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19 de enero de 2023 | Cultura

La era de la comunicación llegó a APTRA

Marina Calabró, Ángel de Brito y el periodismo caníbal

No por reiterada la afirmación de que el siglo XXI es el siglo de las comunicaciones deja de ser menos cierta. La revolución que generó internet afecta a todos los niveles de la actividad humana. Y, naturalmente, el territorio propio, el de las comunicaciones, no podía dejar de experimentar cambios estructurales.

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Claro está que, como toda revolución, afecta e incomoda a aquellos que creían tener consolidada su situación con los formatos precedentes, que experimentaron -y seguirán haciéndolo- procesos de deterioro y pérdida de interés cada vez mayores.

 ¿Quién, en su sano juicio, podría dudar sobre que los cambios en las relaciones humanas, la sexualidad, la sociabilidad, las relaciones sociales y hasta los aspectos más recónditos de la vida humana no estarían acompañados de transformaciones sustanciales en las comunicaciones, al haber sido justamente estas el motor de esas transformaciones? La respuesta es sencilla: sólo aquellos que han visto afectados sus posiciones dominantes y sus privilegios en el formato comunicacional anterior que, a todas luces, resulta obsoleto y escasamente atractivo no sólo para quienes se han adaptado con mayor o menor fortuna a las nuevas variables, sino a las generaciones que ya nacieron dentro de la dinámica de las comunicaciones virtuales.

Hace más de dos décadas los primeros afectados fueron los periódicos de papel, que intentaron defender su posición de privilegio en la definición de agendas políticas y de direccionamiento de la opinión pública, y que hoy sólo son consumidos por minorías muy específicas o en eventos excepcionales, cuando no han sido suprimidos por los consorcios que, juiciosamente, pegaron el salto a la exclusividad digital.

¿Era razonable pensar que un destino similar no les esperaría a los medios masivos de comunicación visual y oral? Naturalmente no. Y es que no sólo cambiaron los medios. Lo que cambió fue la naturaleza de la comunicación. Se diversificó y se democratizó, y permitió que prácticamente cualquiera pudiera expresar sus puntos de vista y elaborar sus contenidos en el mundo digital o, cuanto menos, a través de los portales sociales de acceso generalizado.

Claro está que los cambios incomodan a muchos que parecen ignorar que es posible hacer muchas cosas con la realidad, pero lo que no se puede es negarla. En la Argentina APTRA ha sido una asociación de periodistas que tradicionalmente entregó sus prestigiosos premios anuales Martín Fierro a los medios de formato tradicional. Como sucede con cualquier entidad que organiza distinciones y que logra un alto nivel de reconocimiento, siempre aparecen los disconformes y los críticos. No está mal que se exprese la disidencia en una sociedad democrática cuando tiene su origen en la buena fe. El problema es cuando los móviles son el rencor, la frustración o las consecuencias que trae aparejadas para algunas carreras personales o sobre las decisiones de los anunciantes.

APTRA sufrió cuestionamientos y los seguirá sufriendo. Antes porque no parecía adaptarse a los cambios en los formatos de las comunicaciones. Ahora, por lo inverso. El anuncio de la entrega de los premios Martín Fierro Digital Nativo y en Transición generó iras y reproches. Una de las principales voceras de este malestar fue Marina Calabró, quien pasó de agradecer a la entidad por la obtención del Martín Fierro al Mejor Programa Periodístico 2020 a caerle sin compasión por las nuevas distinciones.

No fue ella la única que intentó desacreditar esta vez a la entidad. Ángel de Brito, por América TV, se sumó a las quejas de su invitada para lanzar un venenoso e incomprobable off the record"Me dicen que no votaron las ternas, tal como suele ocurrir habitualmente. Se sorprendieron cuando vieron las ternas. Además, me dicen que solo 14 plazas para alojar a los integrantes de APTRA en Mar del Plata, y no alcanzan porque son 130 miembros". Claro está: no se molestaron en ofrecerle la pantalla de la señal a Luis Ventura, presidente de APTRA, para que diera su versión.

El “periodismo caníbal” siempre ha existido y se retroalimenta cuando un medio como el citado encuentra graves dificultadas para sostener su financiamiento ante la decisión de los anunciantes de retacear sus auspicios en formatos que van perdiendo credibilidad y audiencia, heridos de muerte por los cambios en los formatos comunicacionales.

Claro está que el desgaste no es una novedad. Hace casi diez años el entonces diputado nacional Sergio Massa confiaba: "Yo le aconsejé a Daniel Vila que venda todo ya mismo y se quede con la producción de videos para redes sociales porque es el futuro".

La decisión de APTRA no sólo es racional y muy oportuna, sino que merece ser celebrada. La comunicación analógica es, irremediablemente, cosa del pasado. Naturalmente que ese cambio afecta intereses corporativos y trayectorias personales. Algo similar a lo que pasó con el fin del cine mudo o en blanco y negro, que arrasó con estudios y figuras de la escena internacional.

Siempre irónico y oportuno, Santiago Cúneo, quien desde hace tiempo se centró en la comunicación digital, hizo una observación decisiva: “¿Te diste cuenta que los Martín Fierro a la TV abierta fueron transmitidos por Pluto TV, de la plataforma digital de Paramount, dueño de Telefe?”. Ni Calabró ni De Brito deben haberse enterado.

En los días que vivimos la comunicación digital no es una alternativa, sino la alternativa que debe ser desarrollada en toda su potencialidad. Y así deben entenderlo los dinosaurios de los medios analógicos que aun resisten, como el estado nacional a través de la reconsideración de la distribución de pautas y de las políticas de promoción de contenidos. En este sentido, la secretaría de Economía del Conocimiento deberá tomar nota urgente de esto y obrar en consecuencia.

APTRA lo entendió y se animó a afrontar los chicotazos que supone una decisión de estas características. Desde los medios virtuales que desde hace tiempo vienen desarrollando una exitosa tarea, como es el caso de REALPOLITIK, es una decisión que debe respaldarse y acompañarse.

E ir por más, ya que el futuro de las comunicaciones y de la democracia comunicacional pasa por esta autopista. (www.REALPOLITIK.com.ar)


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