Alberto le hizo gestos de convivencia a Cristina, pero resaltó sus diferencias en materia económica

Alberto Fernández fue conceptuoso con Cristina Fernández de Kirchner, no omitió la condición que le asigna de perseguida judicial, ante la atenta mirada de los supremos que estaban presentes –a los que además exigió acciones concretas para esclarecer los temas relacionados con la vicepresidenta-, pero no cedió ante la interpretación económica que sostiene el cristinismo. Sin pelos en la lengua, valoró la búsqueda del equilibrio fiscal, destacó como un logro el acuerdo firmado con el FMI e interpretó como uno de sus méritos no haber aceptado las políticas de ajuste que se le imponían.

Ante el disgusto de la oposición, el presidente se refirió a la “bomba financiera” que montó Juntos por el Cambio. Alberto fue a lo seguro: sobrevoló el tema inflacionario y se concentró en los loros de la economía real.

En lo referido a la cuestión fiscal, quedó clara su intención de enviar señales claras a los mercados. Hizo referencia a la negociación con el FMI, el déficit fiscal, la deuda en pesos y las reservas internacionales, en un momento en que la actuación el Banco Central durante su gobierno es cuestionada.

"A pesar de los cataclismos tantas veces anunciados, continuamos ordenando nuestra economía. Lo estamos haciendo con el esfuerzo de todos en el gobierno, pero quiero señalar y agradecer aquí el compromiso de Sergio Massa, quien dejó la presidencia de esta Cámara para venir a sumarse a la compleja tarea de conducir el ministerio de Economía", reconoció.

En relación con el tema fiscal, explicó que "no necesitamos al FMI para saber que debemos lograr el equilibrio fiscal. No podemos persistir con políticas que generan déficit en nuestras cuentas públicas. Porque, aunque no sea factible alcanzar ese objetivo de la noche a la mañana, el equilibrio fiscal debe ser nuestro horizonte".

Este es un tema espinoso dentro de la coalición gobernante, ya que generó los cuestionamientos del cristinismo que terminaron con la renuncia de Martín Guzmán. También provocó críticas y calificaciones extremas de la vicepresidenta hacia el titular del ejecutivo, que terminaron en una virtual ruptura en su relación personal y política.

Justamente el manejo de la política fiscal y las contracciones del gasto público que el cristinismo atribuye al acuerdo con el FMI fueron la excusa utilizada por Máximo Kirchner para renunciar a la presidencia del bloque de diputados del Frente de Todos, y la desmañada andanada de cuestionamientos y descalificaciones que La Cámpora viene propinándole hasta el presente, aunque cada vez con menor impacto real.

Ni Máximo ni Axel Kicillof estuvieron presentes en la apertura de sesiones. El gobernador lo atribuyó a la necesidad de ocuparse de la solución del gigantesco corte de luz que la coalición oficial denunció como intencional, anticipando que querellará judicialmente a los responsables. Máximo, en cambio, siguió con su actitud encaprichada de confrontar con el gobierno, que pone al Frente de Todos en situación de debilidad frente al proceso electoral en curso.

El cristinismo ha demostrado escasa racionalidad política con sus determinaciones luego del fallecimiento de Néstor Kirchner, pensando ilusoriamente que podría salir inmune del deterioro que pretende infringirle a un gobernante que fue elegido por la propia Cristina, aunque ahora pretenda desentenderse. (www.REALPOLITIK.com.ar)

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