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30 de noviembre de 2022 | Nacionales

Causa Vialidad

ATE y la amenaza de “parar todo” si condenan a CFK

El próximo martes 6 de diciembre dictará sentencia el Tribunal Oral Federal Nro. 2 (TOF 2), que tiene a su cargo la causa “Vialidad”. Para propios y extraños la sentencia está redactada hace tiempo.

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La diferencia es la valoración: mientras que para unos la condena de Cristina Fernández de Kirchner será el resultado lógico ante la magnitud de las pruebas en su contra, para los otros se trata de una nueva aplicación del lawfare, ya que ninguna de ellas la involucra directamente.

El primero en salir a responder sobre las consecuencias de un fallo condenatorio fue Daniel Catalano: "Si la tocan a Cristina... paramos el estado”, advirtió. No es para pasarlo por alto, ya que no sólo se trata del titular de ATE, sino también el secretario Adjunto de la CTA, lo que genera expectativas ciertas de que las acciones se extiendan al conjunto de los gremios que allí revistan.

Catalano anunció un duro plan de lucha: “Si condenan a Cristina, vamos a parar todo lo que podamos”. Hasta ahora es la única voz que alertó de manera tan explícita. Pero el cristinismo y sus aliados están evaluando la alternativa de organizar un “clamor popular contra el lawfare”.

Las 48 horas próximas podrían ser determinantes para la definición de las acciones. Así lo expresó Catalano y así lo confirman desde La Cámpora, que estaría tratando de sumar a su flamante aliado, el Movimiento Evita, a la ola de protestas y medidas de fuerza.

El secretario General de ATE anticipó los fundamentos de la reacción. “Después de escuchar el relato de defensa de Cristina y reiterar que está ante un pelotón de fusilamiento, decidimos parar el estado, todo lo que podamos parar del estado lo vamos a parar”.

El clima de confrontación, que permanecía un tanto estancado, estalló tras la exposición de la vicepresidenta ante el Tribunal Oral, al que comparó con la dictadura cívico militar y al que le pronosticó un destino similar al de los genocidas. 

Tan es así que el propio jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, debió salir a fijar posición, asegurando que “no se va a dejar amedrentar por el apriete de nadie”. Y concluyó afirmando que “la Justicia tiene que actuar de forma independiente y nadie tiene ni puede condicionarla, ni los chicos de Cristina Kirchner, ni la amenaza de ningún gremio”.

Sin embargo, queda claro que esa “independencia” de la Justicia no es una característica de la realidad argentina. Esta visión crítica es convalidada por más del 80 por ciento de nuestra sociedad, que la considera como “el poder del estado más corrupto”.

En el conflicto que se aproxima, Catalano parece ser el encargado de llevar la voz cantante. En declaraciones radiales afirmó: “Cristina es la que sabe cómo resolver esta crisis. La que va a poder tener la espalda para hacer la reforma judicial. No se puede seguir viviendo esta situación. La persecución en Jujuy, la que ella misma vive, cómo se garantiza a los fugadores de guita. Ella es la que puede dar esa batalla. Nosotros estamos ahí para acompañar y sostenerla”.

Pero la preocupación de fondo radica en que dicha condena pueda terminar en una demostración de rebelión popular frente a uno de los poderes públicos, si finalmente terminan sumándose la CTA, La Cámpora y los movimientos sociales.

Un “pronunciamiento popular contra la corrupción judicial”, apalancado por los beneficiarios de planes sociales, tal como plantea el cristinismo, en caso de resultar masivo, sería una pésima señal para los planes de estabilización económica de Sergio Massa. Algunos hasta anticipan que la respuesta natural del mercado sería una corrida financiera, con un crecimiento exponencial de la cotización de los dólares alternativos, una suba brusca de los indicadores de inflación y la pérdida del respaldo del FMI.

Para un gobierno que expresa un nivel de debilidad e incosistencia preocupantes, las consecuencias de una condena de la vicepresidenta podrían resultar fatales.

Una vez más, la decisión la tendrá Cristina. El curso de la historia variará considerablemente si decide alentar el “clamor popular” –o al menos no impedirlo-, o si finalmente acepta poner el tema en el freezer y recurrir a las vías legales para tratar de revertirlo. Las próximas jornadas estarán plagadas de amenazas y rumores, en medio de un clima de extrema tensión.  Pero, al día de hoy, nadie podría asegurar si el agua llegará al río o no. A excepción de ella. (www.REALPOLITIK.com.ar) 


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