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12 de septiembre de 2022 | Nacionales

La institución tomó distancia

El Opus Dei calificó de “inverosímiles” las denuncias de servidumbre y trata

Políticos, jueces, fiscales, empresarios, son algunos de los destacados miembros del Opus Dei, una institución de la iglesia católica de la que poco se sabe puertas afuera acerca de su funcionamiento y financiación.

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En nuestro país figuras destacadas como Gustavo Béliz adhieren a la misma, y son propietarios de grandes empresas como la Universidad Austral y el hospital Austral, entre otras. Centrados en una fuerte educación en la doctrina y en la moral sexual, el Opus Dei nace en España en 1928, de la mano del sacerdote Jose-María Escrivá de Balaguer, de quien hay testimonios acerca de sus maltratos hacia las mujeres que sirven en la orden y ciertos rasgos excéntricos acerca de su personalidad. Ésta fue una de las causas por las que su canonización se retrasó, aunque finalmente la obra, como la llaman sus miembros, logró que fuese reconocido como santo, algunas especulan acerca de cuantiosas sumas de dinero para que esto llegara a concretarse, pues mover un expediente dentro de la santa sede requiere de dinero y contactos.

En el año 1982 Juan Pablo II, uno de los papas más conservadores de la historia reciente de la iglesia decidió concederle el rango de “prelatura personal del papa”, se decir, su “brazo derecho”, algo que nunca antes en la historia había pasado con ninguna otra orden religiosa. Esto transformó a la Institución en una poderosa red de contactos y de dinero, y su extensión a lo largo y ancho del mundo se hizo más veloz. En 2002 el fallecido papa lo hizo santo en un multitudinaria misa en Roma.

Uno de los primeros países a los que llegaron fue Argentina, el cual fue visitado por el mismo fundador, hospedándose en una costosa estancia que poseen en la ciudad de Lujan. Sin embargo las denuncias y testimonios acerca del “lavado de cabeza”, la falta de libertades, la violencia de género no tardarían en llegar, primero en su país de origen (España), donde Isabel De Armas contó lo vivido durante sus años dentro de la prelatura en un libro titulado “Ser mujer en el Opus Dei”, en la que hace alusión a la “fijación del Opus Dei por el dinero y el poder, las extravagancias de monseñor Escrivá, su machismo a toda prueba”, incluso llegando a cuestionar los dotes de santidad que luego le reconocería la iglesia católica.

Un grupo de 43 mujeres de Argentina, Bolivia y Paraguay iniciaron hace poco más de un año un fuerte reclamo por daños y violencia, solicitando una reparación económica por parte de la institución y un reconocimiento de la iglesia. Según sus testimonios fueron reclutadas siendo adolescentes de entre 14 y 16 años para vivir en las residencias mientras terminaban sus estudios, provenientes de familias pobres debían trabajar más de quince horas diarias al servicio de los sacerdotes y de los poderosos miembros de la obra.

Cumplida su mayoría de edad permanecían dentro de la institución dado que sus padres espirituales recurrían a técnicas de sometimiento psicológico que, según cuentan, les daba la convicción de que estaban allí para llegar a ser santas. Sin embargo una vez que ya no servían para los quehaceres domésticos eran “puestas en libertad”, sin haber recibido los aportes previsionales correspondientes a los años de trabajo por un salario que inmediatamente luego de cobrar debían entregar a las autoridades de la obra en un gesto de ofrenda a Dios, tal como se desprenden de los testimonios vertidos por algunas de ellas en el programa PPT del pasado domingo 11 de septiembre.

Frente a las denuncias realizadas en nuestro país, la obra se ha negado a conformar una mesa de diálogo para buscar una forma de reparar el daño realizado, dado que esto llevaría a reconocer que han sido tratantes de personas, mientras que al tomar los casos de formas individuales pueden ser judicializados como cuestiones laborales.

Si bien hace poco más de un mes, el 14 de julio de 2022, el papa Francisco a través del motu proprio “Ad charisma tuendum” (Para tutelar el carisma), decidió que la institución pasase a depender del dicasterio para las Órdenes Religiosas y deban presentar declaraciones anuales acerca de sus movimientos económicos, tal vez sea el inicio del fin de la misma, tal como realizó Benedicto XVI con la extinta Legionarios de Cristo.

Rápidos de reflejos, pero fieles al ocultismo, el Opus Dei emitió un comunicado en el que admite errores pero se desentiende de las acusaciones formales de las mujeres que presentaron, aduciendo incluso que “la prelatura ha dejado transcurrir un tiempo prudencial desde las acusaciones públicas” y catalogando a las mismas de “inverosímiles”. Muchas de ellas son mujeres en edad de jubilarse que no pueden hacerlo por faltarles años de servicio consignados.

Una vida en el Opus Dei se asemeja, según el testimonio de estas mujeres, a una vida de servidumbre, en una institución fuertemente cuestionada desde sus inicios y con la mirada de la actual jerarquía vaticana sobre sus cabezas. (www.REALPOLITIK.com.ar)


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