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30 de septiembre de 2022 | Nacionales

Cada vez más solos

Alineado al FMI y sin credibilidad, el kirchnerismo se menemizó

“Muchachos, seamos sinceros. Si lo vimos todos, hubo un loco que quiso matar a la vicepresidenta, pero el 65 por ciento de la población dice que es mentira o que fue un montaje, es que estamos en problemas. No nos cree más nadie”, afirman.

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La descarnada autocrítica de un poderoso intendente del conurbano de excelente vinculación con el cristinismo definió el estado de ánimo existente en el Frente de Todos. Lo hizo en una reunión “corta”, con limitados participantes pero muy caracterizados. Los demás asintieron en silencio: el diagnóstico era compartido, aunque no se animen a pronunciarlo públicamente.

No hay espacios de debate. No se discuten líneas de acción. Algunos van mermando su voluntad de dar la pelea. Sólo se realizan reuniones con escasos participantes, que parecen ser más bien de grupos de autoayuda y contención que de debate político. Todos tienen en claro que los encuentros de más de “diez dirigentes no sirven, porque no se dice nada". Y a los actos sólo concurren los que están obligados, pero nadie les presta atención y cada vez cuesta más conseguir asistentes.

En esas reuniones de autocontención, hay otro diagnóstico aún más cruel que el anterior. “No gobierna nadie. A Sergio (Massa) no le conviene estar en medio de todos los quilombos y se abstrae en lo suyo. Y Cristina (Kirchner) no entiende por qué la quisieron matar y está asustada”.

Aunque no lo destaquen los medios, la inseguridad ha crecido en los últimos días. ¿La razón? La crisis de la negociación del conflicto de la producción de neumáticos. Desde el sector seguros alertaron al gobierno que, desde el jueves de la semana pasada, los robos callejeros de neumáticos se multiplicaron. Con la paralización de la producción, se habilitó un fructífero negocio en el mercado negro. Las aseguradoras advirtieron, además, que es el paso previo al robo de vehículos para desarmarlos y vender repuestos -que casi no se fabrican- de manera clandestina.

Aunque ninguno quiera sacar los pies del plato ni extremar las críticas, de la reunión de intendentes peronistas salió un sintético documento, en el que se solicitaba prestarle mayor atención al problema de la inseguridad y tomar medidas urgentes para combatir loso efectos de la crisis económica sobre sus territorios. Por supuesto que nadie del gobierno lo recepcionó. Si no se pudo garantizar la seguridad de la vicepresidenta, ¿qué podría esperar el resto de los argentinos?

Pero el conflicto del sector neumáticos tiene otras vertientes, y ninguna de ellas es grata para el Frente de Todos. La desembozada intervención del gobierno en favor de las patronales, que retacean un aumento para sus trabajadores que los dejaría muy por detrás del incremento de los índices de inflación registrados, cuando las empresas obtuvieron beneficios por encima del 200 por ciento en el mismo período –y a esto habría que sumarle que el costo salarial influye en apenas un 2 por ciento de los costos de producción-, impacta directamente en clave política y sindical. Desde la política se interpreta que “ya nos ven como un neomenemismo radicalizado”. “El 'Turco' sería Robin Hood comparado con nosotros”, se espantan algunos dirigentes desesperanzados. “Esto tiene un costo electoral incalculable”, concluyen. Y es que a nadie se le escapa que la gestión del Frente de Todos, para sobrevivir, ha terminado convirtiéndose en un instrumento de las corporaciones y del FMI. 

En clave sindical la lectura no es menos dramática. La fallida renuncia de Pablo Moyano a la conducción de la CGT destapó no sólo la pésima relación que mantiene con su padre, sino también la declinación (¿definitiva?) del movimiento obrero organizado peronista.

“Con todo lo que nos costó volver como conducción de la CGT, ¿desde cuándo te encaprichás y querés renunciar?”, le reclamaron sus aliados al impulsivo dirigente camionero. “Los gordos hace rato que están gordos, pero la actualidad no hace que apoyemos al zurdaje”, completó.

Pero la desesperación de Pablo Moyano, que muchos comparten sin animarse a actuar, pasaba por la certeza de que la izquierda le está “comiendo las bases” al sindicalismo peronista. Los informes que recibe de las bases de toda la burocracia sindical es que, ante una inacción que es juzgada como complicidad, las patronales avanzan sin contención sobre los salarios y las condiciones de trabajo, y la izquierda pasa a convertirse en la única alternativa combativa en defensa de los salarios. Por eso Pablo Moyano quiso hacer saltar a la unidad de la CGT por los aires, para tratar de armar una nueva opción sindical con la izquierda. Así le fue. Terminó derrotado y avergonzado.

"Esto no da para más. El tema es que no hay nadie que convoque ni contenga", aceptan los mismos dirigentes que se niegan a expresarse públicamente en apoyo de los trabajadores del neumático. Pero los compromisos de la burocracia sindical con el gobierno terminan paralizando cualquier clase de medida de protesta, aún al costo de provocar una fuga hacia la izquierda de los trabajadores.

En el Instituto Patria hay una especie de estado deliberativo entre quienes exigen salir a romper ya con Alberto Fernández y Sergio Massa, y quienes aconsejan morigerar las críticas y esperar. Pero todos tienen en claro que la orientación económica actual sólo conduce a la catástrofe electoral el año próximo, y esto con mucha suerte, ya que las alertas sobre posibles estallidos sociales antes de fin de año se multiplican.

Hasta Cristina, que quedó conmocionada con el atentado, y muy temerosa del horizonte social después de comprobar las consecuencias de la renuncia de Martín Guzmán que ella misma forzó, debió expresarse a través de su cuenta de Twiter para tratar de armonizar a ambos sectores. "El ministerio de Economía ha trabajado duro en todas las áreas de su competencia, pero es necesaria una política de intervención más precisa y efectiva en el sector". Y remató reclamando "diseñar un instrumento que refuerce la seguridad alimentaria en materia de indigencia".

¿Será esta publicación el inicio de la intervención de Cristina sobre el programa económico de Sergio Massa –tal como lo hizo con Guzmán-, o simplemente una declaración de ocasión para contener a los sectores más insatisfechos y críticos del ultracristinismo?

Por más que algunos se hayan esperanzado con el retorno de una Cristina combativa, nadie –en su fuero íntimo-, y ni siquiera los más “ultras”, alientan esperanza alguna sobre esa eventual resurrección de “Madame Guillotine”, tal como supo apodarla Hernán Brienza en sus viejos tiempos de la Revista Noticias, antes de que Oscar Parrilli lo sedujera mostrándole los beneficios de convertirse e incorporarse al séquito de la “Dama del Látigo”. (www.REALPOLITIK.com.ar)


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