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14 de diciembre de 2021 | Cultura

La música como exorcismo

Pilsen en Flores: Canción de redención

Pil Chalar y Tomy Loiseau fueron homenajeados por su banda y una treintena de invitados en una emotiva noche que nadie olvidará.

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por:
Juan Provéndola

Pil Chalar solía recomendar "El séptimo sello", la obra maestra de Ingmar Bergman en la que el realizador sueco ponía en funcionamiento todos los recursos del cine para volver arte una de las preguntas más angustiantes de la existencia humana: ¿qué hay después de la vida? Ambos, Chalar y Bergman, quizás ya tengan la respuesta. El tema es con los que aún quedamos de este lado. ¿Cómo cargar el dolor y procesar el duelo sin que se vuelva patológico y dañino para quien lo parece?

El Tucán BarauskasTulio Pozzio y el Chino Morales le encontraron la vuelta a un desafío con alto margen de riesgo: salir al frente y reponerle a la música su condición fundamental, su ejercicio escénico, pero sin Pil ni Tomy Loiseau. La garantía era "Carne, tierras y sangre", un disco épico, histórico y también maldito: Loiseau falleció en noviembre de 2019 y jamás llegó a ver terminada la obra a la que le puso creatividad, producción y su propio estudio de grabación; mientras que Chalar murió en agosto último, cuando se preparaba para presentar el álbum junto a sus compañeros.

Así las cosas, el grupo hizo de tripas, corazón, y se lanzó a una tarea titánica: tocar el disco de punta a punta en vivo con una treintena de invitados, la mayoría de ellos haciéndose cargo de la voz. La logística incluyó un mes de ensayos incansables para lograr engranar las canciones con convidados de nivel y larga trayectoria. Un trabajo enorme del que no se iban a ver los resultados finales hasta que el sábado se corrió el telón del Teatro de Flores y el Tucán gritó: "¡Permiso, Comandante!".

Después de la "Intro del puñal" (el instrumental que abre "Carne, tierras y sangre") Pilsen arremetió con la canción que da nombre al disco de la mano del primer invitado, el ruso Alex Musatov, que figura presente en los shows de los últimos tiempos, y violinista de la Orquesta Típica Fernández Fierro, banda con la se habían presentado dos veces en el Teatro Margarita Xirgu en un interesante experimento punk-ganguero. 

Luego, sí, inició el desfile de voces invitadas: Hugo Irisarri de Doble Fuerza se hizo cargo de "Carambo, carajo ein whisky" (del cantante popular alemán Heino) y "Va por mí, va por vos", ambos del primer disco de Pilsen; Juan Dallera en "Pilsen" (y antes acompañando con la guitarra acústica a Gastón Fucile de Madre Noche en "Un punto dentro del otro"), Fernando Rossi de Flema en "El nuevo Tinello" y Julián Alalouf en "Pogo en el ascensor". 

Pilsen tuvo varias etapas y varias formaciones. Una de ellas fue la que grabó "Bestario", el segundo disco, para el cual Pil se valió de los músicos de Vejez Prematura, una banda de Villa Urquiza, el barrio en el que nació, se crió y habitó mientras vivió en Argentina antes de mudarse a Perú. Su cantante Vicho di Tomasso y su guitarrista Cumpa Candal se subieron al escenario para recordar dos canciones de esa época: "Momento del mundo" e "Iván fue un comunista", uno de los himnos pilsenianos que perduran de aquel entonces. 

Alejandro Fassi, vocalista de Mala Suerte y Zumbadores, le puso la garganta a "Seis novelas", una especie de homenaje dentro del homenaje, ya que Pil Chalar se había inspirado los libros que el escritor Osvaldo Soriano había publicado hasta ese entonces.

Luego llegó una trilogía de crossovers que sirvió para mostrar los horizontes de Pilsen más allá del punk. Juan Paponetti (quien había abierto la noche junto a la formación original de Katarro Vandálico) se hizo cargo de una guitarra en "Marienbad (Un año atrás" mientras Luna Loiseau, hija de Tomy, cantó una de las canciones más bellas de "Carne, tierras y sangre". Y luego hizo lo propio en "El Wakon y la Pachamama", un tinku creado por el recordado bajista, para el cual la quenista y sikuri salteña Micaela Chauque tomó el escenario con personalidad y se ganó el respeto y los aplausos de las más de 500 personas que llenaron la sala.

Para cerrar esta manga, Seba Expulsados le dio su impronta ramonera a "Rot und shwartz" junto a Pablo Maldonado, bajista de Malicia, y nuevamente Musatov en el violín.  

Con la idea de que combinar una canción del último disco con otra de los anteriores, Gaviota Sassone de Mal Pasar hizo "Cucarachas para el desayuno" y "Una nueva religión", el ex A.N.I.M.A.L. y Carajo (actual Arde la Sangre) Marcelo Corvata Corvalán "Bajo otra bandera" y "Reino criminal", y el bajista de Attaque 77 Luciano Scaglione "Northwestern song" y "Greenwich soroche. Una de las apariciones más celebradas fue la de Hernán Valente, cantante y guitarrista de Cadena Perpetua, quien hacía dos años que no se calzaba el instrumento pero sacó adelante dos versiones conmovedoras de "Casa roja" y "Por las mil y una noche más (Rojo y negro persa) en compañía de Jésica Anabel, la última bajista de Mamushkas, banda de Tomy Loiseau y quien lo terminaría reemplazando en Pilsen: el Chino Morales.  

Fue muy poderoso ver como se sucedían en el tablado estos referentes del punk y el metal, quienes agradecieron a Pil no sólo por ser un inspirador cultural, sino también por la generosidad que tuvo con cada uno de ellos en distintas circunstancias personales.

Sobre el final, fue tiempo de los viejos compañeros de ruta de Pil en las distintas formaciones de Los Violadores: el bajista Niño Khayatte hizo "Fashion revolución" y "Bajo un sol feliz" en formato trío con el Tucán Barauskas y Tulio Pozzio, y después el Polaco Zelazeck tocó primero "Así está el rock" (la canción que había grabado en "Carne, tierras y sangre") junto a Marcelo Pocavida y el rapero Maksy Flush, mientras que después hizo tándem rítmico con el baterista Sergio Gramática (co-fundador de Los Viola con Hari B) para recordar "Violadores de la Ley". 

Antes de una sentida versión de "Tajo por puñalada" con Musatov, Pilsen formato trío cerró la lista de veintiocho temas de la mano de "Nonsanto" antes de un bis final auténticamente punk: "Represión", el primer gran himno que Pil Chalar compuso un año antes de entrar a Los Violadores, fue ejecutado con todos los invitados sobre el escenario.  

Cerca de las 23 horas el telón se cerró, aunque la energía seguía latiendo en toda la sala y alrededores. La emoción, el ambiente y una noche de clima plácido empujaron a muchos de los que estaban tanto arriba como abajo del escenario a cruzarse al bar que frente al Teatro para tertuliar, acaso como una forma de mantener esa vibración alta más allá de la música. Aunque la música ya había hecho lo suyo con una performance tan inolvidable como necesaria: después de un disco maravilloso pero obstaculizado por momentos tristes, este exorcismo era necesario para reponer la alegría y sanar tanto dolor. Todos agradecidos. Salud, Tomy. Salud, Pil. Salud, Pilsen. (www.REALPOLITIK.com.ar)


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PIlsen, Juan Provéndola

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