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9 de octubre de 2022 | Nacionales

El gobierno, dinamitado

Se profundiza la crisis y crece la idea de adelantar las elecciones

La publicación de Marcelo Bonelli en su cuenta de Twitter en la mañana de este viernes no puede ser ignorada. “Clarín confirmó que la crisis tuvo tal magnitud que el Comando Electoral del Ejército -custodio de las urnas- tuvo reuniones inquietantes: empezaron a trabajar con la hipótesis de la realización de elecciones en diciembre”.

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Marcelo Bonelli maneja muy buena información, por lo que no cabe adjudicarle a su anticipo el carácter de operación política o de simple venta de humo. Lo que realmente preocupa es lo que está detrás de la noticia: el nivel de desgaste y recrudecimiento de la interna dentro del Frente de Todos que cotidianamente desgasta la gobernabilidad.

El intento de magnicidio contra Cristina Fernández de Kirchner es un hecho traumático para la coalición gobernante, aunque aún no puedan medirse sus implicancias en su totalidad. La desprotección de la principal líder dentro del Frente de Todos, que sólo fracasó por la impericia o voluntad del agresor, sigue planteando dudas sobre responsabilidades y eventuales complicidades o instigaciones dentro del mundo de la política, incluida la propia coalición gobernante.  Y a ello se suman los posicionamientos frente a la crisis económica y la gestión de Sergio Massa, y, más recientemente, lo sucedido en Villa Mascardi.

Si bien nunca hubo unidad de miras ni de posicionamientos en dentro del Frente de Todos, estas cuestiones profundizan las fracturas y la volatilidad de la unidad.

El presidente, insatisfecho por el carácter testimonial que adquirió, intenta por todos los medios socavar a Sergio Massa, quien se ha convertido en el cerebro y el corazón de la gestión. Para Alberto Fernández, las felicitaciones de las más altas autoridades del FMI por las políticas implementadas le caen como puñales que desgarran su proyecto de tratar de recuperar parte de su autoridad. Sobre todo porque el  reconocimiento del Fondo es exclusivamente para el ministro de Economía y da a entender que sus logros han sido conseguidos a pesar -y no con la colaboración- de sus aliados.

Si algo le faltaba a Alberto fue la nueva demostración de impericia de Claudio Moroni en el conflicto del sector neumáticos, que, para peor, consiguió ser resuelto gracias a la intervención de Pablo Moyano, mientras que los sindicalistas identificados con el albertismo miraban para otro lado. Si Moroni fue cuestionado desde siempre por ser uno de los “funcionarios que no funcionan”, la nueva demostración de la certeza de esa definición adquiere un tono traumático.

Para peor, a consecuencia de la acción estatal sobre los pretendidos mapuches de Villa Mascardi, renunció la ministra de la Mujer, reconocida por su incontrolable y absurdo gasto público, Elizabeth Gómez Alcorta. Lo peor es que no se fue en silencio, sino que prendió el ventilador sobre la interna del gobierno.

Si algo le faltaba a la desvencijada administración de Alberto Fernández era la renuncia de una ministra, y más aún, en términos controversiales. Pero la conmoción no se frenó allí, ya que el más albertista de los operadores periodísticos, Gustavo Sylvestre, anticipó este mismo viernes en su cuenta de Twitter: “A la renuncia de Gómez Alcorta, se sumará la semana que viene la de un ministro”.

Con su escueta información, Sylvestre sembró las dudas sobre quién será el próximo en abandonar la gestión. Hay tres candidatos: Moroni por los motivos indicados, Aníbal Fernández por los cuestionamientos sufridos por su accionar en el conflicto con los pseudo-mapuches, y Juan Zabaleta, quien desde hace meses quiere retornar a su distrito de Hurlingham, que ya se ha deglutido La Cámpora y está cansado de sufrir las presiones que recibe en un ministerio que no controla.

Quién será el próximo se sabrá en la próxima semana, pero en ningún caso las consecuencias serán inocuas. Aunque desde el gobierno dejaron filtrar que habría que apostar todas las fichas “Juanchi” Zabaleta.

Por si algo faltaba, un desesperado Instituto Patria se encuentra en estado deliberativo entre quienes quieren comenzar a atacar frontalmente a Sergio Massa y quienes aconsejan esperar, sobre todo a partir del decepcionante resultado de la primera vuelta brasileña de Lula da Silva. Si alguna mínima esperanza quedaba de que Cristina escuchara a quienes insistían en su candidatura presidencial en 2023, los comicios en Brasil terminaron de liquidarlas. El operativo “Retirada a la provincia de Buenos Aires” para el año próximo cobra cada vez más entidad. Y ahí, sin solución de continuidad, se produjeron los sucesos del estadio de Gimnasia y Esgrima de La Plata, sobre los cuales manejan tan mala información como en el caso del atentado contra la vicepresidenta. ¿Alguien operó sobre la policía provincial para “tirarle un muerto” a Axel Kicillof, candidato indiscutido de Cristina para tratar de obtener la reelección? ¿Fue simplemente una interna policial? Nada está claro aún.

En este contexto de disolución nos encuentra el próximo 17 de octubre. Los “gordos” de la CGT harán su acto, Pablo Moyano y La Cámpora marcharán a plaza de Mayo, los movimientos sociales de la coalición oficial organizan el propio y los gobernadores peronistas lo harán cada uno en su provincia.

El slogan “unidad hasta que duela” quedó como papel mojado e inservible. El gobierno hace agua por todas partes. Y es allí donde el anuncio de Marcelo Bonelli cobra dramática probabilidad de concretarse. (www.REALPOLITIK.com.ar)


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