La peor persona del mundo: “Era una historia importante y fue un placer ser parte de ella”

El cine noruego tuvo su representante en la última edición de los premios Oscar gracias al trabajo de Joachim Trier. El realizador europeo estuvo al frente de un proyecto muy sentido que, más allá de poner el eje en una protagonista mujer, toca temáticas que no distinguen de género y tienen que ver con las búsquedas constantes de metas y con la incertidumbre en la que muchas veces quedan envueltos los jóvenes que hoy tienen 30 años. 

Ya no hay tantas certezas como las que había años atrás, cuando la vida se reducía casi a estudiar o trabajar a partir de los 20, para llegar a los 30 con un trabajo estable, una familia formada y el futuro completamente definido. Hoy en día estos proyectos son mucho más cambiantes y esto termina repercutiendo, por lo general, en los vínculos y en la forma de relacionarse con los demás.

Sobre esta idea se apoyó el relato de La peor persona del mundo, la película que protagonizaron Renaite Reinsve, Anders Danielsen Lie y Herbert Nordrum. La película atraviesa varios años en la vida de Julie (Reinsve), una joven que además de no saber qué quiere hacer de su vida, tiene la presión sobre sus hombros de todas las mujeres que la antecedieron en su familia. "Creo que todos sintieron y supieron que estaban ahí para hacer lo mejor posible", aseguró Kasper Tuxen, quien dialogó sobre lo que implicó trabajar en este proyecto.

RP.- ¿Qué fue lo que lo llamó a ser parte de la película?

Siempre fui un gran fan de Joachim Trier, así que cuando tuve la oportunidad de entrevistarme para la película estaba entusiasmado. Leer el guion me entusiasmó todavía más, no lo tuve que pensar. Realmente quería hacer esta película. Me llegó la película en noviembre de 2019 y ya en diciembre estábamos rodando algunas escenas para la parte navideña. La película transcurre a lo largo de varios años y en este mundo de clima cambiante no sabés qué Navidad vas a tener, así que ya rodamos cosas de Navidad ese diciembre. Eso nos marcó el lenguaje, el vocabulario. Realmente quería... Amo las películas de Joachim, especialmente las que transcurren en Oslo. El guion realmente me llegó.

Amé estar involucrado en todo. Amo el cine. Comencé como actor, sabía que quería estar detrás de cámara. Tuve cámaras enseguida, a los 14, pero hice maquillaje de efectos especiales, escenas de riesgo, sonido, utilería, todo. No puedo soltar. No puedo dejar de, al menos, escuchar, verlo que hacen otros departamentos a medida que preparamos la película. Porque amor ver... Me encanta tener una idea de cómo se va a ver la película antes de que comencemos a rodarla. 

RP.- ¿Cómo pensaron la estética de la película?

La estética del film estuvo sostenida por filmar todo en 35 milímetros y supongo que también por el lenguaje que Joachim Trier ha desarrollado con sus otras cuatro películas con Jakob Ihre, y por su amor por el cine europeo de los 60 y los 70. Y también por los videos de skating que hacía de chico, junto a ese estilo casi documental, de cámara en mano que es muy íntimo que creo que lo define. Trabajar con un director que tiene mucha ambición visual es toda una bendición. 

RP.- ¿Cuál fue la escena que más lo marcó?

La escena que más me impactó fue la que Aksel está en el auto. El día que pasan juntos iba a ser mucho más largo, tanto en el guion como en lo que filmamos. Visitaron muchos lugares de Oslo y la ciudad. Cuando están sentados en el auto es el final de un largo día. Realmente lloré todo. Lloré las 3 o 4 tomas que hizo. Es una escena muy fuerte. Este hombre se va a morir demasiado pronto, pero no quiere fingir con que está todo bien con morirse. Quiere vivir y quiere vivir con ella.

RP.- ¿Qué recuerda de pensar las secuencias con los vidrios de colores, hacia el final de la película?

Joachim solía vivir en este edificio, así que sabía que quería poner eso ahí. Creo que, al comienzo, en la preproducción caminamos por ahí y hablamos sobre estos vidrios pintados. Fue algo difícil caminar por esas escaleras con la cámara. Era tan silencioso, ella le tomaba fotos. La escena no estaba construida sobre el diálogo como algo necesario para hacer avanzar a la historia. El guion era más largo y tenía más escenas que las del corte final.

RP.- Habla de escenas eliminadas del corte final. ¿Hay alguna que cree que tenía que estar?

Ahora acepto por completo la película como está. No las olvidé, pero las heridas por perder escenas sanaron. En la colección Criterion habrá al menos una de las secuencias, que era una escena en la que se mandaban mensajes de texto, que está la pantalla dividida y transcurre en siete días. Fue bastante técnico. Ella está con Ivan pero todavía tiene cosas en el departamento de Aksel. Le escribe para decirle que las va a pasar a buscar pero él todavía no la olvidó, para nada, no está listo para comunicarse con ella. Entonces no le responde por un par de días. Ves eso en un time-lapse de sus vidas. Teníamos una secuencia larga de un sueño. Eran tres o cuatro locaciones: un teatro, un bosque y un dormitorio extraño. Pero creo que muchas secuencias terminaron reducidas para ser parte del montaje, en vez de ser esa escena de tres páginas de guion. Creo que lo más difícil de perder fue que Julie tenía una buena amiga que tenía una hija pero ya no estaba con el padre, es una madre soltera de una niña de 9 años. Le hubiera dado más profundidad a ella que tuviera una amiga, alguien que haya tenido una niña.

RP.- ¿Qué significa para usted ser parte de este proyecto?

Me siento honrado de ser parte de contar una historia de lo que significa ser una mujer de 30 años en este momento. Me hizo acordar a mi esposa, mi hermana. A las oportunidades que mi madre no tuvo. Me pareció que era una historia importante y fue un placer ser parte de ella. Me parece que está realmente muy bien escrita, creo que está realmente muy bien actuada y está muy bien dirigida. El éxito que después tuvo la película fue algo muy abrumador. Es difícil ir a hacer otra película ahora (risas). (www.REALPOLITIK.com.ar)

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