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4 de agosto de 2022 | Historia

(1820-1830)

El sueño americano: La conquista territorial

A lo largo del siglo XIX, la economía norteamericana se fue expandiendo; aparecieron los pioneros y el “mundo blanco” avanzó sobre el “desierto”.

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En las décadas de 1820 y 1830 se conquistó la mayor parte del territorio norteamericano, y la civilización occidental instaló sus raíces en el extremo oriental del continente. La conquista del “desierto” –que, en realidad, estaba ocupado por los indígenas– prácticamente se privatizó.

Si bien había ejércitos, la política de tierras se asemejó mucho a la conquista de América por parte de los españoles. En su momento, el estado español no había enviado a su ejército a conquistar América, sino que privatizó la conquista. Los conquistadores eran jefes de grupos militares que tenían que conseguir un socio financista. Con dicho socio le solicitaban al rey de España que les diera una merced para avanzar sobre territorios americanos, éste les autorizaba a hacerlo en un determinado espacio geográfico a cambio de repartir sus ganancias con la Corona. De esta manera, los erarios de la Corona quedaban intactos y a su vez obtenía grandes beneficios de los territorios conquistados. El costo de oportunidad quedaba en manos privadas.

Como la conquista norteamericana del desierto coincidió con la vigencia del acuerdo de Viena –que redujo a un mínimo las constantes guerras que mantenían entre sí los estados nacionales del continente– quedaron muchos grupos de militares y mercenarios desocupados. Siendo la “mano de obra desocupada” de la época, resultaron ser funcionales al proceso de ocupación de territorios en Estados Unidos. Éstos, transformados en pioneros norteamericanos, realizaban un trámite similar al de los conquistadores españoles. Le pedían a las autoridades norteamericanas permiso para avanzar hacia el oeste. Una vez aprobada la petición, en la medida en que ocupaban territorio se quedaban con parte de él. El estado les pagaba por la cabellera o los testículos de los indígenas que mataban, lo cual provocó que la conquista tuviera características particularmente brutales.

La idea no era integrar al indígena a la sociedad sino exterminarlo; habitualmente se pagaban cinco dólares por cabeza de indio muerto. Los pioneros avanzaban, conquistaban territorio y se quedaban con las tierras; con posterioridad fueron vendidas. Se calcula que antes de la conquista había cerca de 10 millones de indígenas. En diez años, quedaron menos de 300 mil indígenas vivos. Esto da una idea de la magnitud de la masacre.

El negocio se acrecentaba si encontraban en las tierras metales preciosos. Los pioneros avanzaban en banda adoptando una organización de tipo militar. En aquellos lugares que se suponía que no había metales preciosos debía ocuparse más el ejército norteamericano, porque los pioneros escaseaban. Esto permitió que, en muy pocos años, los límites territoriales norteamericanos se expandieran en gran medida hacia el oeste. La expansión siguió al sur, a partir de 1835, cuando Estados Unidos anexó Texas. Después de su independencia, México había entrado en un proceso de disolución política muy profunda. Esa guerra con México le aportó a Estados Unidos más de la mitad del tradicional territorio mexicano, abarcando el territorio de San Antonio y Texas.

La guerra con México generó un nuevo problema. Esta guerra tuvo una causa puntual: la constitución norteamericana establecía –como lo confirmaron por ejemplo los portorriqueños– que si un estado con más de 50 mil personas elevaba un petitorio solicitando incluirse dentro de la Unión, aun cuando no estuviese ubicado dentro del territorio norteamericano, el Congreso debía considerar esa petición, luego de lo cual debía aceptarla o rechazarla. El mundo norteamericano estaba en expansión y era cada vez más rico. El mundo mexicano, en cambio, era cada vez más pobre, atrasado y violento. Texas y luego otros estados mexicanos que poseían más de 50 mil habitantes comenzaron a enviar petitorios al Parlamento norteamericano para pedirle su incorporación a Estados Unidos. A México no le quedó otra salida que contestar esta amenaza a través de una guerra. Como resultado de ella, México fue liquidado.

De hecho, muchos más territorios que los que originariamente habían pedido su anexión a Estados Unidos terminaron siendo incorporados a la Unión. Por su parte, el sistema de expansión mediante los pioneros siguió avanzando. La zona ocupada por los pioneros se especializó en la producción cerealera, luego se incorporaría la producción ganadera. En 1848 se descubrió oro en California; su explotación duró sólo tres años, y esto no se debió a su escasa cantidad. Todo lo contrario, en esos tres años se extrajo una cantidad de oro equivalente a la que se había extraído en todo el mundo entre el descubrimiento de América y 1848.

Esto muestra la proliferación de bandas armadas desesperadas por conseguir riquezas a cualquier costo y sin retacear el ejercicio de la violencia desembozada. Esto provocó, además, un gran desajuste en el mercado mundial a partir de una gran caída del precio del oro que trajo consecuencias colaterales notables para todas las economías. (www.REALPOLITIK.com.ar) 


ETIQUETAS DE ESTA NOTA

Estados Unidos, Alberto Lettieri, Siglo XX

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