CFK juega con la posibilidad de adelantar las elecciones

El gobierno, como unidad, no existe. Sólo hay medidas aisladas para tratar de apagar focos de incendio. Antes de la asunción de Juan Manzur, el jefe de Gabinete firmaba trascientos expedientes promedio por mes. Ya con el tucumano, el promedio pasó a treinta. El viernes pasado, sobre su escritorio no había ninguno.

La paralización de la gestión es total. Y a esto se suma el oposicionismo sin límite de Juntos por el Cambio, que ha suspendido la gestión parlamentaria. En lo que va del año apenas se consiguió aprobar dos leyes. Una de ellas, el acuerdo con el FMI.

También desde hace un tiempo la oposición ha comenzado a instalar la idea de adelanto de las elecciones, planteando la imposibilidad de continuar como hasta ahora hasta el fin del plazo del mandato de Alberto Fernández. La ambición de acceder a la presidencia lo antes posible, aprovechándose de un gobierno fracasado y con nulo respaldo en la sociedad alienta esa iniciativa. Incluso los halcones de Juntos por el Cambio ingresaron un proyecto parlamentario en Diputados para eyectar a Juan Manzur primero, y a Alberto y Cristina Fernández después.

Pero la política siempre sorprende. A punto tal que lo que parecía un escenario ideal para la oposición podría terminar convirtiéndose en el más favorable para Cristina Fernández. En efecto, con un adelanto de las elecciones la vicepresidenta podría continuar despegándose del “gobierno de Alberto”, evitar los ajustes, y presentarse como la alternativa popular ante el “contubernio” entre presidente y oposición que permitió aprobar el acuerdo con el FMI.

Las recientes mediciones encargadas por la oposición sorprendieron a los principales referentes de Juntos por el Cambio. Dentro de los votantes del oficialismo, un 70 por ciento no duda en otorgar su sufragio a la vicepresidenta. En el arco opositor, quien recibe un porcentaje similar no es ninguno de los históricos de Juntos por el Cambio, sino Javier Milei. Una clara demostración de que la memoria popular no es tan frágil como se da por sentado en los multimedia.

Sólo a partir de este análisis pueden entenderse las declaraciones de Juan Grabois, y su advertencia sobre el inevitable “derramamiento de sangre” que implicaría la continuidad de la gestión de Alberto Fernández si no cambia drásticamente su orientación.   

A tal punto las encuestas preocupan a la oposición, que el viernes pasado Miguel Pichetto almorzó en el Jockey Club con un grupo de diplomáticos que se desempeñaron en los gobiernos de Carlos Menem y Eduardo Duhalde. Allí el auditor General aseguró que Cristina está dispuesta a hacerse cargo del poder ejecutivo en caso de una eventual renuncia de Alberto Fernández –un escenario que no puede descartarse en modo alguno–, por lo que resulta indispensable impedir que la vicepresidenta continúe en funciones. La encargada de garantizarlo sería la Justicia de Comodoro Py, acelerando el fallo que permita inhabilitarla para el ejercicio de cargos públicos y llevarla tras las rejas. 

Pero aquí el problema radicaría en cuál sería la reacción social ante una maniobra tan arriesgada. ¿Aceptará la sociedad argentina una determinación de esta clase, o el pronóstico de Grabois podría llegar a acelerarse?.

Dudas, marchas y contramarchas, imposibilidad de planificar racionalmente el futuro. Características que no sólo permiten definir al oficialismo, sino a la dirigencia argentina en su conjunto. (www.REALPOLITIK.com.ar)

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