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19 de septiembre de 2022 | Opinión

Apuntes para la militancia del PSOL bonaerense

Odian el proyecto nacional y popular

Los desafíos políticos en la provincia de Buenos Aires, y en toda la Argentina, incorporaron en los últimos días un nuevo e importantísimo dato: la movilización popular. Su creciente participación impulsará los cambios necesarios. No negamos los problemas actuales, pero esclarecer su origen será clave para evitar el retorno neoliberal.

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por:
Carlos Grande

Gigantescas concentraciones, en prácticamente todas las plazas y ciudades, fueron la respuesta popular a los ataques contra Cristina Fernández de Kirchner. En el terreno bonaerense, concretamente, existe una clara conciencia en amplios sectores en cuanto al objetivo del partido judicial: condenar a la líder del Frente de Todos.

La inconsistencia de la acusación realizada por la fiscalía sólo se explica por la complicidad con los grupos concentrados que sueñan con lograr la inhabilitación de la vicepresidenta para participar en futuras elecciones y el retorno de Cambiemos.

A tales fines arrecia la campaña de mentiras mediáticas. Como siempre, buscan confundir, minimizar el reciente intento de magnicidio, desviar el foco hacia las fallas de la custodia, o definirlo como un hecho aislado.

El objetivo es desvincular el abortado crimen del persistente discurso de odio que lo sustentó.

Los y las militantes del Partido Solidario participan activamente de cada acto en respaldo de Cristina Kirchner. Son conscientes, además, de que deberán redoblar los esfuerzos en los próximos meses. Es imprescindible esclarecer a esa parte de la ciudadanía aún permeable a las tergiversaciones y fake news propaladas por la prensa hegemónica.

Seguramente nuevas manifestaciones masivas se reiterarán en lo que queda de septiembre y en ocasión del próximo 17 de octubre. El PSOL, como integrante de la alianza de gobierno, junto a distintas corrientes peronistas y de izquierda, tendrá un papel preponderante.

Se nos impone el reto de salir al cruce de los halcones y palomas de la derecha, que buscan sacar partido de una coyuntura delicada en materia económica.

Es cierto que aún queda por delante un tiempo de alta inflación y alimentos muy caros, con claro impacto sobre las familias. Aun cuando se trata de un fenómeno multicausal y el gobierno dispuso algunas medidas compensatorias, siguen pesando sobre los consumidores más vulnerables las conductas abusivas en rubros esenciales controlados por un puñado de oligopolios.

¿QUIÉN SUBE LOS PRECIOS?

Los precios no suben por que mejoren los salarios, ni por el gasto público o la emisión monetaria descontrolada.

Al contrario, las mega ganancias de grandes grupos empresarios muestran quiénes se benefician en esta coyuntura.

Tampoco se puede desconocer el shock externo de precios, por la sequía en Sudamérica y la posterior guerra Rusia-Ucrania, que encarecieron súbitamente los alimentos y energéticos.

Hay que decir, además, que se mantiene el camino de recuperación sostenida, con indicadores de actividad y empleo registrado por encima de los niveles previos a la pandemia.

Podrá discutirse si es suficiente el ritmo de crecimiento, pero nada hace pensar que se detendrá el proceso expansivo. Eso significa que se siguen reparando los efectos de la crisis macroeconómica macrista de 2018-19 y la crisis sanitaria de 2020.

Por supuesto que podríamos disfrutar de un verdadero salto productivo y de empleo, si no tuviéramos que pagar las deudas (con acreedores privados y con el FMI), que de modo irresponsable tomó la gestión anterior. Ese condicionamiento es real.

De todos modos, las renegociaciones realizadas aliviaron el frente financiero para los años siguientes. Hay que apuntar, asimismo, el fracaso de quienes apostaron a la devaluación, que hubiera significado una monumental transferencia de ingresos, especialmente hacia grupos exportadores agroalimentarios.

En cambio, se articularon mecanismos transitorios para captar divisas y reforzar de ese modo las reservas monetarias del Banco Central, imprescindibles para sostener importaciones ligadas a la producción.

Haber resistido las presiones de “los mercados” tuvo como contracara positiva un sustancial aumento en las inversiones directas. Particularmente en las provincias, mayormente destinadas a proyectos de infraestructura vial y energética. Eso se ve prácticamente en cada distrito bonaerense, en claro contraste con la triste gestión de María Eugenia Vidal.

La administración de Axel Kicillof se caracteriza, por otra parte, por sus políticas educativas; por la aplicación del plan de conectividad a internet para escuelas; la entrega de dispositivos para docentes de nivel primario, alumnas y alumnos de nivel secundario, a través del programa Conectar Igualdad; la continuidad del Programa Fines; la inversión en infraestructura escolar y la formación docente permanente.

Aun en medio de grandes dificultades, el campo popular unido puede seguir acumulando poder para encarar las transformaciones necesarias. En esa tarea seguimos comprometidos.

 

(*) Carlos Grande es presidente del Partido Solidario (PSOL) de la provincia de Buenos Aires.


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