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1 de junio de 2022 | Cultura

El perfume que lleva el dolor

30 años de “El amor después del amor”: ¿El último gran disco del rock argentino?

La efeméride recuerda la obra cumbre de Fito Páez mientras su figura se revaloriza entre el link con otras generaciones y la inminente serie de Netflix.

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"El amor después del amor" presenta dos formas de verlo. Una, la principal, a través de sus hits, de sus clásicos. De las canciones tal como suenan, sin más vuelta. Pero otra, en cambio, invita a ir más allá y conocer la entreverada cocción de ese disco, el primero de Fito Páez auténticamente de los noventa

"Tercer mundo", de 1990, fue más bien una transición de ese Páez que buscaba salir de los 80's, la trepidante década que inició con la trova rosarina, continuó con Charly García y explotó con cuatro discos solistas ("Del 63", "Giros", "Ciudad de pobres corazones" y "Ey!"), además de la experiencia compartida con Luis Alberto Spinetta en "La la la" (1986).  

Para 1992, Fito Páez estaba instalado en el star system de un rock argentino rutilante, masivo y comercializable. Y su flamante contrato con la Warner le permitió desembarcar definitivamente en los 90's con un importante presupuesto a disposición. Así, por ejemplo, pudo contar con los servicios de un total de 23 músicos, una cifra de por sí elevada, y más aún si en ese elenco se encuentran CharlySpinettaAndrés Calamaro, Gustavo Cerati y Mercedes Sosa.

Su banda formal, además, abundaba en luminarias: Ulises ButrónTweety GonzálezGuillermo Vadalá y Daniel Colombres. El músico rosarino aprovechó las óptimas condiciones materiales para hacer su obra cumbre en el momento indicado. Es curioso: siempre se destaca el devaneo sentimental de Páez, la aparición de Cecilia Roth y el título del disco llevando esa historia al frente, como una bandera. Pero en 1991, cuando todavía flotaban polvos del Muro de Berlín en un mundo que avanzaba hacia otro ordenamiento (y Argentina no era la excepción), Fito Páez inscribió en "El amor después del amor" una aguafuerte local que permite entender su tiempo y su época de la mejor manera posible: cerrando los ojos. 

El álbum, como se sabe, fue un éxito rotundo desde ese momento y para siempre: al primer mes se vendieron cien mil copias, Páez tuvo que rentar diez veces el teatro Gran Rex para presentarlo y un año después llenó los dos estadios de Rosario y Vélez, camino a superar el millón de discos. 

"El amor después del amor" tiene catorce canciones y diez de ellas fueron "cortes", término de la industria discográfica que en ese momento valía mucho: eran las canciones elegidas para hacerlas rotar en toda la maquinaria de difusión. Para darse una idea, "Canción animal", la obra más vendida de Soda Stereo (publicada en 1990), había tenido seis, una bocha. Apenas dos años después, Fito Páez lograba cortar casi el doble gracias a la potencia que lograron tener los temas por separado.  

El primero fue el que le dio nombre al disco, rotado antes de que este saliera a la venta: la canción "El amor después amor" empezó a sonar en las radios para principios de abril y fue un éxito total. El álbum se publicó el 1º de junio y recién en agosto cortaron para difusión "Dos días en la vida", donde Fabiana Cantilo y Celeste Carballo recrean "Thelma y Louise", taquillera película estrenada el año anterior.

Un mes después promocionaron "La Verónica" y cerraron 1992 con uno de los grandes clásicos: "Pétalo de sal", con la participación estelar de Spinetta. Pero fue 1993 el año en el que el grueso de las canciones de "El amor después del amor" se convirtieron el hits: los seis cortes elegidos fueron, uno tras otro, un éxito total de difusión y reproducción. Fito Páez desbloqueaba nuevos niveles de llegada y convocatoria mientras su disco se vendía de a miles. 

Promediando enero sale "Tráfico por Katmandú", en marzo "Un vestido y un amor" y luego acaso la tríada de grandes hits del disco: "Tumbas de la gloria" (con arreglos de Cerati), "Brillante sobre el Mic" y "A rodar mi vida". Por último, para noviembre, y como cierre, "La rueda mágica", creación de Charly, quien además regaló su último gran registro de voz antes de "La hija de la lágrima" y sucedáneos. "Todos ya nos fuimos de casa para tocar rock and roll" repite Calamaro en esa especie de declaración de principios que la generación del 80' pretende sentenciarle a la de la década siguiente. Para ese entonces, fines de 1993, Fito ya se perfilaba rumbo a la génesis de "Circo beat", el disco siguiente. (www.REALPOLITIK.com.ar) 

 


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