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24 de septiembre de 2021 | Cultura

Censura y espionaje

Rock, espías y policías (III): Almendra, persecuta y paranoia

La tercera entrega de esta saga recuerda el celo de la policía bonaerense con el regreso de la banda a fines de 1979, plena Dictadura. La histórica razzia en La Plata y el "lenguaje" que inventaron los músicos para comunicarse por teléfono.

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por:
Juan Provéndola

La noticia de la reunión de Almendra a nueve años de su separación alentó una expectativa mayor a la imaginada: lo que inicialmente iban a ser apenas dos presentaciones, terminó deviniendo en una extensa gira, un disco de estudio ("El valle interior") y un álbum doble en vivo, registrado en algunos de los tantos shows que hicieron en Obras. 

Algo nunca visto hasta entonces en el incipiente rock argentino. Y, como toda convocatoria masiva durante la última Dictadura merecedora de una temible desconfianza: la de la policía y sus servicios de espionaje.

A la saga en Obras le siguieron Rosario, Mar del Plata y hasta Punta del Este. Pero mientras el entorno de la banda organizaba los pormenores de esa gira cada vez más creciente, la Dirección de Inteligencia de la Policía Bonaerense iba acercándose su mirada. El resultado de esa tarea integra una carpeta con numerosas fojas.   

Según se desprende de los documentos desclasificados años atrás por la Comisión Provincial por la Memoria, el ministerio del Interior de la Nación también fue clave en estas acciones. La cartera estaba a cargo de Albano Harguindeguy, uno de los cerebros del terrorismo de estado, quien venía de reportar como jefe de la Policía Federal en el último año de gobierno de María Estela Martínez de Perón

Beneficiado con las leyes de Punto Final y Obediencia Debida, el general Harguindeguy tuvo mejor suerte que sus superiores condenados en el Juicio a las Juntas. Hasta que la derogación de esos decretos presidenciales lo puso en el banquillo. Un decir: acusando problemas de salud, el ex ministro del Interior de Videla se negó a declarar y logró cumplir la prisión preventiva en una casaquinta de Los Polvorines. Estaba imputado por centenas de secuestros, torturas y desapariciones en numerosas causas, aunque murió en octubre de 2012 sin ninguna condena firme.

La participación del ministerio del Interior en las tareas de espionaje hacia Almendra fue importante, habida cuenta de un documento de carácter "reservado" y "muy urgente" que desde allí se remitió a todos los gobernadores del país a fines de diciembre de 1979, mes del regreso de la banda. 

Presentados con algunas omisiones o errores (a Spinetta solo lo llamaban solo "Luis", mientras que a Rodolfo García lo confundían con "Adolfo"), el memo confidencial afirmaba que "sus integrantes hacen alarde de su adicción a las drogas, circunstancia que incluso es insinuada en las letras de algunas canciones que interpretan" (aunque en ningún momento aclaraban de qué canciones se trataban, y en qué partes específicas). Además, los acusaban de alentar "el desenfreno sexual y la rebeldía ante nuestro sistema de vida tradicional".

Pocos días antes de ese envío, a Almendra le habían suspendido un show en la ciudad de Córdoba. Aprovechando ese episodio, el ministerio del Interior cerraba el documento sugiriéndole a los otros gobernadores que "puedan adoptar medidas similares" en sus territorio.

En la provincia de Buenos Aires, la policía debió ponerse en guardia porque Almendra estaba planeando shows en su zona de acción y control para enero de 1980, el mes siguiente. Un despacho titulado "FACTOR EXTREMISMO" (así, con mayúsculas) pedía conocer —"a la brevedad"— "datos de filiación de sus integrantes y representantes, cómo así fotografías de los mismos", "antecedentes que se puedan obtener de sus recitales actuales (rectores periodísticos, revistas especializadas, etc)", "antecedentes que obren de los nombrados en la Comunidad Informativa" y "todo otro dato que considere de interés".

La respuesta, a pesar de ser requerida con celeridad, llegó casi un mes después. Constaba de apenas tres páginas que no sirvieron para nada: lo más grave que pudieron decir Spinetta (esta vez presentado como "Luis Alberto Espinetta") era que "grabó un Long Play dedicado al escritor y poeta francés Antonin Artaud (SIC), célebre por su creación subrealista (SIC), siendo afecto a las drogas, causa que determinaron su muerte siendo muy joven".     

Pero resultó que el mercado fue mucho más rápido que la "inteligencia": cuando la DIPPBA intento presionar para suspender un show en Estudiantes de La Plata, ya se habían vendido gran cantidad de entradas (los documentos hablan de siete mil, aunque luego contabilizaron 1600 espectadores). En ese escenario, el intendente optó por lo que habrá considerado "el mal menor": prefirió rechazar a los servicios de espionaje antes que a un espectáculo montado a pocos días de su concreción.  

Desairada, la policía bonaerense dobló la apuesta y dispuso un férreo operativo para ese show del 4 de enero de 1980. En un memo de esa mañana, la DIPPBA ordena "grabar el desarrollo del concierto" e "informar toda circunstancia que se produzca".

"En el ambiente del estadio se respiraba el aroma típico de la fumadora de picadura de marihuana, por lo que se procedió a investigar tal origen", dice uno de los documentos que narra lo sucedido en el recital. Convocaron a policías de la Comisaría 9 de La Plata y se terminaron llevando a dos personas. Aunque ambos, menores de edad, no tenían marihuana, sino "un frasco del perfume denominado "pachuli", justamente con los palillos de bandera balsa para su uso". 

Aunque lo peor llegó al final. A la salida, la policía arrestó a 200 personas con la siempre mentada artimaña de la Doble A: Averiguación de Antecedentes. En volumen de gente, se trató de la razzia más grande que hubo en un recital de rock en Argentina.

Almendra ya había padecido una secuencia similar en 1969, cuando iban a compartir una presentación junto a Manal en un local de Recoleta y la policía los detuvo junto a sesenta personas, según indicó un artículo de la revista sensacionalista Así (cuya foto ilustra esta nota). Y, sin tener que irse tanto hacia atrás, Spinetta y Edelmiro Molinari había sido levantados una tarde de 1977 de un bar, pasando la noche en un calabozo que —para curiosidad y alarma del Flaco— tenía escrita en una de sus paredes una parte de la letra de "Cementerio club", publicada justamente en el disco "Artaud". 

Pero esa noche de enero de 1980 en Estudiantes fue la peor de todas.

Igualmente, Almendra pudo continuar su gira, grabar un disco y seguir en activo casi un año más. El reconocimiento de su público pudo más que la persecuta y la paranoia. Incluso, que la paranoia instalada entre los propios músicos, quienes desde aquella noche en La Plata, y por mucho tiempo, se comunicaban por teléfono con una especie de dialecto secreto inventado para burlar las delirantes tareas de espionaje. (www.REALPOLITIK.com.ar) 


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