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Hace algunas horas me transformé en el primero en tener la trilogía perfecta del reconocimiento de APTRA. Canal 22 ha recibido el Martín Fierro de Oro.
Uno Mas Uno Tres ha recibido el Martín Fierro de Honor por nuestra labor malvinera de las manos de los héroes ex combatientes de la gesta del ‘82 y varios reconocimientos de esa estatuilla tan deseada que uno nunca se cansa de desear y tan bien hace cuando uno logra abrazarla una vez más. Oro, Honor y Martín Fierro a la labor.
Con ese orgullo propio de la labor cumplida hasta hoy y en medio de la maravillosa fiesta del mundo de medios digitales que se realizó en el Hotel Sasso de Mar del Plata, nos tocó compartir gala con gente joven con muchas ganas y nativos digitales, cualidad que nosotros no podemos exponer porque nacimos con televisores a válvula y cierre de programación a las 00:00 horas. Nosotros, los hijos de Pepe Biondi, los Tres Chiflados, Tarzan, Abbot y Costello, los Campanelli, Tato Bores, los Rapicómicos, Olmedo y Porcel, Balá, Palito Ortega, Sandro y Mesa de Noticias o Matrimonios y Algo Más repentinamente nos vimos reflejados en la rebeldía de nuestros tiempos de pintar paredes con cal o aerosol y hacer una vaca para comprar un mimeógrafo hasta que el progreso nos trajo la fotocopiadora, el Atari o la Commodore 64 para jugar al Pacman, pero ellos son nativos digitales.
Sus grafitis son virtuales, sus actos son virtuales, su comunicación es virtual y la gran pregunta es, ¿tienen patria? ¿o también es virtual?
Al verme en una terna de APTRA con Lionel Messi me pareció divertido y hasta muy argento porque hubiera repetido mil veces "¿Qué miras bobo? ¡Anda pa’ ya’ bobo!" igual que festejé la muerte de la reina pirata.
Yo mismo hubiera votado a Messi porque fue un momento épico y maradoniano. Pero ese momento de repente se oscureció y me llenó de preguntas e incertidumbre para nada graciosa cuando un pibe con facha de estudiantina secundaria haciéndose el gracioso subió sin autorización de nadie a robar un protagonismo futbolero que terminó en una frase dolorosa y absolutamente hueca, distante y casi irrespetuosa frente a la presencia de ex combatientes de Malvinas en la primera fila de mesas frente al escenario.
El chico resumió su mensaje demagógico mundialista diciendo que lo más importante para la argentina era ganar un mundial.
Sin nada más para decir y desafinando invocó a la mosca y comenzó a cantar “muchachos”.
En ese instante miré a esos jóvenes y sentí la presencia cruda de la batalla cultural. Jóvenes que ya no pueden alegar inocencia y mayores a la edad en la cual esos héroes presentes les tocaron combatir al pirata inglés. Qué habrán sentido esos hombres de 60 años de hoy al sentir que un joven de más de 30 cree que su héroe es Messi y que una pelota de fútbol vale más que la entrega de una generación que dio todo por Patria.
¿Cómo se puede rescatar a esta generación de la nada misma que comunican y por la cual son premiados?. ¿Qué hicimos tan mal para no crear generaciones respetuosas y educadas en el patriotismo y el amor a los valores culturales del ser argentino?. Son verdaderos turistas en su propio país, deambulan, sin rumbo ni destino. Es el vivir minuto a minuto, casi como “La Fiesta Inolvidable” de Peter Sellers con su elefante rosa. Hinchas de un club llamado selección argentina, ni siquiera guardan relación con la nacionalidad sino con la circunstancialidad oportuna de la cita mundialista cada cuatro años.
No consideran a la selección como parte del proyecto deportivo de un colectivo nacional sino como un equipo de club del cual son socios porque somos tricampeones y está bueno ser exitosos. Para ellos lo más importante para la Argentina es ganar un mundial, "muchachos". Cuando todo había terminado y los ecos de la fiesta se iban apagando con un clima de alegría y fuegos artificiales coloridos y sorprendentes, me fui pensando mi patria.
Mire al mar, hacia el sur, y les hable a los 649 héroes que quedaron en Darwin esperando que lleguemos. Esos que no llegaron a ganar un Martín Fierro porque dieron su vida para que la Argentina no viviera mutilada y violada por la piratería. Les prometí seguir luchando para que descansen bajo la bandera nacional y puedan dejar de ser centinelas en su eterna guardia hasta que volvamos. Pero antes y en tanto, educar a estos pibes en el amor a la Patria, porque la Patria no es virtual, es tierra, agua, fuego y aire, con corazón y alma.
Ojalá la próxima edición en 2024 encuentre a los pibes maduros y señoriales en su todo resuelto de identidad nacional.
Está lleno de patrias que no ganaron nunca un mundial, pero no hay mundial que haga una patria.
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