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3 de noviembre de 2022 | Historia

Siglo XX

Economía y producción durante la Segunda Guerra Mundial

Las economías no habían podido todavía recuperarse de los efectos de la Gran Depresión cuando nuevamente estaban embarcadas en una guerra mundial. Actualmente, existe un acuerdo generalizado según el cual la inicial intervención del estado para paliar la crisis no dio resultados espectaculares como se había creído en un principio.

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por:
Alberto Lettieri

En realidad, se afirma que fue el desplazamiento de la producción civil a la fabricación militar la que permitió sortear las dificultades económicas. Efectivamente esto fue cierto para dos países en particular: Alemania y Estados Unidos. Ambos países desarrollaron una gran industria armamentista, durante los últimos años de la década del 30 y en el transcurso de la Segunda Guerra, que les permitió una reducción sustancial del desempleo y elevar su PBI; por ejemplo, Estados Unidos creció a un ritmo anual del 15 por ciento mientras que su producción de armamentos se expandió en el término de cuatro años en un 1.100 porcentual.

Estas cifras darían una idea de la situación privilegiada que tenía Estados Unidos al finalizar la guerra: sin haber sufrido ningún ataque en sus territorios, con una Europa destruida dispuesta a recibir ayuda financiera y alimentaria, y con una economía hegemónica sobre el resto del mundo.

Otro de los elementos que prevalecieron en este período es la concentración del capital en grandes conglomerados en perjuicio de las pequeñas industrias.

En general, el esfuerzo bélico de los beligerantes se realizó sobre la base de aumentar la producción, agotando la inversión en capital fijo y disminuyendo el consumo. En el caso de Alemania la política de rearme iniciada en 1934 le dio predominio militar en Europa y la posibilidad de llevar adelante una guerra de ataque rápido y sorpresivo.

En efecto, en los primeros años de confrontación se aplicó la estrategia definida como Blitzkrieg que apuntaba a una derrota fulminante del enemigo a través del bloqueo de sus vías de comunicación, pero tratando de mantener la producción del país. A partir de 1941, Alemania debió reforzar su ofensiva por el ingreso de Estados Unidos y la Unión Soviética, lo que significó un desplazamiento de su actividad productiva al sector bélico. Para dicha política, Alemania contó con las erogaciones de los países ocupados y la expropiación de sus recursos.

Por su parte, Gran Bretaña apeló a una política opuesta a la alemana, estableciendo una estrategia defensiva. Para superar los déficits económicos que planteó la confrontación bélica realizó una activa política estatal, aun a costa de engendrar una importante deuda pública. Para ello, estableció acuerdos con Estados Unidos destinados a la provisión de armamentos y de alimentos, con pagos diferidos al momento de la finalización de la guerra.

Mientras tanto, la Unión Soviética contaba con una gran industria de armamentos. En efecto, el programa de industrialización a marcha forzada llevado a cabo por Stalin fue la táctica para equilibrar la desventaja en materia bélica respecto de Alemania. Esto se llevó a cabo con el Tercer Plan Quinquenal y la producción de armamentos se localizó al este de Rusia para evitar el ataque alemán. La industria de armamentos creció mientras que todas las demás actividades experimentaron un notable retroceso. Para financiar los crecientes gastos militares fue preciso aumentar la presión impositiva sobre el conjunto de la población.

Luego de la guerra, la URSS se vería beneficiada por la incorporación de numerosos territorios lo que le representó una ventaja para su reconstrucción. A pesar de esto, quedaba claro que la más beneficiada había sido la economía norteamericana.

Las zonas más castigadas por la guerra fueron Polonia, la Unión Soviética, Francia, Holanda, Bélgica, Yugoslavia y Grecia. Luego de firmado el armisticio con los países del Eje, el primer fenómeno que se visualizó fue el gran desplazamiento de la población, el cual se dio en forma muy acentuada en las zonas que quedaron bajo la influencia de la Unión Soviética: así hubo migraciones de millones de alemanes, polacos y checos, que no deseaban quedar bajo la égida rusa.

El sector agropecuario fue el más castigado con importantes pérdidas de ganado y la reducción de superficies cultivables. La carencia de mano de obra y de fertilizantes agravó más la situación. Sin embargo, una vez finalizada la guerra y después de un breve alivio de la población civil y, en parte de algunos gobiernos, el mundo comenzó a pensar que una Tercera Guerra Mundial que terminara de enfrentar a los nuevos dueños del mundo era un horizonte muy cercano.

Por ello, la posguerra dio paso a la decisiva intervención del Estado en los países capitalistas a fin de planificar y controlar la movilización de los recursos humanos y productivos. Se multiplicaron los organismos, comités y programas con fines militares, se aplicaron técnicas de racionamiento de alimentos, combustibles, energía eléctrica, y la intervención estatal consolidó el desarrollo de las industrias relacionadas con la producción bélica.

A través de un gran financiamiento estatal, la industria bélica permitió la creación de millones de puestos de trabajo y numerosos adelantos tecnológicos. (www.REALPOLITIK.com.ar)


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