Riff, Violadores y el recital que metaforizó la violencia de su época

Exactamente siete días después de finalizada la Dictadura, un afiche que empapeló toda la ciudad de Buenos Aires proponía: "Riff acaba el año sin cadenas...". Un juego semántico en el que, por un lado, la banda, liderada por Pappo proponía bajar la violencia desatada en algunos recitales previos, donde parte de su público se batió literalmente a cadenazos; aunque por el otro, una ilustración mostraba a una mujer desnuda, atada y empalada sobre una de las letras del nombre de la banda (además del uso del verbo "acabar", estratégicamente separado del resto de la frase con una clara connotación sexual).

Sin embargo, las intenciones no lograron su cometido y el concierto de aquel 17 de diciembre de 1983 en el estadio de Ferro Carril Oeste será recordado por el caos que llevó al espectáculo al límite de lo imaginable. Los Violadores, que había lanzado su demorado primer disco pocas semanas atrás, debió finalizar prematuramente su show por el repudio que recibía del público. 

Todos creyeron que la resistencia provenía de fanáticos enfervorizados de Riff que no podían contener la ansiedad por ver a su banda preferido. Pero el grupo también tuvo que acotar su set. Insólito: la gente que había pagado una entrada era la misma que saboteaba el espectáculo. Como si fuera poco, la policía tampoco aportó a la calma y fue protagonista de un desmadre que —casualidad, o no— también se vio en otros estadios mientras se jugaban partidos de fútbol y las hinchadas eran sometidas por las fuerzas represivas.

Una verdadera postal de la violencia contenida durante siete años de Dictadura, pero también una advertencia de los supuestos guardianes del orden, quienes en los primeros meses de la democracia llenaron de señales alarmantes numerosos eventos públicos conflictuados por su mal accionar.

En marzo de 2021, Pil Chalar y Michel Peyronel se encontraron vía Zoom para recordar aquellas épocas, a propósito de un libro que el cantante de Los Violadores estaba realizando sobre el disco debut de su primera banda. Pil vivía en Lima, Peyronel en Acassuso, y desde dos puntos distintos del continente empezaron a rebobinar sus historias.

La charla abundó en la experiencia que ambos compartieron en estudios, ya que el baterista de Riff fue el productor artístico de ese álbum fundacional del movimiento punk latinoamericano. Pero, a medida que iban avanzando cronológicamente, llegaron hasta este punto inevitable: el caótico recital de Ferro. Un hito en el rock argentino y una clara postal de la violenta transición democrática luego de la más oscura de las dictaduras que vivió Argentina. (www.REALPOLITIK.com.ar)

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