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26 de octubre de 2021 | Nacionales

¿Vuelve a la gobernación?

Juan Manzur comenzó como vendaval y se convirtió en una suave brisa

Cuando asumió la jefatura de Gabinete, después de la derrota de las PASO, aparecía dispuesto a ejercer el ejecutivo sin ocultarlo. Allí mismo lanzó el proyecto Juan XXIII, para apuntalar su campaña electoral para las próximas elecciones presidenciales. Pero en Argentina la política se alimenta de sus hijos y el tucumano fue perdiendo peso político.

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Su incapacidad para controlar los desaciertos de Alberto Fernández y la designación de los nuevos funcionarios, que ya no eran “funcionarios que no funcionan” sino cuadros largamente curtidos en la arena política, le fueron restando protagonismo. No es complicado brillar en un gabinete compuesto por improvisados como Sabina Frederic o Santiago Cafiero. Pero con Aníbal Fernández, Julián Domínguez o, más recientemente, Roberto Feletti –en un cargo mucho más trascendente que su ubicación en el organigrama oficial- las cosas cambian.

En apenas un mes de gestión, Manzur pasó de la ultra actividad pública a la ultra actividad palaciega. No es que trabaje menos ni tenga menos reuniones de trabajo. Sólo que ahora no toman estado público.

El viaje que emprendió a los Estados Unidos para respaldar o “supervisar” –según quien lo explique- las negociaciones de Martín Guzmán podrían haberle ganado el cielo, pero le abrieron las puertas del infierno. Manzur no se reunió con el FMI sino con un grupo de inversores, a los que no consiguió convencer sobre la conveniencia de confiar en la Argentina ante los reiterados dislates de Alberto Fernández y la histeria escenográfica que caracteriza a la plana mayor del Frente de Todos.

Para peor, su viaje en un avión sanitario de la provincia de Tucumán mereció una andanada de críticas, y la instalación en la opinión pública de que, lejos de ser diferente, era más de lo mismo.

De todos modos, no es que haya quedado marginado de la mesa de decisiones del gobierno, aunque su poder haya sido acotado en menos de un mes. Su función principal es oficiar como vocero y articulador de un grupo de gobernadores peronistas, algunos referentes sindicales y ciertos grupos empresariales, sobre todo de la órbita de la salud.

En la semana que pasó, dos designaciones incrementaron ese ocultamiento. La de Gabriela Cerruti, quien abiertamente se había manifestado en contra de sus posiciones tradicionalistas y homofóbicas, y la de Roberto Feletti, cuyos anuncios y definiciones se “comieron la cancha” en el espacio del oficialismo, a punto tal de que su política de precios máximos se convirtió, en apenas un par de días, en el eje de la campaña del Frente de Todos de cara a las elecciones de noviembre.

Ahora el tucumano juega sus cartas con cuidado, y hasta evalúa reasumir la gobernación de su provincia después del 15 de noviembre, cuando las definiciones sobre el futuro del Frente de Todos comiencen a producirse. (www.REALPOLITIK.com.ar)


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