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2 de abril de 2022 | Nacionales

Malvinas 40 años

Grito sagrado en el Cementerio de Darwin

De vestir la camiseta de Los Andes a cargar un fusil FAL en Malvinas. La vida de Luis Escobedo dio un giro inesperado cuando se enteró que tenía que ir a la guerra y dejar atrás el fútbol, su pasión más grande. La historia del ex combatiente que volvió a las islas y en el 2019 fue detenido por exhibir en Darwin una bandera argentina.

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por:
Tomás Ferrando

Luis Alberto Escobedo se ata los botines y espera el puntapié inicial. El partido del domingo es importante, son tres puntos valiosos para posicionarse en los primeros puestos de la tabla. Suena el silbato y todos los problemas quedan atrás, su tarea ahora es impedir que los adversarios se acerquen al arco. Es marcador central, defiende su posición sin importar quién esté enfrente y saca adelante a sus compañeros cuando el resultado no acompaña. 

En 1982, con 19 años, fue a las Islas Malvinas con la Compañìa de Comunicaciones 10, su misión era desplegar cables telefónicos de un pueblo a otro, arriesgando su vida a diario. Los bombardeos luego del 1 de mayo eran cada vez más frecuentes y el sonido de los Harriers le cortaban la respiración. No veía la hora de volver a estar con su familia, con sus amigos, con el fútbol. 

“El frío era insoportable, más todavía en las trincheras. Pasamos mucha hambre, de vez en cuando pescábamos en la zona pero lo que comíamos tenía gusto a petróleo”, relató. 

El bautismo de la guerra luego de un tiempo había quedado atrás, su batallón permanecía en la entrada de la ciudad a la espera de la ofensiva. La isla era gris, todo era gris en Malvinas desde las primeras detonaciones en el aeropuerto. Sólo se destacaban las coloridas casas que flanqueaban al puerto, todo lo demás era blanco y negro. “Todo era un caos, veíamos que venían soldados heridos, y cuando estábamos listos para el enfrentamiento llegó la orden de cese hostilidades”, contó Escobedo.

PRISIONERO EN 1982 Y DETENIDO EN 2019 

Luis Escobedo regresó a las islas tres veces desde que concluyó la guerra. Era una cuenta pendiente desde 1982 para cerrar las heridas internas y rendirle homenaje a sus compañeros caídos en combate. “Yo ya había vuelto en el 2012 y en el 2015. La primera vez fue bastante impactante lo que me pasó porque todo lo que yo tenía en mi cabeza no era lo que yo recordaba, las distancias se me acortaron. Yo pensé que quedaba más lejos Monte Longdon, que los bombardeos eran lejos pero no, era todo ahí, cercano. Recordé un montón de cosas de la guerra, me vine un poco incierto en lo que había pasado porque no comprendía bien cómo pudimos sobrevivir a un clima tan hostil, cómo pudimos sobrevivir a los bombardeos. Ya en el segundo viaje comprendí un poco mejor las cosas e hice realidad lo que había pasado en Malvinas en 1982”, recordó. 

“En el 2019 pudimos viajar ocho muchachos de Lomas de Zamora, el municipio nos regalaba unos pasajes y aproveché para cerrar mi historia. Nos hospedamos en el Malvinas House, y lo primero que hace cada delegación que va para allá es ir al cementerio de Darwin, son aproximadamente 80 kilómetros. Está en el medio de la nada”, contó. 

“Se dio la casualidad que cuando fuimos justo llegó una camioneta con un periodista austríaco y un kelper. Nos vieron en el cementerio. Todo el mundo lleva una camiseta, una bandera y se saca fotos. Nos juntamos, cantamos el himno y gritamos 'viva la patria'. El periodista austríaco se me acercó y me preguntó por qué hacíamos eso, y yo le expliqué que era un ritual que hacemos nosotros de cantar la canción patria ya que acá en Argentina se hace, y los ingleses, que tienen cementerios por todas partes del mundo, también lo hacen”, expresó. 

“Al otro día a las 7.00 de la mañana golpean la puerta, la abren intespestivamente y entra un policía británico gigante, que hablaba en inglés, yo no le entendía nada. Nos sacaron de la cama, nos prendieron las luces. Fue como un allanamiento. Nos dijeron que nos pongamos contra la pared y apareció un traductor chileno que nos dijo que nos venían a arrestar porque había una denuncia”. 

“Nos sacaron los celulares, la ropa, todo. En un momento un oficial británico nos explicó que había una denuncia del chofer que había ido con el periodista austríaco por exhibición de bandera y gritos hostiles. Yo le dije que el himno no es hostil, y lo demás es la bandera argentina... Ahí nos dijeron que estabamos dos días arrestados, que no nos llevaban a una cárcel porque tenía una sola celda para dos personas y nosotros eramos ocho. Nos dejaron en el hotel, no podíamos salir a ningún lado por dos días”.

“Al otro dia, recién a la tarde me llamaron, me acerqué a dos cuadras del hotel, donde estaba la jefatura y me marcaron los dedos, me sacaron fotos de perfil, me leyeron los derechos, parecía un delincuente, un narco... Yo ahí les expliqué que era fubolista, que en las canchas se canta, se exhiben banderas y demás. Y en un momento un británico me muestra una foto de 40x40, y me dice ¿qué es esto? Yo no sabía que decirles. Era yo con la bandera flameando en el cementerio de Darwin. Le agarré la mano al tipo que me mostró la foto, se la di vuelta y le dije mirá mi cara. Estoy llorando porque ahí estan mis compañeros...”. 

“Fue automático. Los tipos se miraron, guardaron la foto, cerraron los libros y dijeron 'ya está'. Eso que les dije los convenció y después empezamos a hablar de fútbol, de Maradona, de otras cosas. Luego de un rato nos entregaron todo pero no me querían dar mi bandera y le dije a uno de los tipos que la bandera se la prometí a un familiar de los caídos, y me la dieron”. 

"UN VESTUARIO DE FÚTBOL ES MEJOR QUE 10 MIL PSICÓLOGOS"

En la actualidad Escobedo juega en la Selección Argentina Senior. Anteriormente vistió varias camisetas del fútbol argentino: Belgrano, Racing de Córdoba, Colón de Santa Fe, Vélez, Independiente Rivadavia de Mendoza, Tigre, Temperley, y finalizó su carrera en Dock Sud. Ya no defiende el área, ahora es lateral volante. Tiene más llegada al arco rival y, a pesar de sus casi sesenta años, sus hablidades están intactas. “Yo siempre digo que el fútbol me ayudó para poder soportar la guerra, todas las miserias humanas que pasan en una guerra, y haber vivido esos casos extremos me sirvió para poder sobrellevar responsabilidades que hay dentro del fútbol”.

“Un vestuario de fútbol es mejor que 10 mil psicólogos. La amistad, la unión, distintas personalidades donde todos dependemos de todo. El fútbol me ayudó a olvidarme de un montón de cosas. Los primeros años fueron dificiles pero con el paso del tiempo lo fui superando, algo que no pudieron hacer otros muchachos que los primeros años tomaron la drástica decisión de suicidarse”.

A 40 años de la guerra, Luis reflexiona sobre lo que representan las Malvinas para el pueblo argentino y mira de reojo a la dirgencia política. “Para el pueblo argentino 40 años es un sentimiento, pero para nuestros políticos no es nada. No tienen conciencia que el haber dejado la vida en Malvinas significó que vuelva la democracia, democracia que ellos hoy gozan”, finalizó. (www.REALPOLITIK.com.ar) 


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