; el vocero presidencial, Juan Pablo Biondi; y la ministra, Sabina Frederic. No soportan más su incompetencia.

Otros cuya renuncia es requerida son los ministros Martín Guzmán, Claudio Moroni, Matías Kulfas y el presidente del Banco Central, Miguel Ángel Pesce. En este caso no se trata de incompetencia, sino de “jugar para el enemigo”.

En el ala dura del cristinismo no quieren que queden ni rastros de “albertismo” en el gobierno nacional. La actual gestión es vista como una experiencia caótica, timorata y concesiva. Razones no les faltan.

Quienes desempeñan un rol clave para impedir el estallido del Frente de Todos son los “tres mosqueteros”: Sergio Massa, Máximo Kirchner y Eduardo “Wado” de Pedro. Saben que, si la intolerancia de Cristina Kirchner y la inconsistencia de Alberto Fernández terminan en un ajuste público de cuentas, la única beneficiaria sería la oposición.

Alberto y Cristina ya atraviesan el otoño de su vida política. Sergio, Máximo y Wado están en el momento justo para asumir un rol protagónico. Un fracaso del Frente de Todos podría llevárselos puestos. Por eso tejen pacientemente consensos, habilitan canales de diálogo, tratan de bajar los decibeles del conflicto.

¿Alcanzará con eso?

En el cristinismo duro algunos se esperanzan con un mal resultado electoral que obligue al “albertismo” a la retirada incondicional, para así hacer realidad la consigna de 2019: “Vamos a volver”. Se trata de una apuesta riesgosa, pero están convencidos de que es mejor jugar el todo por el todo a terminar diluyéndose en una indecorosa agonía progresista. (www.REALPOLITIK.com.ar)


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