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13 de mayo de 2022 | Cultura

El debut que no fue

Rock, espías y policías (VI): Una amenaza de bomba bloquea a Kiss en Argentina

El grupo que semanas atrás se despidió de nuestro país había intentado desembarcar en 1983, pero una serie de insólitos episodios abortaron el plan.

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por:
Juan Provéndola

Como pocas bandas en la historia del rock, Kiss desplegó a lo largo de su carrera un fanatismo mundial que llega a prácticamente todos los rincones del planeta. La combinación perfecta entre una obra artística valorable y una ingeniería de marketing que expandió al grupo más allá de lo que su música hubiese conseguido de por sí.

Argentina, naturalmente, es uno de los ejemplos. Sin embargo, el combo criado en Nueva York demoró ostensiblemente su desembarco en Buenos Aires: su primer show fue el 3 de septiembre de 1994, en River, dos décadas después de su disco debut. 

Es cierto que existieron, durante los '80, varios intentos por traerlos. El primero, aunque a modo de rumor, circuló a principios de 1982, un año después de la gira que Queen hizo entre Vélez, Mar del Plata y Rosario. 

Pero en 1983 sucedió lo inesperado: se pusieron a la venta entradas para tres shows de Kiss en el estadio de Boca Juniors. Con fechas el 19, 20 y 21 de agoto, la trilogía se convirtió en una oferta tentadora para miles de fanáticos. Así, los tickets comenzaron a ser demandados.  

Cierta Kissmanía parecía extenderse por Buenos Aires. Hasta que, tres semanas antes de la saga, hizo aparición pública una amenaza estremecedora: el autodenominado Comando Capitán Giacchino (SIC) se comunicó con la agencia Noticias Argentinas y fue explícito. "Si se insiste en que estos drogadictos, degenerados y homosexuales actúen en la Argentina, volaremos en mil pedacitos la cancha de Boca y los locales de venta de entradas", aseguraba un "vocero de la organización".

En cable, además, este vocero agregaba: "En caso de que en 48 horas a partir las cero del día 3 de agosto no se desmienta la llegada y actuación de ese grupo, vamos a accionar militarmente contra los empresarios que los traen y sus familias". El grupo tomaba por nombre el del primer soldado argentino caído en Malvinas, quien tiempo después fue acusado por delitos de lesa humanidad. 

El clima se había puesto intenso. Días atrás de la aparición de este comando en honor al represor Pedro Eduardo Giachino,  había ofrecido una conferencia de prensa el denominado Centro de ex Soldados Combatientes. De manera pública y a cara limpia, esta organización manifestaba su discordia respecto a la llegada de Kiss, la cual consideraba una traición "a aquellos jóvenes que no dudaron en dar su vida por lo que creyeron justo, la soberanía nacional", cada uno de ellos "muerto por un proyectil anglo-yanqui".   

La zozobra dominó el ambiente. Nadie tenía en claro cuántas posibilidades existían de que la amenaza pudiera ser concretada. Las heridas de Malvinas estaban en plena supura, no había pasado un año y medio del conflicto bélico, quedaba por delante un largo camino por delante. El rock, en tanto, experimentaba la expansión de lo que la Dictadura había insistido (con éxito, finalmente) en llamar "Rock nacional". Faltaban dos meses para las elecciones que consagraron presidente a Raúl Alfonsín.

El 9 de agosto, veinte días antes del primero de los tres shows prometidos para Kiss en Boca, el grupo hizo llegar un fax a las oficinas de la producción porteña para anunciar su renuncia. El debut en Argentina quedaba cancelado. Fue necesario esperar once años para que la banda finalmente se estrenara en el país. Más compleja, en cambio, fue la devolución de entradas por tres conciertos que nunca se realizaron. (www.REALPOLITIK.com.ar)


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