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30 de enero de 2022 | Nacionales

¿Vuelven las “relaciones carnales”?

Con la revinculación con los Estados Unidos, el albertismo comienza a despegar del Frente de Todos

Aunque el entendimiento con el FMI no deje mucho para festejar, el albertismo lo celebra como si hubiera zafado de la pena de muerte. Si bien desde lo económico y lo financiero sus consecuencias serán nefastas, desde lo político el gobierno nacional hace una lectura muy diferente.

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Desde el gobierno nacional creen que ha obtenido una victoria pírrica sobre Cristina Fernández de Kirchner, sobre todo porque quienes resultaron determinantes para alcanzar un cierre en términos que la vicepresidenta no quería fueron cuatro actores que no le responden a ella: Martín Guzmán –que llevó a cabo la negociación económica-, Santiago Cafiero –quien hizo el cierre político con el secretario de Estado, Antony Blinken-, Sergio Massa y Jorge Arguello, quienes activaron sus contactos en los Estados Unidos cuando la negociación parecía condenada al fracaso.

Con el apoyo del albertismo y de la oposición más moderada al acuerdo con el FMI, el gobierno se siente con libertad para adoptar la política que siempre quiso Alberto Fernández, pero que hasta ahora no pudo implementar: las “relaciones carnales” con los  Estados Unidos.

La "solución política" que permitió el cierre con el Fondo implicó una definición geopolítica. Si bien el gobierno nacional actuó como el tero –fingió un acercamiento con Rusia y China, cuando quería poner todos los huevos en el nido norteamericano-, ahora Alberto Fernández se verá obligado a surfear, con el menor costo posible, su gira por las potencias orientales.

En el gobierno le asignan un valor superlativo a la reunión entre Santiago Cafiero y Antony Blinken, posibilitada por la excelente opinión que merece Arguello en los Estados Unidos. Allí no sólo se acordó dar una solución política al tema del FMI, sino que también se definieron las claves de la política exterior argentina para los próximos dos años: fin de los coqueteos con China y Rusia,  y una aparente libertad de la Argentina para manejarse en el terreno internacional  -siempre y cuando no contradiga las posiciones norteamericanas- para así “facilitar” los temas que preocupan en Washington: Venezuela y Nicaragua.

"Mientras no toquemos temas sensibles, podemos tener juego propio”, dejaron trascender en la Casa Rosada. En el albertismo aseguran que el acuerdo político con el gobierno yankee potenciará la relación de Argentina con Estados Unidos en términos políticos, comerciales y de cooperación ambiental. 

Los límites de la autonomía de la política exterior de la Argentina son estrechos. Las inversiones chinas y rusas en obras de infraestructura, transporte o energía no son vistas con agrado por los Estados Unidos, ni una definición sobre la red 5G que adoptará la Argentina que no se incline por el país del norte. Claro está que este posicionamiento pone al borde del colapso al Frente de Todos, ya que va en la línea exactamente inversa a la preferida por el Instituto Patria.

Pero ahora al albertismo no parece preocuparle tanto eso como antes del cierre de la negociación con el FMI. “Después de todo –aseguran- cambiar a Cristina por Joe Biden, y cerrar un frente electoral con peronistas, radicales, sindicatos y empresarios no sería imposible y posicionaría admirablemente a Alberto Fernández de cara a la reelección en 2023”, en un balance entre el pensamiento mágico y el pragmatismo brutal. (www.REALPOLITIK.com.ar)


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