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3 de diciembre de 2021 | Cultura

Censura y espionaje

Rock, espías y policías (IV): Las canciones censuradas en Dictadura

La cuarta entrega de esta saga revisa el hostigamiento del Comité Federal de Radiodifusión a distintos artistas a través de "listas negras" que prohibían la reproducción de sus obras.

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por:
Juan Provéndola

Cuando hablamos de rock y Dictadura, todavía no nos ponemos de acuerdo acerca del preciso punto de tensión que hubo entre los artistas y el gobierno militar: ¿Hasta qué punto este género fue perseguido, en comparación con otras expresiones culturales?

Sabemos que hubo escritores desaparecidos, actores exiliados y hasta la insólita muerte del folclorista, Jorge Cafrune, nunca esclarecida. Pero nada de eso sucedió con el rock. ¿Esto significa que los músicos eran complacientes, o incluso que ni siquiera suponían una amenaza para el último tramo anticonstitucional?

El hallazgo de varias "listas negras" da cuenta de que, al menos, el rock era visto con cierta desconfianza, al menos hasta 1981, cuando se produjeron las ya conocidas reuniones entre músicos, managers y periodistas especializados con asesores del entonces dictador Roberto Viola. Un año después, la Guerra de Malvinas y el gaffe del Festival de la Solidaridad, sumado a la expansión de canciones de rock argentino en las radios, terminó abrir otro camino. Pero esa es otra historia.

En 1976 la revista Prensario (una publicación dedicada específicamente al mercado de la música) daba cuenta del aumento de recitales de rock en relación a 1975, a la vez que Luis Alberto Spinetta posaba en la portada de la revista Gente en la producción de "Los personajes del año" por el éxito de "El jardín de los presentes", disco de Invisible que lo llevó a llenar dos funciones en el Luna Park.

Sin embargo, ya en ese año aparece la primera "lista negra" confeccionada por autoridades de tres radios (en ese entonces todas las AM eran del estado, y por ende intervenidas por mandos militares). Allí se sugiere la prohibición de determinadas canciones de Sui Generis, Litto Nebbia y Arco Iris, además de extranjeros como Los Beatles, Led Zeppelin, Bob Dylan y Genesis. 

En 1977, la SIDE hace circular un documento de 311 páginas titulado "Antecedentes ideológicos de artistas nacionales y extranjeros que desarrollan actividades en la República Argentina", el cual incluye un anexo denominado: "Nómina de compositores e intérpretes con antecedentes ideológicos desfavorables". El nombre es escalofriante y ya sabemos lo que significa una imputación de tales características en la última Dictadura. Allí aparecían Roque Narvaja y Pedro y Pablo, músicos que —para su suerte— en ese entonces se encontraban en el exilio. ¿Qué hubiese sido de ellos si estaban en el país? 

Dos años después, el secretario de Cultura de la Nación, Raúl Crespo Montes, no disimulaba la ponderación que su cartera tenía acerca de este género: "El rock es una música impuesta a presión. Creo que se trata del gusto deformado de algunos directores musicales de las radios, y de algún DJ". 

La gran sorpresa se produjo en 1981, antes del acercamiento del Violismo al rock, cuando el diario Clarín hace pública una lista con 242 canciones prohibidas, entre cuyos autores aparecían Moris, Alma y Vida, Billy Bond y La Pesada del Rock and Roll, Pescado Rabioso y Serú Girán. También apareció León Gieco, quien en 1977 había sufrido la censura de varias canciones de su disco "El fantasma de Canterville", mientras que un año después fue amenazado en personal por el general José Montes, cabeza del Centro Clandestino de Detención El Campito, de Campo de Mayo, por su tema "La cultura es la sonrisa".  

Con todo, después de la Guerra de Malvinas y con sus horas ya contadas, el Gobierno Militar comienza a desandar el camino hacia el retorno democrático, el cual además estuvo acompañado de innumerables gestiones para lavar sus manos manchadas de sangre y asegurarse impunidad. 

Y, en ese concierto delirante, apareció una nueva nómina con temas como "Solo le pido a Dios", de Gieco, o "Muchacha ojos de papel", de Almendra. Pero, a diferencia de las anteriores, esta no era una "lista negra", sino, más bien, una "lista blanca": el COMFER seleccionó 85 canciones y le pidió a las radios que las difundieran porque "exaltan la nacionalidad, reivindican la soberanía argentina sobre Malvinas y resaltan la fe religiosa y el antibelicismo". (www.REALPOLITIK.com.ar)


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