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Juguetes perdidos
Los Redondos, la playa y un show casi sorpresa que cumple 35 años
A meses de lanzar “Un baión para el ojo idiota”, la banda dio un recital en un lugar imposible y con gente intentando entrar por los techos. Fuegos de lo que vendría después en un verano que nadie había registrado.
El fanatismo por Los Redonditos de Ricota es tal que existen varios páginas web donde anónimos relevan uno por uno los shows de los que se tienen registro. Cada lista incluye alrededor de 300 recitales, desde el debut en el teatro Lozano de La Plata en 1977 hasta el Mundialista de Córdoba de 2001, hasta ahora el último que ofreció la banda. Aunque en ninguna de ellas aparece un show en una fecha donde el grupo ya era visible tenía discos circulando: 5 de febrero de 1988 en Massachusetts, Villa Gesell.
A pesar de la ordenada planificación que la banda solía tener con sus compromisos, el recital en Gesell parece que fue organizado esa misma tarde y por obra de la casualidad. Así sostiene Hugo Jones, quien asegura haber sido el cajero de la boletería: “Los Redondos estaban de pasada en Gesell porque la noche siguiente tocaban en Mar del Plata. Habían ido esa tarde a Makorka, que era la juguera de Kontiki, el balneario del papá de Willy Crook, y justo cayeron los dueños de Massachusetts”.
“Los tipos del pub no la acreditaban. Entonces les preguntaron a Los Redondos si querían tocar esa noche y la Negra Poli aceptó pero a cambio de poner en la caja a alguien de confianza. Y Willy me recomendó a mí”, asegura Jones. En verdad, Redondos había tocado en Mar del Plata casi un mes antes de la escala geselina, precisamente el 7 y 11 de enero en Látex, un boliche que estaba por Viamonte y la costa, a metros del Torreón del Monje.
Massachusetts había abierto tarde en esa temporada, por eso sus dueños debieron programar shows en febrero, mes que no es tan habitual para una actividad de esa característica en las localidades balnearias. El primer registro de veracidad es un pequeño afiche hecho con collage, muy sencillo, en blanco y negro, sin foto de la banda ni diseño de Rocambole: solo anuncia al grupo, la fecha, la hora, el lugar y su dirección (3 y 114).
La única vez que Los Redondos habían tocado en Villa Gesell fue en enero de 1980. Se supone que sucedió en La Chacha, una casa comidas sobre la 106 y 3 cuya vidriera había sido ilustrada veranos atrás por Rocambole. Eran todavía tiempos de una formación difusa, el Indio ni siquiera era el único cantante.
Para el verano del ’88, en cambio, Los Redondos llevaban dos discos (los emblemáticos “Gulp!” y “Oktubre”) y estaban a poco de lanzar “Un baión para un ojo idiota”, el primero con la formación definitiva (ya sin Willy Crook y con Walter Sidotti y Sergio Dawi). Eran tiempos de Palladium y Cemento, todavía faltaban unos años para saltar a la dimensión masiva que se aceleraría a partir de Obras. Ni siquiera generaban ampulosa devoción en el interior. Aún era un producto de consumo de las capas medias de lo que hoy llamamos AMBA.
Sin embargo, varios exhibidores de épicas incomprobables juran haber estado aquella noche de Gesell. Incluso narran que el lugar estaba abarrotado y los de afuera intentaban acceder por los techos, ya que la construcción —efectivamente— tiene aún hoy una terraza y también un ventanal en la parte alta de la fachada central.
“Viste como son los mitos. Van pasando de boca en boca. Y cada una tiene sus mambos diferentes. Así, se van agregando cosas que quizás nunca pasaron, pero al repetirse dan la sensación que sí”, opina El Soldado, en ese momento asistente de Los Redondos.
“Yo no quiero romper el mito, aunque algunas cosas efectivamente pasaron. Por ejemplo, es cierto que estaba lleno y que había gente intentando entrar por el techo. Más allá de eso, fue un lindo show”, amplía el músico.
“La fecha la hizo Charlie Coll, que era de La Plata y pertenecía a la cofradía de todos los artesanos que estaban en la feria. Él era muy conocido en Gesell, curtió muchas cosas en La Plata y ya había vivido en Brasil”, apunta El Soldado. La única foto que existe sobre ese viaje muestra a Coll con Poli y Skay en un inconfundible bar de la costa argentina con sus respaldos de goma, cortinas de plástico y sombrillas de marcas de bebidas.
Según El Soldado, tocaron de invitados dos músicos que entonces estaban en la Villa: el Zurdo Zocne y Willy Crook. Zocne había sido el primer baterista de La Cofradía y vivía en Gesell, donde aún permanece. Para Crook, en cambio, significó un curioso dato que nunca fue destacado: la única vez que tocó con Los Redondos en su ciudad de origen, a pesar de que técnicamente ya no pertenecía a la banda.
Quince días después, el 20 de febrero de 1988, Los Redondos tocarían en Cemento, iniciando formalmente su año en Buenos Aires. Y en mayo tomaban cinco veces el Teatro Bambalinas para presentar “Un baión…”. Se iniciaba, entonces, otra historia. (www.REALPOLITIK.com.ar)
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