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25 de noviembre de 2022 | Nacionales

Tensiones internas

El Frente de Todos, al borde del estallido

El bloque oficialista está en terapia intensiva. No es una situación nueva, pero hasta ahora nunca el riesgo de demolición definitiva había sido tan inminente.

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Si bien, en el pasado, las cartas de Cristina Fernández de Kirchner, las renuncias seriales de los ministros que le respondían tras las PASO del año pasado o el acuerdo con el FMI incrementaron considerablemente la tensión, la coalición consiguió sobrevivir. Pero hubo un episodio que, en el cristinismo, consideran como un punto de no retorno: el intento de magnicidio contra la vicepresidenta, tras el cual no sólo no tienen dudas sobre la responsabilidad del sector de “halcones” del Pro, que responde a Patricia Bullrich y Mauricio Macri, sino que señalan como partícipe necesario a Aníbal Fernández. Por acción o por omisión.

Una vez producido el hecho, las amenazas contra la vida de Cristina y Máximo Kirchner se reprodujeron, sin que Alberto Fernández y los funcionarios que le responden le hayan puesto el énfasis ni la dedicación exigidas por el cristinismo para desentrañar la red conspirativa ni condenar el accionar judicial, con la jueza María Eugenia Capuchetti como responsable de la red de protección a los responsables.

Cristina desespera ante la estrategia de Alberto de mantenerla lo más alejada posible del proceso de toma de decisiones. Incluso al punto de desafiar su liderazgo, como sucedió, por ejemplo, cuando no sólo se opuso a la supresión de las PASO, sino que además lanzó su propia precandidatura presidencial.

Como siempre, ella prefería quedarse con la autoridad para definir las listas y candidaturas prescindiendo de toda otra opinión, con Máximo como presidente del PJ bonaerense. Pero Alberto no cedió y, por si fuera poco, designó como ministras a dos antiguas archirrivales de la vicepresidenta de manera inconsulta: “Kelly” Olmos y Victoria Tolosa Paz.

En el acto del día de la Militancia, el pasado 17 de noviembre, la vicepresidenta echó por tierra las expectativas de anuncio de candidatura presidencial y fue crítica de las políticas del gobierno sin nombrar al presidente. Muchos especulaban con que lo hizo en atención al episodio de salud que experimentó en la cumbre del G20. No fue esa la razón.

El verdadero motivo fue la certeza de que el atentado en su contra era la señal de lanzamiento de un golpe de estado tramado por los “halcones”, según interpreta de la información provista por el celular del jefe de la “Banda de los Copitos”, Gabriel Carrizo, que la jueza Capuchetti insiste en descalificar. Salir a pegarle a Alberto en estas circunstancias hubiera resultado instrumental para los intereses de los conspiradores.

Sin embargo, en la cena posterior con intendentes bonaerenses, Cristina se despachó a gusto y, en términos inusualmente soeces, contra el presidente.

Pero, fiel a su carácter impulsivo, si bien se quedó callada, mandó al secretario General de La Cámpora, Andrés “Cuervo” Larroque, a lanzar artillería pesada contra Alberto Fernández. En pocas horas, el ministro de Desarrollo de la Comunidad de la provincia de Buenos Aires afirmó que el gobierno actual "fue una pérdida de tiempo y un desperdicio de poder" y que “piensa más en él mismo que en el pueblo y el peronismo”.

También Larroque destacó que “Cristina se está haciendo cargo de la situación” que aqueja al país y sentenció: "Como le pasó al general (Juan Domingo) Perón, sin dudas quieren proscribirla. Es la figura que condensa representación, liderazgo y que moviliza emocionalmente a la mayoría del pueblo argentino. Digan lo que digan esas encuestas. Cuando ella se pone en cancha, no existe techo respecto de su desempeño en materia electoral".

Hay que prestar atención a las palabras de Larroque: no es un “loquito” ni un marginal. Es uno de los voceros extraoficiales de la vicepresidenta. Mientras que ella intenta jugar a la vez el rol de oficialista y de opositora, manda a sus alfiles a atacar sin piedad al presidente para forzar la ruptura.

Una voz autorizada del peronismo nacional confía en off la situación actual: para la elección del año próximo, el oficialismo se partiría en dos listas, la del PJ, con Alberto a la cabeza, y la de Unidad Ciudadana, que llevaría a Cristina. Esta partición pondría en riesgo también la unidad de Juntos ante la seguridad de la victoria. Horacio Rodríguez Larreta podría cerrar finalmente con el radicalismo, y Mauricio Macri y Patricia Bullrich asociarse definitivamente con Javier Milei.

Pero lo que preocupa al peronismo territorial es que la partición del Frente de Todos pondría en riesgo la victoria en la competencia por la gobernación de la provincia de Buenos Aires. Axel es un candidato objetado por la dirigencia provincial, las bases y hasta por La Cámpora, y sólo contaría con su favor en el caso de que se mantenga una unidad escasamente probable.

La pesadilla de los integrantes del Frente de Todos es que Juntos por el Cambio también se parta y que el ballotage nacional tenga protagonistas a larretistas y radicales de un lado, y a “halcones” y a Milei del otro, mientras que La Cámpora sigue insistiendo, con convicción religiosa, que “con Cristina alcanza” para ganar la elección. A pesar de que las encuestas y la realidad desmientan constantemente esa demostración de fe. (www.REALPOLITIK.com.ar)


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