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3 de enero de 2023 | Nacionales

Massa, la esperanza

El Frente de (Se Fueron) Todos afronta su horizonte electoral 2023

El repaso del año 2022 no resulta muy auspicioso para el gobierno del Frente de Todos. Todo el último año estuvo signado por las fracturas internas, los despidos de funcionarios de primera y segunda línea y las renuncias intempestivas.

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En estas condiciones, es muy difícil imaginar un panorama electoral auspicioso, aunque las diferencias internas dentro de Juntos por el Cambio y la consolidación de la alternativa libertaria con Javier Milei permiten imaginar un escenario electoral no ya dividido en mitades, sino en tres tercios.

Haciendo un rápido resumen de los alejamientos más importantes, puede contabilizarse ya en el mes de enero la renuncia de Máximo Kirchner a la presidencia del bloque de Diputados por su discrepancia con el acuerdo con el FMI. En mayo fue el turno de la renuncia de Roberto Feletti, por sus diferencias con el entonces ministro de Economía, Martín Guzmán, que lo ataba de manos para desempeñar su programa. Y en junio fue el turno del despido de Matías Kulfas, quien estaba en la mira del cristinismo desde varios años atrás, y la renunicia de Cristina Caamaño, la interventora de la AFI, a quien Cristina Fernandez de Kirchner le cajoneó sistemáticamente su  pliego en el Senado.

En julio se produjo la sorpresiva renuncia de Martín Guzmán, que trajo consigo una profundización de la crisis económica y del proceso inflacionario. Silvina Batakis, su reemplazante, duró lo que un suspiro, hasta que asumió Sergio Massa en agosto. Con este cambio se bajaron también Daniel Scioli –quien no llegó a concretar la mudanza de sus pertenencias de la embajada en Brasil, a donde retornó- y de Julián Domínguez, quien no aceptó la devaluación de su ministerio a la condición de secretaría.

En septiembre se vio obligado a presentar su renuncia el ministro de Seguridad, Aníbal Fernández, por su pésimo manejo del intento de magnicidio contra Cristina, pero Alberto no se la aceptó.

En octubre fue el turno de la renuncia de Elizabeth Gómez Alcorta al ministerio de la Mujer; del ministro de Desarrollo Social, Juan Zabaleta; del ministro de Trabajo Claudio Moroni y del ministro de Desarrollo Territorial y Hábitat, Jorge Ferraresi. Pese a todo, el gobierno continúo en pie.

En el mes de noviembre quien presentó su renuncia fue el ministro de Transporte, Alexis Guerrera, por razones de salud –sin eufemismo-. Y en el de diciembre les llegó la hora al jefe de Asesores Julián Leunda, por el escándalo de Lago Escondido; a Alejandro Grimson –el redactor de la mayoría de los discursos presidenciales-; a Feliz Crous de la Oficina Anticorrupción y a Victoria Donda, quien presentó su dimisión al INADI 48 horas antes de ser despedida. 

Las renuncias y despidos de funcionarios de primera línea fueron acompañadas de otras tantas de las segundas y terceras, en disidencia con el curso que adoptaba la gestión o bien por la partida de sus jefes políticos. En este contexto de “sálvese quién pueda”, el Frente de Todos se convirtió prácticamente en el Frente de Se Fueron Todos. Pero aún así, ávidos de espacios de poder y de cara al inminente proceso electoral, aparecen algunos actores dispuestos a ponerle el pecho a la competencia presidencial.

Uno de ellos es el presidente Alberto Fernández, quien desconociendo todas las señales que le llegan del mundo de los humanos insiste en aspirar a su reelección. Su intento de propiciar un juicio político por corrupción al presidente de la Corte, Horacio Rossatti, tiene un claro sentido proselitista. En caso de que la candidatura de Alberto haga agua, hay una alternativa que se está gestando: la del piloto de tormentas Daniel Scioli.

Otra opción es la de Eduardo “Wado” de Pedro, quien viene trabajando desde hace tiempo para ser aceptado por el círculo rojo a pesar de su origen cristinista. Si bien lo respalda un sector de La Cámpora que maneja cajas como las de YPF, Aerolíneas Argentinas, PAMI y ANSES, difícilmente conseguiría arrastrar tras de sí al peronismo, habida cuenta de que se trataría más de una candidatura testimonial que efectiva.

El último -¿y único?- candidato que le ofrece alguna posibilidad real de competir con chances a la actual coalición gobernante es, paradójicamente, quien ha reiterado su desinterés para desempeñar ese rol en las próximas elecciones: el ministro de Economía, Sergio Massa, habida cuenta de que cualquier posibilidad de desempeño exitoso en los próximos comicios dependerá del éxito de su gestión. Pese a sus reiteradas negativas, queda claro que, en caso de que Massa consiga disminuir los índices inflacionarios y mejorar mínimamente los ingresos de la sociedad, se convertirá en el candidato obligado del oficialismo. Y si este objetivo no se consigue, cualquiera de las otras alternativas estaría condenada al fracaso.

Habida cuenta de la armonía que hoy existe entre el ministro de Economía y CFK, no sería de descartar una fórmula Massa-De Pedro. Pero aún falta mucho tiempo, y hay resistencias en varios gobernadores a repetir la experiencia de un vicepresidente cristinista.

Los próximos meses serán decisivos. Por ahora, los gobernadores y la propia Cristina planean sus movimientos con el supuesto de la derrota electoral en las elecciones nacionales. Los próximos meses serán decisivos para confirmar la validez de esta hipótesis. (www.REALPOLITIK.com.ar)


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