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20 de junio de 2022 | Nacionales

Alberto, autodestructivo

Operación “manzurizar” a Scioli

Difícilmente pueda encontrarse en Alberto Fernández algún logro concreto de su gestión a lo largo de su extensa trayectoria. De hecho, costaría identificar algún resultado positivo en su gobierno.

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Sin embargo hay algo en lo que sí se destaca y es en su capacidad innata para profundizar la grieta interna dentro de la alianza que lo llevó a la presidencia, perder más de 4 millones de votos entre 2019 y 2021 y liquidar la imagen de la autoridad pública en la sociedad.  Literalmente, deliberada o tácitamente, su tarea podría caracterizarse como un proceso sistemático e ininterrumpido del poder político institucional en la Argentina.

En los últimos días, muy a su pesar, tuvo que entregar a su ministro preferido, Matías Kulfas. Para tratar de darle mayor volumen político a su gobierno convocó a Daniel Scioli, como lo había hecho con Juan Manzur después del desastre de las PASO del año pasado.

Pero Alberto no puede aceptar que la llegada de actores que no le responden sea identificada con una mejora en la gestión, razón por la cual hizo todo lo posible para hundir la figura del jefe de Gabinete, incluso amputándole la tarea primordial de relación oficial con los medios: le sacó el manejo de la pauta publicitaria y designó Gabriela Cerutti como portavoz presidencial para alejarlo de los medios. A partir de entonces, la auspiciosa llegada del gobernador tucumano en uso de licencia se convirtió en una cotidiana batería de rumores sobre su renuncia. El presidente nunca pudo digerir los diagnósticos sobre la candidatura presidencial de Manzur que acompañaron su designación.

Ahora llegó el turno de Scioli, y nuevamente los rumores sobre una lógica candidatura presidencial en caso de obtener resultados positivos proliferaron. Fiel a su estilo, el ex embajador en Brasil conmovió la agenda mediática y generó múltiples señales de satisfacción y de respaldo que atravesaron a la sociedad. Esto fue demasiado para Alberto, quien fiel a su instinto depredador intentó desde un primer momento “manzurizarlo”.

En este caso, la primera y contundente señal fue la intervención de un área estratégica para la agenda de Scioli, la dirección General de Aduanas, donde designó a un hombre de Sergio Massa: Guillermo Michel, el mismo día de la asunción del motonauta. De este modo, ahora todas las importaciones relacionadas con el área de Scioli pasarán por el tamiz del presidente de la Cámara de Diputados.

Cuentan los íntimos del presidente que la necesidad de designar a Daniel Scioli lo sacó de quicio, sobre todo cuando comprobó que al acto de su asunción en Museo del Bicentenario de la Rosada acudieron 300 invitados especiales y se generó un entusiasmo inédito en la jura de ningún otro ministro de este gobierno. Cuando la portavoz presidencial le sugirió al presidente la conveniencia de transmitir el acto por cadena nacional, para celebrar con bombos y platillos la reactivación del gobierno, Alberto no sólo se negó sino que hizo todo lo posible para licuar la convocatoria.

Centenares de dirigentes y militantes que trabajaron en la gobernación bonaerense y que participaron del evento esperaban ver a Scioli como la única figura del acto, pero Alberto trató de neutralizarlo haciendo subir al escenario a Agustín Rossi, el nuevo titular de la AFI. A pesar de que Rossi ni siquiera juró porque su organismo está intervenido.

El resentimiento de Alberto Fernández no tiene límites, a punto tal que ahora prepara una resolución para restringir aún más las importaciones de autopartes y podría extender esas restricciones a otros sectores productivos con la excusa de limitar el “drenaje de reservas”.

“Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego.  Así que, por sus frutos los conoceréis”, afirma el texto bíblico. La pregunta abierta es, ciertamente, cuáles son los frutos de Alberto Fernández. (www.REALPOLITIK.com.ar)


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