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4 de mayo de 2022 | Nacionales

Al rojo vivo

El “peronismo dylaniano” de Alberto y la guerra interna dentro del gobierno

Pocas veces hemos asistido a un conventillo similar. El oficialismo es un territorio pantanoso, de declaraciones y amenazas cruzadas y palabras envenenadas. No se discuten políticas desde hace mucho tiempo. Ahora el debate radica en la responsabilidad de una ruptura que todos ven como inminente, pero de la que nadie quiere responsabilizarse.

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Este martes, el ministro de Desarrollo Social, Andrés "El Cuervo" Larroque, ratificó que el gobierno le pertenece al cristinismo, ya que fue la vicepresidenta quien lo eligió a Alberto y aportó la gran mayoría de los votos. Pero el presidente, lejos de honrar esa decisión, decidió traicionarla y apropiarse de la gestión como si fuera propia.

"Se adulteró el contrato electoral, porque si bien Alberto todos sabemos desde siempre que expresa una mirada moderada, no llegó a la presidencia a través de esa mirada, si no que inclusive en la propia campaña sus planteos fueron otros, que tenían que ver con la mirada que siempre tuvimos nosotros y centralmente Cristina Fernández de Kirchner", precisó.

La tesis de Larroque contradice toda la teoría política de occidente, pero es la visión preponderante dentro del cristinismo y de buena parte del peronsimo, y que ya había sido anticipada en los últimos días por Hebe de Bonafini y Máximo Kirchner.

El cambio radica en que, hasta ahora, los dardos iban dirigidos contra algunos de los ministros identificados con Alberto Fernández –sobre todo el ala económica y Trabajo-, y ahora el ataque apunta directamente al primer mandatario. Por cierto que no faltaron, una vez más, las exigencias de renuncia del triunvirato Guzmán, Kulfas y Moroni: "Hoy prima una perspectiva que motorizan (Martín) Guzman, (Matías) Kulfas y (Claudio) Moroni que tiene que ver con una política económica que busca un modelo de carácter sesgadamente productivo, porque no se fomentan todas las actividades, y eso se complementa con una pérdida del poder adquisitivo, con salarios bajos. Nosotros creemos que esa no es la solución".

Pero nunca se había visto un ataque similar contra el propio presidente: “Alberto fuerza la ruptura”, afirmó Larroque, responsabilizándolo por ningunear y haber cortado el diálogo con la vicepresidenta. "No se va a llevar el gobierno a la mesita de luz", agregó. Y aseguró que "el Frente de Todos no puede ser rehén de alguien que no tiene representatividad. El que fuerza la ruptura permanentemente con operaciones de desgaste sobre la figura de Cristina es el presidente, sin ningún tipo de duda". 

Del lado del “albertismo”, quien salió a responder fue Aníbal Fernández, quien salió a cruzar a Máximo Kirchner, asegurando que las críticas a Martín Guzmán "son ataques contra Alberto Fernández".

E inmediatamente retomó y profundizó los dichos de Martín Guzmán de hace dos semanas. "Las soluciones no son mágicas, a aquel que no le guste, debería dejar el camino libre y correrse", afirmó, ubicándose en las antípodas de La Cámpora y el Instituto Patria. 

"Los ataques no son para Martín Guzmán sino para Alberto Fernández, eso se lo dije yo a él ayer", insistió Aníbal. Por cierto, no hacía falta que le comunicara lo evidente.

Pero la cuestión no quedó allí, ya que más tarde el gobernador Axel Kicillof volvió a mostrarse -por segunda vez en una semana- con uno de los funcionarios nacionales que hace tiempo le ha roto lanzas con Guzmán: el subsecretario de Energía, Federico Basualdo. Esta vez fue en la localidad de Zárate, en el complejo Nuclear de Atucha. El jueves pasado había sido en 25 de Mayo.

El gesto y la foto no son inocuos. Si bien, en un principio, Axel había tratado de tomar cierta distancia en la disputa con Alberto Fernádez, debió aceptar que en la guerra no hay lugar para los díscolos. El gobierno deberá dar a conocer el nuevo cuadro tarifario de los servicios de luz y gas –a lo que lo intimó a fines de la semana pasada el FMI- y Basualdo se niega a autorizarlo. Si Alberto decide desplazarlo, la coalición se desmoronará y muy probablemente también el propio gobierno. Si no lo hace, perderá lo poco que le queda de su menguante autoridad y se pondrá en contra al FMI, a la oposición y a las corporaciones.

No es fácil la decisión. Pero el presidente dio una señal del rumbo que eligió esta tarde en La Pampa, con la incómoda presencia de “Wado” de Pedro a su lado, Allí aseguró que "nadie es dueño del gobierno; el gobierno es del pueblo", respondiéndole desde la tribuna oficial al “Cuervo” Larroque.

Lejos de bajar el tono del debate, el presidente interpeló al cristinismo: "Si se quieren quejar de mi peronismo, quéjense, pero estoy orgulloso de ser peronista. Donde hay una necesidad hay un derecho, eso me lo enseñó Evita y estoy convencido de que es así".

Y muy suelto de cuerpo afirmó que "estamos en el camino correcto" y que "la economía y el empleo no paran de crecer". Y completó: "El trabajo ahora es distribuir ese crecimiento. Todos los ministros tienen que trabajar para que el bolsillo de los argentinos se llene de plata, para que distribuyamos mejor los recursos que generamos. Vamos a poder hacerlo. Este no es mi gobierno, es el gobierno de ustedes y ustedes me van ayudar a hacerlo", afirmó el presidente. 

No sería ese precisamente el camino que viene recorriendo su gestión. Y su “peronismo dylaniano” poco tiene que ver con el de Evita. Claramente Alberto subió la apuesta, convalidando la afirmación de Larroque de que ”Alberto fuerza la ruptura”.

El viernes hablará Cristina en el Chaco. Hay silencio de radio sobre lo que dirá, pero todo el mundillo político y empresarial está convulsionado.

Con estos antecedentes, no sorprende que el dólar blue haya terminado de revertir la tendencia bajista y superado la simbólica cifra de los 200 pesos. En el cierre de las operaciones las pizarras exhibían  200,5 pesos para la compra y 203,5 pesos para la venta. Y nadie cree ya en su reversión. (www.REALPOLITIK.com.ar) 


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