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31 de diciembre de 2021 | Séptimo Arte

Cobertura REALPOLITIK

Un clásico inolvidable de Anthony Hopkins: cómo se imaginó El silencio de los inocentes

En 1991, Anthony Hopkins y Jodie Foster protagonizaron uno de los thrillers de terror más aclamados de la industria del cine. Kalina Ivanov dio sus primeros pasos en la industria gracias a este proyecto, y en diálogo con REALPOLITIK contó cómo fue ser parte de él.

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por:
Federico Carestia

La industria del cine tiene figuras indiscutidas, como el caso de Anthony Hopkins. El actor nacido en Gales hace 84 años ganó su segundo Óscar gracias a lo hecho en El Padre de la mano de Florian Zeller, pero si hay que hablar de papeles inolvidables, uno de los más importantes de su carrera fue el que logró en 1991, cuando coprotagonizó El silencio de los inocentes con Jodie Foster. En esa película le bastaron tan solo 16 minutos en pantalla y le bastó para ganarse el reconocimiento de la Academia.

La película estrenada 30 años atrás está considerada un clásico en el género del terror y el suspenso, y cuenta la historia de un asesino serial que como trofeo se lleva un pedazo de piel de cada una de sus víctimas. Para resolver el caso, la oficial Clarice Starling (Foster) se entrevista con Hannibal Lecter (Hopkins), un psicópata y asesino cuya mente puede ser extremadamente útil para dar con el criminal suelto.

Una de las personas que trabajó en este proyecto dirigido por Jonathan Demme fue Kalina Ivanov. Hoy consagrada como diseñadora de producción, con pasos por películas grandiosas como Little Miss Sunshine, Pequeñas Grandes Amigas o la reciente serie de HBO, Lovecraft Country, dio su primer paso en la industria como diseñadora de storyboards (dibujos que sirven como guías para robar las escenas) de El silencio de los inocentes. "El storyboard es una profesión única. Podés hacer garabatos con palitos o dibujos muy detallados. Al finalizar esta experiencia, a Jonathan Demme le encantó mi trabajo, igual que al diseñador, y me recomendaron para mi primer trabajo como diseñadora de producción. Literalmente, así me convertí en diseñadora de producción", aseguró.

RP.- ¿Cómo llegó a ser parte de El silencio de los inocentes?

Estaba estudiando cuando conocí a Jonathan Demme. Ya trabajaba como artista de storyboards mientras estudiaba, lo conocí cuando vino a hacer un taller con los estudiantes de NYU, era un curso de esa universidad. Se suponía que íbamos a ser su equipo y como tenía un título menor como diseñadora de teatro, vengo del teatro, me dijeron: "Sos la única que sabe cómo diseñar, tenés que diseñar este proyecto". Dije que no podía porque estaba editando la película de mi tesis. Me miraron como si estuviera loca y me dijeron: "No, no, lo vas a hacer". Entonces pregunté de cuánto era el presupuesto. Me dijeron que eran 400 dólares y les dije: "¿Cómo voy a hacer algo con 400 dólares? Es Jonathan Demme". Me preguntaron cuánto necesitaba y pedí 800 dólares. Doblé el presupuesto, acepté hacerlo. Era una versión avant gardé de la obra de teatro Tío Vanya, pero se ambientaba en una estación de radio en Minnesota. Me ayudaron todos mis amigos del teatro. Le encantó y le dije que estaba estudiando como realizadora de storyboards, que escuché que tenía un nuevo proyecto y si podría darme una oportunidad. Me respondió: "Claro, escribime una carta". Lo hice, le mandé la carta y a los 45 días me respondió que me darían una oportunidad.

RP.- ¿Cómo fue esa prueba?

Les dije que cobraba 250 dólares la hora. Se asustaron porque pensaron que lo iba a hacer gratis pero no puedo trabajar gratis, soy una inmigrante, no puedo costearlo. Me tomaron una prueba y la primera escena (de El silencio de los inocentes) que hice fue la que Jodie Foster va a otro pueblo en Virginia, encontraron un cadáver y lo tiene que fotografiar. Las autoridades locales no la dejan entrar, la menosprecian como mujer: "Eres una jovencita, los adultos nos vamos a encargar de esto". Se tiene que hacer valer, entrar y toma las fotos, entonces descubre la polilla en la garganta, y es lo que la pone a ella y su jefe en el camino del asesino serial. Les da una pista, es la primera pista sobre quién puede ser esta persona. Es interesante, porque una vez que me dieron la escena, pregunté si sabían cuál era la locación y me dijeron que no, que era muy pronto. Dije: "Ah, ok. Interesante". Pregunté si tenía alguna indicación si nos íbamos a reunir. Dijeron que no, pero que Jonathan quería una cosa: "No quiere ser muy gore, no quiere sangre, no quiere un cuerpo desnudo". Ok, ¿cómo lo hago? Se me ocurrió dejar la cámara baja, llevar la cámara baja, entonces el cuerpo es una silueta. Para ir por sobre él, solo lo ves desde arriba con Jodie, cuando va a tomar la foto y luego vas a la garganta. Pero manteniendo la cámara baja, con los personajes, porque se trata de la emoción y una joven mujer que dice: "Soy una profesional, déjenme pasar". Luego me dieron una secuencia y otra, y otra, y así fue como sucedió. 

RP.- ¿Hay alguna secuencia de la que esté más orgullosa?

En la versión Criterion de la película pusieron una comparación entre las escenas y los storyboards. Usaron mis storyboards. La primera escena que hice desde cero sobre cómo debería ser y verse, porque no había locaciones, fue la del depósito en el que ella recorre y descubre la cabeza en un frasco, en el auto. Si ves esa versión, vas a ver storyboards que yo pensé y ellos filmaron, pero que luego quitaron. Esa escena me encanta porque la diseñé por completo. También me gustan las escenas en el sótano, que descubrís que vive una persona que se parece a una mariposa con su kimono. Dibujé toda esa revelación. Son las secuencias que me dan mucho orgullo. También diseñé esta jaula victoriana para las polillas porque no sabía dónde iban a estar y fue la inspiración para la gran jaula en la que lo ponen luego en la película, cuando transportan a Hannibal Lecter. Siempre hablo de lo importante que pueden ser los storyboards para inspirar a todo el equipo para contribuir. (www.REALPOLITIK.com.ar) 


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