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23 de octubre de 2022 | Nacionales

Con las elecciones en la mira

Aumenta la tensión entre La Cámpora con la CGT y el Movimiento Evita

El 17 de octubre se lanzó el grito de guerra. La Cámpora y los sindicalistas disidentes de la CGT trataron de marcar la cancha en la plaza de Mayo y Máximo lanzó la candidatura presidencial de su madre.

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Sólo lo escuchó una audiencia escuálida, compuesta por los militantes encuadrados que siguen formando parte de sus organizaciones gracias a contratos en el estado. No había gente suelta. Tampoco entusiasmo. Muy lejos de las convocatorias masivas del pasado, el acto fue la imagen de la frustración y la derrota.

A la CGT no le fue mejor. Con apenas 3 mil participantes organizó un acto en el Estadio Obras que que confirmó el descrédito y la falta de músculo de su conducción actual, dividida y rechazada por la mayoría de los trabajadores. Apenas sí pudieron lanzar una herramienta electoral y Carlos Acuña pudo deslizar su convicción sobre la “justicia” que significaría la postulación presidencial de Sergio Massa. Muy poco.

El Evita tuvo su propio acto en La Matanza, donde efectivizó su proyecto de salir a disputarle el distrito a Fernando Espinoza. El movimiento social oficialista todo terreno, más allá de quién gobierne, no consigue resolver la contradicción entre una dirigencia que insiste en confrontar con Cristina y sus bases que la idolatran.

Alberto también tuvo su acto, pero sólo consiguió confirmar su soledad y aislamiento.

En los días posteriores, los cruces incrementaron su intensidad. Los sindicalistas y el Movimiento Evita acordaron una alianza contra el cristinismo por la composición de las listas. La Cámpora salió a responderles, y fue aún más allá, promoviendo la distribución de una suma fija a los trabajadores para recomponer sus devaluados ingresos y un bono para los más rezagados. La interna se anticipa brutal y ya está levantado demasiada temperatura. Nadie se anima asegurar que no salte la térmica de la coalición más temprano que tarde.

La Cámpora dejó en claro que piensa reducir al máximo la inclusión de sus aliados en las listas electorales. El sindicalismo y el Evita ya no se cuidan al criticar a la vicepresidenta y a las agrupaciones que aún le responden. Alberto Fernández, Cristina Fernández y Sergio Massa no han emitido opinión al respecto. Pero queda en claro que, aún con críticas tácitas de la vice, está decidida a jugar con el ministro de Economía. El que sobra es Alberto.

Para Cristina y Massa, la supresión de las PASO es la opción preferida. El presidente se ubica en la vereda opuesta. Mientras que Massa trata de extrañarse de la actualidad política de la coalición gobernante para centrarse en tratar de enfriar el fierro caliente que recibió, Alberto insiste en dar claras señales de su intención de competir por su reelección. Finalmente parece decidido a fundar el albertismo, en su peor momento y cuando sus aliados dentro de la coalición han tomado decidida distancia.

Lo mismo pasa con los gobernadores, que una vez más fueron ninguneados por el primer mandatario. Querían suprimir las PASO y Alberto salió a contradecirlos. Para los mandatarios provinciales, el único interés radica en tratar de conservar el control de sus distritos, adelantando elecciones para disociarlas de las nacionales.

“Queremos poner concejales, legisladores provinciales, diputados y senadores nacionales. No podemos ser convidados de piedra y nos van a respetar porque tenemos la fuerza”, afirmaron los sindicalistas en el acto de Obras, a poco de que Alberto Fernández confirmara la comisión de delitos con la obra pública durante la “Década Robada” en el Coloquio de IDEA.

“No tengo nada contra La Cámpora pero ¿es más importante que nosotros?”, se preguntó el secretario de la Juventud de la CGT. El hijo de Cristina les respondió desde la plaza que “el desafío por delante no es ver quién tiene lugar en las listas”. Nadie le creyó. Mucho menos los participantes de su propio acto.

Lo cierto es que el Evita ha tomado distancia del presidente y también lo ha hecho la CGT, ofendida por no haber sido consultada en la designación de la nueva ministra de Trabajo. Hasta ahora venían tolerando sus contradicciones, sus súbitos virajes y sus procrastinaciones indefinidas frente a las cuestiones clave. En la actualidad la critica es inversa: se le objeta su accionar inconsulto y sus absurdas pretensiones electorales.

Por las dudas, Juan Manzur confirmó que a fin de año abandona la jefatura de Gabinete para ir a pelear por lo que le queda de territorio y de posicionamiento institucional en Tucumán. Lo mismo que ya hizo Juan Zabaleta al regresar al municipio de Hurlingham. En las próximas semanas seguirían las fugas masivas de los gabinetes nacional y provincial.

El “Sálvese quien pueda” es la consigna del Frente de Todos. La duda es si, en estas condiciones, el gobierno compartido conseguirá atravesar los casi catorce meses que restan de su mandato. (www.REALPOLITIK.com.ar)


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