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El presidente salió a hacer declaraciones sobre la confirmación de la condena de la dirigente jujeña por parte del Tribunal Superior de la provincia de Jujuy. No hubo sorpresas. Como siempre, procrastinó la solución y cargó la responsabilidad sobre los hombros del gobernador Gerardo Morales.
Ante la pregunta de si pensaba indultar a Milagro Sala por una condena en un juicio plagado de irregularidades, según la caracterización del presidente, éste se sacó la responsabilidad de encima, afirmando que no puede hacerlo porque la constitución se “lo prohíbe”. En tal sentido, explicó que podría indultar una condena dictada por una autoridad judicial nacional, pero no una provincial, ya que eso es competencia del gobernador.
Hasta el momento de asumir la presidencia, Alberto Fernández estuvo muy atento al proceso de Milagro Sala, pero luego se desentendió, y recién a mediados de este año visitó a la dirigente de la Tupac Amaru para interiorizarse sobre su situación penal y de salud.
Con la sentencia firme, insistió: “No voy a indultar a Milagro Sala” porque la constitución lo prohíbe”. Ahora la dirigente deberá afrontar una condena a trece años de cárcel en la causa “Pibes Villeros”. A continuación, muy suelto de cuerpo, denunció que todo ese proceso judicial alrededor de la dirigente jujeña “estuvo plagado de un tinte político inadmisible”.
Pese a los insistentes reclamos de amplios sectores del cristinismo exigiendo la intervención presidencial, Alberto Fernández destacó su condición de hombre de derecho, que le impide pasar por encima de lo dispuesto por la carta magna. También es un traje a su medida, ya que le permite criticar lo actuado por la Justicia sin hacer nada para remediarlo.
“Soy un hombre de derecho y no puedo vulnerar la constitución”, enfatizó el presidente, a quien no se le repreguntó por qué razón, si es tan respetuoso de las normas, no respetó la prohibición de efectuar reuniones y celebraciones en el caso del cumpleaños de Fabiola Yáñez, en plena cuarentena.
E inmediatamente señaló dos caminos posibles, que no le implican esfuerzo alguno. Por una parte, aseguró que el gobernador de Jujuy, Gerardo Morales, en vez de indultar, “podría conmutar la pena”, ya que “Milagro Sala vivió casi siete años de prisión preventiva sin condena firme, y eso es algo muy abusivo”.
La otra alternativa que sugirió es que “se debería plantear el tema en los organismos internacionales”, ante la resolución taxativa de la Justicia argentina. “La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) llamó la atención sobre las condiciones de encarcelamiento que vivía Milagro Sala y ordenó su detención domiciliaria. Si el tema se lleva a los tribunales internacionales, ahí tal vez se abra una instancia”, amplió.
Las declaraciones de Alberto Fernández tuvieron lugar en el marco de la convocatoria a un acampe en plaza de Mayo, desde el 21 al 23 de diciembre, para exigirle que indulte a la referente política “antes de las fiestas”. Y a este pedido le respondió con una negativa absoluta.
Con la constitución en la mano, pretendió sacar el cuerpo y quedar bien con Dios y con el Diablo. Pero, como siempre, logró exactamente lo contrario: la Justicia y Morales tomaron con disgusto sus expresiones sobre las “irregularidades” que “plagaron” la causa, y el cristinismo y la Tupac quedaron convencidos de que le soltó la mano definitivamente a la dirigente social para preservarse él mismo.
Alberto Fernández, el de siempre, nuevamente hoy quedó expuesto al escarnio público. (www.REALPOLITIK.com.ar)
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